La Municipalidad de San José asegura que trabaja en un plan de acción para afrontar la problemática del abandono y la desocupación de los edificios en el centro de la capital.
Entre algunas de sus propuestas, el ayuntamiento plantea multar a los propietarios de terrenos abandonados o en estado de deterioro.
Al día de hoy, el municipio josefino contabiliza 204 edificios total o parcialmente desocupados en los cuatro distritos del cantón central: Merced, Catedral, Carmen y Hospital.
Estas cifras, sin embargo, podrían solo insinuar una realidad aún más crítica. Dos profesores e investigadores de la Escuela de Arquitectura y Urbanismo del Tecnológico de Costa Rica (TEC) realizaron en 2023 un estudio sobre la reactivación inmobiliaria del centro histórico, basado en el uso de plataformas tecnológicas alternativas. Los arquitectos analizaron 1.260 predios distribuidos en 100 cuadrantes y concluyeron, en ese momento, que 441 edificios (35%) presentaban un nivel de ocupación parcial o, directamente, estaban en desuso.

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En los últimos 6 años se registran 6.296 renuncias de patentes. De ellas, casi la mitad (49 %) se concentran en los tres distritos con mayores índices de criminalidad en el cantón central: Merced (1.031 renuncias), Hospital (1.030) y Catedral (1.024), según datos del Organismo de Investigación Judicial (OIJ).
Culpar solo a la inseguridad sería arriesgado. El tráfico abarrota las calles, la indigencia aumenta y la ciudad, lejos de dar una calurosa bienvenida, lanza una invitación indirecta a buscar otros lugares: más seguros, más limpios, más habitables.

El 19 de noviembre de 2024, durante la presentación del Plan de Desarrollo 2025-2030, el alcalde josefino, Diego Miranda, se mostró crítico ante la situación y afirmó que la repoblación del centro histórico sería una de sus prioridades en los próximos años.
“¿Qué ciudad se construye teniendo su centro vacío? Eso es lo que ha venido sucediendo en San José. Tenemos los cuatro distritos centrales sin ningún tipo de planificación”, expresó entonces.
Consultada por Revista Dominical, la oficina de prensa de la Municipalidad de San José aseguró que labora en una estrategia para repoblar la ciudad.
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De acuerdo con la institución, el ayuntamiento planea reorientar la labor de la Comisión de Renovación Urbana y Repoblamiento, que se creó a inicios de los años 2000, así como en la reforma parcial de los Reglamentos de Desarrollo Urbano, con el propósito de que los incentivos al desarrollo inmobiliario se otorguen a proyectos que busquen rehabilitar edificaciones desocupadas e insertar vivienda asequible.
También se plantea multar a los propietarios de terrenos abandonados en estado de deterioro, así como aprobar un Reglamento Municipal para la conservación de fachadas y la rehabilitación de edificios de interés patrimonial. En esta gestión, se modificaría el Plan de Desarrollo Urbano de San José para construir una ciudad más densa y compacta, al tiempo que “se protejan los barrios históricos, las zonas residenciales y las áreas de fragilidad ambiental”.

Para regresar el centro a la vida, el municipio pretende colaborar con el sector inmobiliario para establecer una normativa local que promueva la recuperación de edificios y, entre otras iniciativas, destaca el plan de renovación integral de la infraestructura del centro histórico, con apoyo de la banca multilateral.
Por otro lado, el ayuntamiento asegura que busca promover una reforma a la Ley del impuesto de Bienes Inmuebles, para que incorpore el Impuesto Predial Progresivo a “los bienes inmuebles ociosos”.
Esta intervención, afirma el ayuntamiento, consolidaría el tejido urbano necesario para aumentar la densidad habitacional y convertir San José en un destino turístico.
Abandono de décadas
La desocupación en el centro no es un tema nuevo.
San José, “una isla en un mar de tormentas”, rememoró el escritor nicaragüense Sergio Ramírez en una columna publicada en La Nación en 2022. Ramírez llegó a Costa Rica el 26 de julio de 1964 y recuerda la capital como un “ambiente ideal”: una ciudad “pequeña y tranquila”, perfecta para vivir. Librerías dotadas de experimentados libreros, una espléndida Biblioteca Nacional —hoy convertida en parqueo—. Era, en sus palabras, un lugar agradable.
Con el paso de los años, la situación dio un viraje del que la ciudad no ha logrado recuperarse. El vaciamiento de la capital se arrastra desde hace más de dos décadas.
Era 7 de marzo de 2003 cuando La Nación publicaba: “Que San José no se convierta en una ciudad vacía después de las 5 p. m., sino que vuelva a convertirse en un espacio para residir”. Ese sería el propósito del Ministerio de Vivienda, la Municipalidad de San José y la Secretaría del Plan Nacional de Desarrollo Urbano, que entonces daban sus primeros pasos para identificar comunidades aptas para albergar proyectos habitacionales.
Se creó así la Comisión de Regeneración y Repoblamiento para el centro de San José, impulsada por el entonces alcalde josefino Johnny Araya Monge. El plan ofrecía incentivos como reducción del impuesto a la construcción y agilización de trámites para promover el desarrollo. Aunque el proyecto concretó al menos cuatro decenas de edificios en un intento por repoblar el centro, los resultados siguen siendo inciertos. Lo que sí se sabe es que la clase alta fue la principal beneficiada, según reconoció la propia municipalidad en su Plan de Desarrollo Municipal 2020-2024.
“La mayoría de las torres de apartamentos están dirigidas a una población de ingresos elevados”, se lee en el documento. Gran parte del desarrollo, en realidad, ocurrió en barrios en las afueras del centro.
Dos décadas después, el centro de San José sigue siendo inhóspito a partir de las seis de la tarde, y la inseguridad ha alcanzado niveles sin precedentes.
Quizá pasen varios años antes de que los cambios se reflejen en las caminatas diarias de quienes transitan o habitan el centro de la capital. Años antes de que vuelva a ser aquella “isla en un mar de tormentas” que tantos añoran. Ese otro San José, silencioso y desalentador, tiene las condiciones para atraer inversión y dejar atrás años de abandono. Siempre queda la duda: ¿mejorará? Como todo, es cuestión de esperar.
