La “culpable” de todo lo que mencionaré a continuación es la vitamina E: una piel luminosa, tersa, sin puntos negros, con bajo nivel de grasa corporal; articulaciones flexibles, con menos rasgos de vejez, más vitalidad y juventud.
La vitamina E es uno de los factores principales para la salud y multiplicación celular, y para la reparación de los tejidos. Es el complejo antioxidante más estable del organismo, ya que funciona en la sangre, dentro de la célula, pero también fuera, inactiva los radicales libres, los tóxicos derivados del medio ambiente y los derivados del metabolismo.
Además, contrarresta los efectos nocivos del alcohol y otras drogas. La vitamina E también activa sinérgicamente y refuerza al complejo B, y a la K y la D, entre otras. También, apoya a la hormona del crecimiento para que tenga más radio de acción. Es un potente baluarte para cuidarnos de algunos tipos de cáncer.
La vitamina E activa la producción de espermatozoides y testosterona y regula los ciclos ovulatorios y la salud femenina. En resumen, nos mantiene bellos y fuertes.
Signos de falta de vitamina E
-Salida de arrugas finas en cara y cuerpo, y de estrías
-Nódulos mamarios
-Adenopatías o ganglios alterados
-Catarros frecuentes
-Síndrome alérgico sin alergia contrastada
-Bajo nivel muscular, a pesar del ejercicio
-Sequedad de piel y mucosas
-Falta de elasticidad de tendones y músculos
-Calvicie precoz
-Dermatitis atópica
Alimentos con vitamina E
Es imposible producir vitamina E orgánicamente. Por tanto, debemos consumir pescado fresco, por ejemplo, merluza, salmón, caballa o bacalao. También frutos secos: almendras, maní, nueces y linaza. Vegetales, hortalizas y granos.
Debemos eliminar hábitos nocivos y llevar una dieta equilibrada. Además, podemos suplementarnos diariamente con vitamina E.
Es importante consultar con un especialista la frecuencia con que debemos consumir la vitamina E.