Mamá, abuela, bisabuela y tatarabuela; igual de fascinante, tía de toda Costa Rica. Flora Sobrado Rothe, la chef para siempre conocida como Tía Florita, irrumpió hace 50 años en la televisión costarricense y se posicionó como un referente en los hogares de los ticos, generación tras generación.
En el marco de este acontecimiento, que pocas personas en el mundo pueden celebrar, nos tomamos la tarea de conversar con la chef de mayor trayectoria en el país, a sus 97 años.
El impacto de Tía Florita en Costa Rica podría medirse con la cantidad de ejemplares que vendió con sus 16 libros de cocina, las miles de recetas que inventó y cocinó, o con el rating que tuvo su programa Cocinando con Tía Florita cuando estuvo al aire. Sin embargo, nada de eso se puede comparar con la marca que dejó en las cucharas que dan de comer a miles de familias ticas.
Que lo digan las personas que se sentaban a diario a escuchar a la afamada chef. En una época donde no existía siquiera el Internet, se plantaban como una piedra frente al televisor, pues nadie las podía mover de su cita. Con lápiz y papel en mano, la audiencia plasmaba cada ingrediente y el paso a paso de las recetas, para luego poder hacerlas en sus hogares. ¿Por qué se formó este lazo tan inquebrantable entre Tía Florita y sus seguidores? Fácil, ella siempre habló el idioma de la gente.
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Sus recetas, aparte de exactas, eran explicadas como por una amiga. Tía Florita siempre salía al aire con sus atuendos elegantes pero, a diferencia de otros expertos culinarios, se preocupaba por transmitir que en Costa Rica se podía comer rico, con los ingredientes que ya estaban en las alacenas.
Generación tras generación, y solo por nombrar algunos ejemplos, los ticos han tenido la fortuna de preparar la famosa pierna de cerdo de Tía Florita para las cenas navideñas, y de replicar aquellos majestuosos queques que daban ganas de comerlos con solo verlos en la televisión.
Este impacto en la vida de las personas no pasa inadvertido por doña Flora, quien recuerda con gran estima las historias que ha escuchado de sus seguidores, como el caso de una familia que creó una panadería a partir de sus recetas y, por ser productos de tan buena calidad, lograron ganar fama y darle estabilidad a su negocio.
Justamente por la cercanía que transmitió con su programa, las personas todavía la reconocen en la calle. Puede estar haciendo cualquier mandado, que nunca falta quien la salude. Según dice, puede “esconder” su cara sencillamente con anteojos de sol, pero lo que siempre la delata es su voz. Y cómo no, si su dicción guió el rumbo de la gastronomía costarricense por años.
Cuando la saludan en la calle, doña Flora es feliz. Afirma que siempre ha sido muy “querindoña” de la gente y ella misma se describió como un imán para las personas, pues se le acercan con cariño. Tanto así, que siempre se detiene a tomarse fotografías con quien se lo pida, aunque tenga la hora tallada para llegar a algún lugar, y también otorga “tarjetitas” de agradecimiento.
De su paso por la televisión, hay de todo para recordar. Doña Flora recibió a esta periodista en la sala de su hogar; primero para conocernos y luego para hablar “en serio” en su última entrevista. Los temas fluyeron desde su crianza en Liberia hasta la estrecha relación que mantiene con su familia e, incluso, hasta el paso intimidante y natural al que nos dirigimos todos: la muerte.
Por mi parte siento un gran honor, con lo que me ha premiado Dios y la vida (...) Desde el inicio hubo un acercamiento y cariño mutuo (con sus seguidores). El poder compartir durante tantos años me satisfizo mucho.
— Tía Florita
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La pasión de Tía Florita por la comida: de Liberia para el mundo
Antes de convertirse en la entrañable Tía Florita, Flora Sobrado creció en Guanacaste. Nació el 3 de marzo de 1927 en Liberia y fue en este cantón donde nació su pasión por la comida. Su madre, Luz Rothe Cornejo, de origen alemán, estaba acostumbrada a comer rico, por lo que le inculcó lo mismo a sus cuatro hijas. Si querían pan, tenían que aprender a hacerlo.
Como dijo doña Flora, eran cosas “del machismo” de la época, en la que las mujeres debían de tener “todo perfecto”. Si bien agradece el cariño con el que fue criada, siempre reconoció que la cocina y el mantenimiento de los hogares, que respondía a las preferencias de los hijos y sobre todo los maridos, fue algo más impuesto que voluntario.
Aun así, desde pequeña descubrió su pasión y talento por la vida culinaria, al punto que la perfeccionó. Hasta la fecha, sigue cocinando y todavía lo disfruta: sigue siendo su pasatiempo favorito.
Desde que doña Flora se casó con Maxi Echandi, en 1954, se desempeñó como una impecable ama de casa, ya que es fiel creyente de que cualquier cosa que se haga, hay que hacerla bien. Así le enseñó su querida madre.
Todo iba en orden, hasta que el mundo le cambió por completo en setiembre de 1974, cuando en Canal 11 le plantearon la idea de crear su propio programa de televisión enfocado en la cocina. La primera receta que cocinó al aire fue una sopa de albóndigas y, de pronto, comenzó a ganarse el cariño del público.
Desde el inicio, al programa se le llamó de una manera inolvidable que perduraría en la memoria de los costarricenses: Cocinando con Tía Florita, por el simple hecho de que su grupo de amigos la llamaba de esa manera cariñosamente.
Comenzó su carrera televisiva en Canal 11, luego pasó a Canal 7 -donde estuvo por 26 años- y, finalmente, mantuvo su programa al aire en el canal 33. Aunque ya no se transmite por televisión, las cápsulas de sus recetas todavía se pueden ver en su perfil de Facebook.
Sus años en la pantalla chica le recuerdan una época donde había oportunidades porque “había más tiempo”. La diferencia es que actualmente la gente no quiere “perder el tiempo” decorando queques porque tienen que atender otras situaciones prioritarias y eso está bien.
A lo largo de los años, se posicionó como un referente en la cocina. Podía explicar una receta muy sencilla o intrincada sin problema, con la certeza de que le quedarían exactas a quienes la siguieran. Apoyada de la fama, logró escribir 16 libros de distintos platillos y recibir docenas de galardones.
Recuerdos y momentos que atesoran son muchísimos, pero, sin duda alguna, el que más la marcó fue cuando la nombraron como una de las 30 mejores chefs de Latinoamérica, un premio que recibió en París en el 2009 y que consta en el libro Celebrity Chefs, de los autores Laura Gosalbo y Henri-Pierre Millescamps.
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Aunque desde el 2020 se le imposibilitó continuar grabando nuevas ediciones de Cocinando con Tía Florita para la televisión, la chef se mantiene activa. Tomó la labor de pasar todos sus grabaciones en CD a formato digital para compartirlas en redes sociales, donde mantiene una base de fans envidiable: más de 400.000 seguidores entre sus cuentas Tía Florita, Amigos de Tía Florita y Flora Sobrado.
Conserva la tradición de compartir una receta cada domingo y va más allá; lee todos los comentarios que le dejan y también los responde, como una muestra de agradecimiento. También, para celebrar su 50 aniversario, volvió a imprimir las ediciones de sus libros de cocina, que se pueden comprar llamando al número telefónico 7084-3152.
Actualmente, aparte de velar por la organización de su hogar, mantenerse en contacto con su patrocinador y asegurarse de la impresión de los libros, doña Flora no tiene ninguna rutina en su vida. Al contrario, lo que más le trae alegría es disfrutar cada día a como venga.
Dice mantener una estrecha relación con su familia. Se mantiene cercana a sus tres hijos, ocho nietos, seis bisnietas y una tataranieta.
Aunque Tía Florita vive sola, cuenta con el apoyo de su secretaria y asistente, Marielos Sánchez, quien ha estado a su lado por los últimos 30 años. Azucena, quien se encarga de los asuntos domésticos, también es de gran importancia. Entre las tres, hacen funcionar la casa. Eso sí, se nota a millas de distancia que nada de lo que ocurra dentro de esas paredes se le escapa a doña Flora.
“Yo vivo feliz, pero lo único que me entristece es la muerte de mi hijo (José Federico) y de mi esposo (Max Echandi). Hay cosas que no son beneficiosas, la vida continúa y sé que no solo a mí se me han muerto mis seres queridos. Murieron mis papás y mis tres hermanas. Estoy solita. Se te van yendo personas. Eso es lo malo de vivir mucho”, comentó en una entrevista con La Nación en 2022.
‘Por lógica, mi retiro está en manos de Dios’, dice Tía Florita
La salud es algo que se le puede complicar a cualquier persona, en cualquier momento. Por eso es que doña Flora no gasta aliento en hablar de ello. Es sólida en pensar de que esa parte de su vida no le interesa a sus seguidores y, en cambio, prefiere enfocarse en lo que le gusta: la cocina.
Aun así, la experta culinaria comentó que sí ha pensado en la muerte, convencida de que es “un paso natural que se debe aceptar, aún siendo intimidante”. Del tema que sí no se ha cuestionado lo suficiente es sobre el retiro, ya que se mantiene activa trabajando.
Desde que dio un paso atrás de las cámaras de televisión, la vida de doña Flora no fue sencilla. Aparte de dramas familiares que se tornaron mediáticos, también tuvo episodios complicados de salud. Entre los más recientes, que sí hizo públicos, estuvo el momento en que se contagio por Covid-19 en 2022. Como promotora de la vacunación desde que se desató la pandemia sanitaria, aseguró que las cuatro vacunas le salvaron la vida, pues la enfermedad la atacó cuando tenía 95 años, pero no la pudo derrumbar por su fortaleza.
Contiguo a las habitaciones de la casa de Tía Florita, donde se ha recuperado de todos los malestares de la vida, está el estudio de televisión donde por muchos años transmitió felicidad hacia Costa Rica. Aunque ya no frecuenta esa habitación, no porque piense que esté retirada, simplemente porque salir de la transmisión al aire fue un paso natural, doña Flora sigue activa; tanto así que se tomó el tiempo para buscar entrevistas, imágenes y recuerdos en Facebook, para que se pudieran incorporar en este texto. Dice no ser tan ágil con los teléfonos, pero aun así, se mantiene al día con la era digital para seguir siendo la misma de siempre: la Tía Florita de todo Costa Rica.
Cada persona tiene que darle gracias a Dios de sus bendiciones con las que les ha bendecido porque eso no es uno, eso él lo guía. Mentira que uno puede solo (...). (Sobre la muerte) Lo he reflexionado como un paso natural que hay que aceptar, aun siendo un tema delicado de tratar.
— Tía Florita