
El Frente Amplio (FA) participará el próximo mes de febrero en sus sextas elecciones presidenciales. Sin embargo, la agrupación tiene tareas pendientes, y sus líderes lo reconocen. Una de las principales debilidades del FA es el poco arrastre que tiene fuera de la Gran Área Metropolitana (GAM), que lo ha llevado a ser tachado por algunos sectores de la izquierda como otro partido “progresista cultural o woke“ desesperado por acceder al poder, pero desconectado de la realidad.
Tras más de dos décadas de vida, el Frente Amplio enfrenta un cambio generacional impregnado de contradicciones ideológicas. Ninguno de los diputados actuales del FA proviene de una provincia costera.
Si se toman como referencia los resultados de las últimas elecciones, se evidencia que en las provincias de la GAM (San José, Alajuela, Cartago y Heredia) consiguieron el 9,33% de los votos en promedio, mientras que en Guanacaste, Puntarenas y Limón se aproximaron al 6,5%.
La convención interna del partido fue espejo de la baja incidencia del FA en otras provincias. En Guanacaste sólo consiguieron dos precandidatos a diputados (ninguna mujer); en Puntarenas tres, y en Limón tres (ninguna mujer).
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Jonathan Acuña, secretario general del FA, reconoce esa debilidad. Por eso, él se ha fijado, como reto, fortalecer la organización en los territorios fuera de la GAM, en concreto, tener como mínimo tres miembros en cada uno de los distritos del país. Acuña lo explica de la siguiente manera: en la GAM hay mayor probabilidad de encontrar votos progresistas, y por otro lado, la débil presencia del partido en los territorios.

La presidenta del FA, Patricia Mora, también reconoce esta tarea pendiente. “Nuestro mayor reto es conseguir hablarles a esos sectores fuera de la urbe, que son los más empobrecidos, los más desfavorecidos”, dice la líder izquierdista.
Mora cree que es necesario “hablar con la gente” y “tocar casa por casa” para escuchar y dejar el mensaje. “La ventaja de nosotros (FA) es que podemos darle la cara a la gente sin tener vergüenza”, dijo la exdiputada.
La fundadora del FA también reconoce que el partido debería tener mayor presencia en los sectores de trabajadores. “Yo creo que ha sido una falla nuestra, y no voy a decir que es por falta de recursos, no; esto no tiene excusa, nosotros tenemos que internarnos en cada finca de monocultivo, en cada pueblito de aborígenes, en cada caserío, en cada cuadra de cada barrio”, asegura Mora.
“Tenemos que internarnos en cada finca de monocultivo, en cada pueblito de aborígenes, en cada caserío, en cada cuadra de cada barrio”
— Patricia Mora, presidenta del FA

Para Jhon Vega, presidente del Partido de los Trabajadores (PT), ubicado más a la izquierda en el espectro ideológico, el Frente Amplio ha cedido a sus principios de defensa de la clase trabajadora con el único objetivo de acceder al poder. Para él, prueba de esto es que Patricia Mora fue ministra de la Condición de la Mujer en el gobierno de Carlos Alvarado, “uno de los que más ha atacado los derechos laborales”.
Vega también critica el apoyo del FA a gobiernos opresores, como los de Venezuela y Nicaragua, los cuales, en su criterio, operan como dictaduras capitalistas que favorecen a los grupos empresariales. “El PT desde el día uno apoyó y seguirá apoyando la resistencia contra la tiranía Ortega-Murillo, pero el Frente Amplio lleva en sus listas a diputados gente que sigue reivindicándolo”, reclamó.
“Las grandes transformaciones en este país se lograron por la organización de la clase trabajadora, la resistencia en las calles, y el FA ha renunciado a eso sistemáticamente. Son gente que no se ha curtido en las luchas, no tienen ninguna presión, más allá del discurso acomodado, se imponen los asesores legislativos, los caudillos del partido”, agregó el líder político.
Para responder a estas deudas pendientes, el Frente Amplio presenta como candidato presidencial para 2026 a Ariel Robles, un educador oriundo de Pérez Zeledón que se identifica “en el espectro político de la izquierda progresista“.
El diputado frenteamplista, un joven con aretes y tatuajes, hijo de una maestra y un camillero de hospital, presenta una candidatura disruptiva: es el único candidato de los punteros en las encuestas que nació en la década de los noventas, esa en la que la “izquierda democrática” empezaba a crecer en Costa Rica.
No obstante, el FA no está exento de críticas. De hecho, el último análisis del Observatorio de Comunicación Digital (OCD) de la Universidad Latina de Costa Rica, mostró que, entre el 1.º de junio y el 31 de agosto, Ariel Robles fue el candidato presidencial que menos comentarios favorables obtuvo de la conversación en redes sociales.
Las crayolas y las papeletas el próximo 1.° de febrero serán las que digan si el socialismo democrático ya no asusta tanto, y si el maullido se impone al rugido.
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