
Antonella Sudasassi Furniss es una reconocida directora de cine con ascendencia italiana. Nacida en 1986 en San José, Costa Rica. Actualmente se dedica a la realización de producciones audiovisuales con énfasis en el diseño y la fotografía. Su pasión por el cine nació en su época universitaria, cuando junto a un grupo de amigos comenzó a explorar el séptimo arte más allá de las propuestas comerciales de Hollywood.
“Ahí me enamoré, porque fue ver ese resultado, ese trabajo, conectar con la audiencia. Ese encuentro entre el público y lo que estás haciendo, es mágico”, recuerda.
Desde entonces, su interés se ha centrado en temas de herencias familiares y en explorar preguntas personales que, desde la niñez, la han acompañado. Sudasassi encontró en el cine un medio poderoso para dar sentido a esas inquietudes. Es egresada de la carrera de Ciencias de la Comunicación Colectiva con énfasis en Producción Audiovisual de la Universidad de Costa Rica.
También, cursó estudios especializados en cinematografía en Alemania, donde comenzó uno de sus primeros proyectos: El despertar de las hormigas (2019). La historia sigue a Isabel, una joven madre y esposa que vive en una comunidad rural de Costa Rica. Es costurera y vive con su esposo Alcides y sus dos hijas. La trama explora los conflictos internos de una mujer atrapada en los roles tradicionales de esposa y madre en una sociedad patriarcal. La película fue seleccionada en la Berlinale y representó a Costa Rica en los premios Óscar y Goya. Define su recorrido educativo y profesional como “algo muy orgánico”.
Una voz femenina en una industria cambiante
Cuando se le pregunta sobre su experiencia en el cine siendo mujer, Antonella destaca que en Costa Rica se vive una excepción frente al panorama global, pues considera que el gremio audiovisual está mayoritariamente liderado por mujeres. Si bien reconoce que las obras más populares aún suelen ser dirigidas por hombres, “Cuando yo comencé, el documental no era una industria tan jerarquizada”, afirma. Su película Memorias de un cuerpo que arde (2024), de corte documental, se sitúa precisamente en esa línea.

En sus referentes, menciona a cineastas costarricenses como Patricia Howell y Paz Fábrega, quienes le demostraron que era posible para una mujer abrirse paso en el cine. Howell, pionera del cine feminista en el país, y Fábrega, reconocida por su película Agua fría de mar (2010), fueron clave en su formación como directora. Aunque su nacionalidad no sea un tema central, reconoce que inevitablemente moldea su perspectiva como creadora.
Memorias de un cuerpo que arde: cuando el cine parte del testimonio
Memorias de un cuerpo que arde nació de una conversación con su abuela que nunca llegó a profundizarse, pero le dejó esa inquietud de entender cómo vivieron sus abuelas y otras mujeres de generaciones anteriores. Esa curiosidad la llevó a recoger testimonios íntimos de mujeres mayores, que terminaron formando una base para el largometraje. El desafío más grande fue desarrollar el aspecto visual. “Era un canvas en blanco”, comenta. Por eso, junto a su equipo optó por combinar elementos del documental y la ficción, con el objetivo de que las mujeres entrevistadas ocuparan el papel principal y contaran sus historias desde su propia perspectiva.

Esta película acaba de obtener el Premio Platino al Cine y Educación en Valores 2025, y fue seleccionada para representar a Costa Rica en 34 Edición de los premios Goya.
Cine, política y fronteras
En cuanto a las medidas de proteccionismo cultural, como la propuesta del expresidente Donald Trump de aplicar un arancel del 100% a las películas extranjeras, Antonella tiene una postura firme: “Trump es una persona extremadamente nacionalista, egocéntrica y de ultra-derecha”. En su opinión, estas políticas no fortalecen verdaderamente el cine local, sino que promueven la intolerancia hacia otras culturas y crean barreras innecesarias. Ella valora el cine internacional como una herramienta para ampliar la perspectiva y conectar con distintas realidades.

Consejos reales para las nuevas generaciones
Para las mujeres costarricenses que buscan abrirse espacio en el cine, Antonella recomienda confiar en el instinto, tener claridad de sus objetivos y no rendirse, aunque el inicio sea complicado. Y agrega, si pudiera comenzar de nuevo, buscaría más asesoría en temas legales, económicos y administrativos, aspectos que considera esenciales para hacer del cine una carrera sostenible. “No es una carrera de velocidad, es una maratón”, afirma.

La trilogía de lo íntimo
Memorias de un cuerpo que arde forma parte de un proyecto mayor que Sudasassi ha desarrollado durante más de una década. Esta trilogía busca retratar la sexualidad femenina desde una mirada íntima y real, alejada del enfoque masculino predominante en el cine comercial. Está conformada por El despertar de las hormigas: niñez (cortometraje), El despertar de las hormigas (largometraje) y Memorias de un cuerpo que arde (documental).
En este momento, colabora con el director Manrique Cortés en una nueva producción llamada Monstruos, centrada en el duelo y las paternidades fracturadas. También está trabajando en otros proyectos personales, aunque admite que llevar varios procesos al mismo tiempo resulta complicado, especialmente por las limitaciones en el acceso a financiamiento. Aun así, afirma que su entusiasmo por narrar historias permanece firme: “Tengo muchas ganas de seguir haciendo cine”.

Y en esa intención, extiende una invitación al público: respaldar el cine nacional y, en particular, las producciones realizadas por mujeres, ya que, según afirma, esas visiones tienen el poder de generar conversaciones incómodas, provocar reflexión y ofrecer nuevas formas de entendernos a nosotros mismos.