Celso Gamboa Sánchez saltó al ojo público en 2011, cuando su trabajo sobresaliente como fiscal en Limón le llevó a asumir como viceministro de Seguridad a las órdenes de Mario Zamora durante el gobierno de Laura Chinchilla (2010-2014). Recientemente, se convirtió en uno de los dos primeros ticos en ser solicitado por la administración antidrogas de Estados Unidos como extraditable. Sin embargo, Revista Dominical buscó ir más allá de este último acontecimiento. Ahora la solicitud de extradición impresiona, pero Gamboa ha sido una figura prominente por década y media.
Para conocer más sobre este personaje público, RD habló con la expresidenta Laura Chinchilla, quien confirmó que Gamboa llegó a su gobierno recomendado por el entonces (y actual) ministro de Seguridad, Mario Zamora, por el buen desempeño que tuvo como fiscal en Limón. A continuación la entrevista completa:
― ¿Cómo llegó Celso Gamboa a su gobierno? ¿Quién lo recomendó?
― Mario Zamora. Él no entró como ministro en mi gobierno, pero José María Tijerino me puso la renuncia y Mario ya estaba ligado al Ministerio, creo que en Migración y Extranjería, entonces yo le ofrezco a Mario que asuma el Ministerio.
“Cuando él asume, estábamos discutiendo quiénes lo podían acompañar, porque con Tijerino se fue uno de los viceministros y a mí me gustaba que los ministros tuvieran personas de su confianza. Yo no imponía a los viceministros, ellos los escogían, aunque obviamente yo hacía también una revisión de esa recomendación.

“Mario rápidamente me recomendó traernos a Celso, no como el viceministro que llamamos operativo, porque ese lo tenía Walter Fonseca, sino el otro viceministro, que es el ligado a los temas de investigación. Mario me lo recomendó. Yo a Celso no lo conocía.
“Pero si tengo que ser muy franca: cuando Mario me habla de Celso, yo no lo conocía personalmente, pero ya había escuchado mucho en las noticias de los golpes que había dado en Limón. Venía precedido de muy buena prensa, por lo menos, por los resultados que estaba consiguiendo, de manera que cuando Mario me lo recomienda, yo le acepté la recomendación”.
LEA MÁS: Celso Gamboa: el hombre que siempre estuvo ahí… y ahora nadie lo conoce

― En Revista Dominical queremos reflejar que don Celso en su momento fue un abogado joven y prometedor en temas de seguridad. Es decir, las opiniones en general sobre él eran muy buenas, ¿cierto?
― Bueno, es que están los recortes de prensa. No hay más que buscar la prensa o los noticieros para ver la buena prensa que tuvo Celso por muchos años. Él empezó precisamente desafiando a grupos mafiosos en Limón, que era el lugar más peligroso donde casi ningún fiscal quería irse a meter.
“De manera que yo no dudé cuando (Zamora) me hizo esa recomendación, porque venía precedido de varios golpes importantes que había dado en Limón. Además, cuando él empieza a trabajar con nosotros, demostró ser una persona muy diligente, muy estructurada y con una gran capacidad de relaciones públicas que le facilitaba mucho conseguir los objetivos que se proponía.
“Yo lo hubiera calificado con la máxima nota. Él cumplió por lo menos las tareas que estaba llamado a cumplir, las cumplió a cabalidad".
LEA MÁS: Juicio contra Johnny Araya y Celso Gamboa inicia este martes, ¿qué se les imputa?
― Celso Gamboa trascendió los partidos políticos: Luis Guillermo Solís rompió el bipartidismo y lo escogió como su ministro de Seguridad Pública. Usted habló bien de ese nombramiento, dijo que era “un reconocimiento a sus excepcionales condiciones profesionales y humanas”. ¿Cómo se ganó Celso esa confianza?
― Bueno, yo lo describo como un tipo que generaba resultados y eso cuesta mucho en la administración pública. O sea, a Celso se le encargaba una tarea, asumía un proyecto y generaba resultados. Pero además, como te digo, en el trato con las personas también era muy afable, de manera que no habían quejas.
“Yo puse a todo mi equipo a facilitarle al gobierno entrante la transición, y creo que con esa habilidad que siempre lo caracterizó, porque fue un hombre muy hábil en el manejo de las relaciones personales, Celso se ganó una entrada al equipo de Luis Guillermo. Eso fue algo inusitado, porque Luis Guillermo entró con los tacos de frente en contra de mi gobierno.
“Sí fue algo que a mí me sorprendió, pero por una razón que ahora te puedo contar, la única sombra que a mí me genera. Pero yo lo vi más bien como un reconocimiento al buen desempeño que mi gobierno hizo en temas de seguridad.
“Para mí era una manera de reivindicar todo el maltrato que yo había sufrido de mucha gente, decir ‘se dejan a una persona que fue parte de mi equipo de seguridad, a donde hicimos un buen desempeño’. Yo creo que fue la mezcla de las dos cosas: se le reconoció que había generado resultados como parte del equipo de seguridad, pero también que había desplegado sus habilidades de relacionamiento personal”.

― ¿Cuál es esa única sombra que usted menciona que le generó?
― La única sombra vino después de que yo había salido del gobierno, que fue lo que pasó con El Cementazo y por qué vino esa sombra. La historia no es fácil, es una historia compleja, porque a Juan Carlos Bolaños mi gobierno se le plantó, a través de una mujer valientísima que fue Vanessa Rosales, presidenta de la Comisión Nacional de Emergencias (CNE).
“Vanessa se le plantó duro porque él (Bolaños) pretendía unas indemnizaciones que no se le pagaron, porque él había contratado con la CNE en las administraciones anteriores. Entonces Vanessa sufrió muchísimo los ataques, no solamente de periodistas que le hacían el favor a Bolaños, desgraciadamente, sino también de diputados cercanos a Bolaños.
“Yo la respaldé mucho a ella para que se sostuviera, porque tenía ataques por todos lados, impulsados por las presiones de Bolaños para que se le pagaran esas indemnizaciones en los montos que él quería. Había que pagar una indemnización, pero no en los montos que él quería, y la Contraloría también había respaldado a Vanessa.
“Cuando Luis Guillermo nombra a su equipo, Vanessa me llama de inmediato, y me manda los oficios que por montones ella había recibido de Juan Carlos Bolaños. Ahí venía mencionado como abogado de Bolaños a quien Luis Guillermo estaba nombrando como ministro de Obras Públicas y Transportes, es decir, Carlos Segnini.
“Cuando Vanessa me manda eso, fue una reacción tanto de Vanessa como mía, muy dura, porque la conclusión a la que llegamos en ese momento era que Juan Carlos Bolaños iba a lograr lo que no había logrado con nosotros.
“Tiempo después, nos enteramos de las relaciones de Celso con Bolaños, y fue cuando Vanessa me llama a mí y tuvimos unos intercambios que nos hicieron entender un poco mejor algunas cosas. Vanessa me consultó qué me parecía que ella le ayudara a la Comisión Investigadora del Cementazo, para aportar todo lo que ella conocía sobre Juan Carlos Bolaños. Por supuesto que yo le dije que lo hiciera, que estaba en la obligación y ella fue.
“Como te digo, fue a posteriori esa sombra, pero yo echo para atrás y digo ‘¿cuándo empezaría? ¿Cuándo empezaría a desviarse por lo menos de la ruta que yo le conocí?’.
“Pero si yo reviso, en lo que a mí respecta, no hubo algo que yo pueda demostrar como una falta de parte de él. Nada por el estilo. Al contrario, fue un buen funcionario, género resultados, muy hábil en sus relaciones personales, se llevaba bien con todo mundo. Por eso cuando fue nombrado, fue una de las votaciones más altas que ha sacado un magistrado (43 de 38 votos necesarios)“.
LEA MÁS: Celso Gamboa alegó haber sido mordido por una rata, pero área médica de La Reforma lo descartó
― En su gobierno, él además de ser viceministro fue director de la Dirección de Inteligencia y Seguridad (DIS), simultáneamente. ¿Recibió recomendaciones para ponerlo en ese puesto? ¿Cómo se gestó eso?
― Te confieso que, ya para entonces, él tenía dos años de estar como viceministro, había demostrado un buen desempeño, no había ninguna queja. Cuando se va Mauricio Boraschi de la DIS, este es un cargo delicado, y yo no quería ponerme a experimentar, nos quedaba un año. Él mismo se ofreció, y a mí me sonó bien, así de simple.
― Él fue fiscal adjunto y luego lo eligieron magistrado, siendo muy joven, no tenía ni 40 años. ¿A usted le sorprendió que siendo tan joven lo nombraran magistrado?
― No, no, para nada. Para mí resultó clarísimo que Celso iba a tener una carrera meteórica. Más bien recuerdo que yo en algún momento le dije ‘llévala suave, llévala suave, a veces en la vida no es bueno subir tan rápido, se acumulan enemigos mucho más rápido de lo que uno cree’. También le di algún consejo como ‘asentate, reafirmarte en un solo cargo’.
“Pero no me extrañó, porque él era esa mezcla de ser una persona eficaz, que rendía resultados, con la enorme habilidad de las relaciones públicas que tenía. Claro, configuraba el perfil de la gente que logra ascender muy rápidamente”.

― Cuando don Celso pasó a ser magistrado ya usted no tenía nada que ver con el ejercicio de cargos públicos, pero una pregunta que mucha gente se hace es ¿en qué momento se empezó a degradar la carrera de Celso Gamboa, al menos desde el punto de vista del ojo público?
― A mí no casi no me cabe la menor duda de que lo traicionó su propia ambición, porque era un tipo ambicioso y está bien en la vida ser ambicioso, pero de nuevo, cuando se escala muy rápidamente a veces se cometen errores, la gente pierde el norte, empieza a relativizar quizás el uso de ciertos mecanismos para ascender.
“El primer golpe que yo me llevo con Celso es cuando me entero por la prensa de que había hecho unos viajes con Juan Carlos Bolaños, a sabiendas él de lo que Bolaños le había dicho a una funcionaria mía como Vanessa Rosales, de las más honestas que yo tuve. Por eso fue el golpe que Vanessa y yo nos llevamos.
“¿Cómo se podía explicar que él estuviese con Bolaños cuando él sabía del enfrentamiento que nosotros habíamos estado teniendo con este hombre? A mí ese elemento, por lo que Celso había significado para mi gobierno, una persona de entera confianza, ahí me generó una enorme rompimiento en la forma en que vi a Celso a partir de ese momento.
“¿Por qué lo hizo? No sé. De todo eso me enteré cuando salió en la prensa, jamás en mi gobierno, porque él sabía que nosotros le teníamos un clavo enorme (a Bolaños).
“A mí me parece que lo de Celso fue una ambición desmedida, desplegando muchas acciones en un tiempo muy corto. Eso hizo que cayera prácticamente a la misma velocidad con que subió, y puede ser que ya en esa caída, después de El Cementazo, haya entrado a estos pasos con el mundo más oscuro del crimen organizado”.
― El Celso que usted conoció, de 2011 a 2014, es muy diferente al que fue arrestado por solicitud de la DEA. Cuando usted se enteró de todo esto, ¿qué sentimiento le generó?
― Es otra persona. Genera una mezcla de profunda tristeza, porque se trata de una persona que uno conoció en un contexto muy diferente, pero también un sentimiento de traición, porque en el fondo, traiciona a todos aquellos que hayan podido trabajar con él.
“Aunque no haya habido ningún tipo de implicaciones de mi administración con las cosas que se están denunciando, usted sabe cómo está este país particularmente ahora, en donde algunos utilizan información descontextualizada para sugerir quién sabe qué hace atrás.
“Sí, es una mezcla de rabia y frustración, porque siente uno que ahí hay un una traición a una investidura que uno le confió a él. Pero no puedo tampoco dejar de sentir profunda tristeza por ver cómo una persona que tenía tantas condiciones, terminó utilizando esas condiciones para meterse en los enredos y los líos que se metió“.
― Doña Laura, ¿usted está segura de la probidad de Celso Gamboa en esa época, en el tiempo que usted lo conoció?
― En mi vida he puesto las manos a fuego por nadie. Eso yo no puedo certificarlo. Yo juzgo por lo que veo, por la información que teníamos a nuestro haber, información de sus casos, de sus expedientes.
“Por supuesto, antes de nombrar a cualquier persona hacía una indagación de antecedentes penales, a mí no me habría pasado lo que le pasó a este presidente que nombró a alguien que ya tenía antecedentes en materia de drogas. Yo siempre hacía esa revisión y no había nada. ¿Por qué otra razón podía yo presumir algo extraño?
“Él era una persona ampliamente conocida en el sector de justicia penal, persiguiendo a los chicos malos, de manera que su expediente era impecable. No tenía por qué jamás sospechar. Ahora, si me decís que hacía un acto de fe, no, eso no lo puedo hacer porque no lo hago por nadie”.