El restaurante Natu, en Monteverde, lleva la mixología a un nivel en el que sus cinco sentidos no serán suficientes para procesar todos los estímulos. No es solo un bar “clandestino” tras de una fachada de heladería; esa es la primera sorpresa. Dentro del establecimiento se cuenta una historia con la cultura de Costa Rica como hilo conductor.
Si usted pasa frente al local pensará que es solo una “ventanita” donde venden cafés y helados. Sin embargo, al ingresar por la peculiar puerta ubicada a la izquierda, encontrará una coctelería casi a oscuras, iluminada con tenues luces amarillas y moradas.
Sobre la barra, desde un cuadro fotográfico con movimiento, dos anfitriones lo saludarán y hasta le giñarán un ojo. Se trata de Nando y Tulia, dos afables ancianos que representan al típico campesino costarricense. Ellos son los personajes ficticios que dan nombre a Natu.
Jafet Villalobos es el mixólogo que fundó Natu y conceptualizó su menú (y las instalaciones) con ayuda de expertos de toda índole: diseñadores, chefs y hasta biólogos. Cada coctel tiene una historia que detonó su creación.
“Duramos 11 meses en la investigación y el desarrollo de esta carta. Participaron biólogos, naturalistas, ilusionistas, baristas, chefs, bartenders... Se llama ‘Costa Rica sensorial y sostenible’, tiene conceptos de cocteles clásicos pero inspirados en la cultura del país. Algunos cocteles son interactivos”, explicó Villalobos a Revista Dominical.
Por ejemplo, el trago llamado “Sapo dorado” se inspiró en el anfibio autóctono de Monteverde que habitó el bosque nuboso hasta el año 1989, cuando fue declarado extinto. La mezcla, similar a un old fashioned, incluye brandy Torres, licor de almendras, licor de plátano maduro, té negro y Amaro Fernet. El coctel es de color cobre, sin embargo, cuando se ilumina con luz ultravioleta, toma un color verde pantanoso similar al hábitat natural del extinto sapo dorado.

Por su parte, la bebida bautizada como “Marino Ballena” se inspira en el parque nacional del mismo nombre idóneo para el avistamiento de ballenas jorobadas.
Consiste en tres tragos de tipo martini hechos respectivamente con jerez y algas, ginebra y ostras, y ginebra Príncipe de los Apóstoles y coco. Hasta la cristalería está pensada para sorprender: este coctel se sirve en tres recipientes decorados con la figura de una ballena jorobada.

El trago “Isla del Coco” se basa en una piña colada, e incluye Flor de Caña Cristalino, vino aromatizado, licor de avellanas, eucalipto, piña y coco. Se trata de un homenaje al ecosistema marino de la isla con la mayor concentración de tiburones en el mundo, que sirvió de modelo para la legendaria isla Nublar de Jurassic Park.

En total, son 12 cócteles conceptuales inspirados en la naturaleza, la ciencia y la cultura costarricense, además de tres mocktails sin alcohol, pero con la misma profundidad sensorial.
Toda esta experiencia se desarrolla en un restaurante con una estética moderna, espacios cómodos y frescos, ideales para disfrutar de los cocteles y una buena charla. Incluso, el que prefiera asombrarse con la destreza de los bartenders, puede sentarse en la barra y ver con detalle cómo le preparan su trago.


El concepto de “bar clandestino” o speakeasy, como se le conoce en inglés, nació en la década de 1910 para definir a los establecimientos que vendían alcohol ilegalmente durante la Prohibición en Estados Unidos. Son bares “a puerta cerrada”, exclusivos y donde “solo unos pocos tienen acceso”.
Como si toda esta historia y conceptualización fuera poca, Natu le ofrece un reto a los más aventurados: en diversos lugares del bar, desde el techo hasta encima de una botella, hay escondidos siete pequeños sapos dorados que brillan de un rosado incandescente cuando se les enfoca con una luz ultravioleta. Usted puede pedir una linterna a los bartenders, si encuentra los siete sapos, obtendrá un premio sorpresa.
Natu se autodefine como un espacio donde la coctelería se transforma en arte, ciencia e historia, donde la mixología fusiona sostenibilidad, cultura y naturaleza. Cada trago refleja la biodiversidad de Costa Rica con ingredientes locales y prácticas sostenibles. Con una frase mucho más concisa: no dejará de sorprenderse.

