“¡La tortilla con queso es la especialidad de mi papá!”, dice orgulloso Federico, de 10 años.
“Mi comida favorita es la pasta Prince, mi papá me la hace especial. Nunca ha sido chapa en la cocina”, contó Isabella, de 15.
Federico Céspedes (mejor conocido como Kika Pol) es el papá de Isa y el músico Alfonso Araya es el padre de Fede. Ellos son quienes les cocinan sus platillos favoritos, también se encargan de apoyarlos en los estudios, de lavar su ropa, de planchar los uniformes, de limpiar la casa, de llevarlos al cole y a la escuela. Los han cuidado en enfermedades y han curado sus heridas, les enseñaron a andar en bicicleta y en patineta; en fin, han sido progenitores responsables y amorosos, pero con la particularidad de que además son papás solteros.
Los padres de Isa y Fede son todo terreno, viven una vida que podría calificarse de “diferente” porque después de terminar la relación con las mamás de sus hijos, son ellos los que se han encargado de la crianza.
Sin embargo, para estas familias de dos miembros, su vida no tiene nada de extraño: han sabido aprender juntos, disfrutar del viaje y sacarle mucho provecho a las situaciones que se les han presentado con altos y bajos. “No hago nada diferente a lo que el 90% de las mamás de este país hacen. La única diferencia es que me llamo Alfonso y soy hombre”, explicó Araya.
Ser papás no los eximen de las responsabilidades. Ellos demuestran que frases como “los papás son muy chapas”, “los hombres no saben hacer nada” o esas expresiones incómodas como “a los hijos solo los cría bien la mamá” o algo como “la mamá es la que sabe” no son ciertas en sus casos.
Por diferentes situaciones personales y decisiones muy bien analizadas para el bienestar de sus hijos, Kika Pol y el músico Alfonso Araya (quien toca con El Guato y Pato Barraza y a quien recordamos por ser uno de los niños de la serie El Barrio) fungen con ese rol de papás solteros y hoy, en la celebración del Día del Padre, contamos sus historias y cómo han sorteado retos y aprendido a llevar de la mejor manera la crianza de sus retoños.
Aprendizaje
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Algo que tienen en común estos dos papás es que sus trabajos no son convencionales: ambos son artistas y por estas profesiones es que sus horarios no son tan comunes como los de muchos, además, constantemente tienen que viajar a lugares alejados de sus casas para atender compromisos profesionales.
Ambos han acomodado su vida para que sus trabajos y su labor como padres no interfieran entre sí, pero no han podido evitar que a veces deban sortear horarios y viajes con el cuido de sus hijos para cumplir con las dos responsabilidades.
Kika Pol y su hija Isabella viven juntos y solos desde que ella tenía un poco más de cuatro años. Kika también tiene dos hijos de otras relaciones: Matías (el mayor) y Antonella (la menor); Isa es la hija del medio.
Cuando la niña se fue a vivir con su papá (tras un acuerdo entre ambos progenitores para el bienestar de la pequeña), Kika tuvo que tomar fuertes decisiones que lo llevaron, incluso, a dejar de participar en competencias internacionales como lo hacía años antes cuando representaba a nuestro país en eventos del dominio del balón de fútbol.
“Cuando me iba a los eventos me la tenía que llevar en un coche. La ponía delante de mí, con el público pero al frente, donde yo pudiera estarla vigilando mientras hacía el show”, recordó Kika. El atleta reconoció que nunca ha buscado ayuda de una niñera, aunque sí ha tuvo apoyo de personas de su círculo cercano, entre ellas la abuela materna de la muchacha, quien siempre ha estado muy presente en su vida.
“Hemos vivido solos desde siempre. Nuestra aventura ha sido juntos, hemos rodado por varios lugares y nunca se la he dejado a nadie. Cuando decidimos que se quedaba conmigo renuncié a competir internacionalmente porque yo no concebía irme 22 días o un mes de viaje a otro país y dejarla con otra persona. Eso nunca fue una opción, siempre me dio miedo porque siempre he cuidado mucho de su integridad”, explicó Pol.
Otra situación que siempre ha cuidado mucho este papá es cuando ha tenido relaciones sentimentales. Aunque afirma que no es un hombre de andar de novia en novia o durar poco con sus parejas, prefiere marcar una línea entre sus noviazgos y sus hijos porque ellos tienen a sus madres y no quiere “andar poniéndoles un montón de mamás”.
La relación que existe en el hogar de Kika e Isa es de mucha confianza y cercanía. Ahora que ella está en plena adolescencia la comunicación es de suma importancia y eso es algo en lo que Kika ha trabajado intensamente.
“Siempre he tenido mucha libertad de hablar y expresarme en mi casa. A mi papá no le tengo miedo, todo se lo cuento, hasta si me gusta alguien. Papi y yo hemos creado una relación donde hablamos de todos los temas abiertamente, por ejemplo cuando tuve mi primera menstruación tuve la confianza de contarle y pedirle apoyo, un apoyo que usualmente uno se lo pide a la mamá, pero lo tuve a él conmigo a mi lado”, contó la joven.
Por supuesto que el respeto es otra de las reglas de este hogar. Isa necesita de su espacio personal y su papá está consciente de ello.
Ambos comparten gustos en común pero también tienen sus desacuerdos. Por algo la conversación acerca de que Isa tenga novio, por ahora está pospuesta.
-¿Qué es lo que no le gusta de vivir con su papá?
Isabella: Que no me deja tener novio...pero hay un trasfondo.
Kika: Se jaló un par de tortas y le extendí el plazo para tener novio porque su comportamiento demostró que no tiene la madurez ni la responsabilidad suficiente para tener uno. No fue por celoso o machista.
Isabella: Soy consciente de que tiene razón y prefiero esperar porque entendí que no estaba lista.
Fuera del tema del noviazgo juvenil, son pocos los desacuerdos. En esta familia son más los gustos en común y las aficiones que se comparten, como la actividad física (en su casa es infaltable). Además, hija y padre son aventureros y les gustan las experiencias extremas.
Físicamente se parecen mucho también, pero en la manera de ser eso de que hijo de tigre sale pintado también se les cumple. Ambos son muy detallistas e intensos cuando de sus responsabilidades se trata.
“Si yo tengo algo en la cabeza no me quedo en paz hasta que lo logre, ella es igual”, dijo Kika.
“Cuando hago alguna tarea detesto el desorden, tengo que seguir las reglas al pie de la letra, no puedo hacer algo diferente a lo que me piden”, agregó la muchacha.
Otra característica que los identifica es que son empáticos con las demás personas, no les gusta la discriminación y piensan firmemente que cada persona tiene el derecho de vivir su vida como guste sin que por eso deba de ser señalada.
Este papá deportista y artista también le ha enseñado a su hija el valor del trabajo. En casa Isabella tiene responsabilidades que cumplir, como, por ejemplo, limpiar dos veces a la semana el gimnasio que Kika tiene en la casa y que es el negocio con el que lleva el sustento al hogar.
Otro punto en el que ha trabajado mucho esta familia es en la unión. Isabella guarda una relación muy cercana con sus hermanos, algo de lo que Kika está muy orgulloso.
Un amor a prueba de todo
Hay una pregunta que no puede faltar en una conversación con un padre soltero y su hija. ¿Qué responden ante los cuestionamientos sobre por qué la mamá no está?
“Siempre hay personas que preguntan, incluso una expresión que siempre escucho es: ‘¿Cómo, la mamá se la dio?’”, recordó Kika.
Isabella, en una demostración de madurez, amor y respeto por su papá dio una respuesta que le sacó las lágrimas a Kika.
“Ahora en la adolescencia hay más filtros, pero cuando estaba en la escuela era más complicado. La pregunta típica era: ‘¿Su mamá no la quiere?’”.
“Nunca me he avergonzado de decir que mi mamá no está porque siempre he sabido qué es lo que tengo y lo que tengo es bueno y realmente me gusta. Cuando me preguntan respondo que vivo con mi papá y listo, no tengo que dar explicaciones pero tampoco tengo que ser repugnante o enojarme. Esa es mi respuesta, es breve, concisa, simple y va al grano, no tengo que dar más explicaciones”, afirmó la joven.
“Lo más retador de todo ha sido llevar este proceso intentando no cometer errores graves. La sociedad dice que la mamá es la que protege, la que cría y que el papá es el proveedor. Yo lucho todos los días para que ella no esté inestable emocionalmente por la ausencia de su mamá, esa es mi meta”, confesó Kika.
Isabella y su padre han sorteado muchas pruebas juntos y el camino recorrido los llena de orgullo.
“Es muy bonito vivir con papi. Nunca me ha faltado nada, nunca he pasado necesidades. Nuestra relación es de respeto y confianza mutua y eso me da seguridad”, concluyó la orgullosa hija.
Cosa de chicos
Nuestra segunda historia es la de Alfonso y Fede. En su casa el lema es “Rockcito y mucho amor”, aunque también podrían sumarle eso de que “el queso es vida”.
Fede tiene 10 años y cursa el cuarto grado de la escuela. Es un apasionado de la música y por supuesto que el rock es su género favorito, no solo porque heredó de su papá el gusto por el arte, sino porque nunca está de más una buena pieza de Marilyn Manson.
De entrada, Fede reconoce que disfruta mucho vivir con su papá, pero a veces no le gusta cuando se pone “chichoso”, aunque claro, muchos de esos enojos tienen una razón de ser.
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“Es chiva, es bastante chiva la verdad vivir con mi papá. Voy seguido donde mi mamá pero es unos cuantos días, la mayor parte la paso con mi papá. Me quedo con mi mamá cuando mi papá tiene chivos, últimamente ha tenido muchos chivos”, contó Fede.
“Por dicha”, agregó Alfonso, quien es músico y toca con grupos como El Guato y con Pato Barraza, pero también lo hace en solitario en eventos privados. Durante el día trabaja en soporte técnico, desde casa.
Además del gusto por la música, padre e hijo también comparten el amor por la comida y, por supuesto, por el queso. Cocinan juntos muchas veces: Fede hace huevo frito y revuelto, su especialidad; su papá es todo un chef preparando pasta y tortilla con queso.
Que Fede viva con su papá también corresponde a una decisión muy bien pensada y analizada en conjunto con la mamá del pequeño. “Para mí es más fácil resolver porque trabajo desde la casa. Vivimos muy cerca de la mamá y de los abuelos maternos de Fede. Todos son un gran apoyo para nosotros, también nuestros vecinos y mi novia son parte importante de ese soporte que necesitamos. Todo está bastante estabilizado”, explicó Araya.
Esta vida la llevan desde hace aproximadamente unos cuatro años, cuando Alfonso se trasladó a vivir a Heredia para llevarse a Fede con él. Ambos recuerdan que esos primeros días juntos los empezaron en un apartamento muy pequeñito, con un solo cuarto, un hornito para cocinar, un sartén eléctrico, un coffee maker y una mesita que hacía las veces de mesa de sala, escritorio y hasta comedor.
Los tiempos han cambiado y todo ha mejorado para ellos. Ahora viven un apartamento más amplio, Fede tiene su propio cuarto (aunque una vez a la semana duerme con su papá), tienen una gata como mascota y ya preparan sus alimentos en una cocina grande.
El tema de la crianza es compartida. Alfonso se mantiene en contacto constante con la mamá de su hijo para informarle de qué sucede con el niño y tomar juntos las decisiones que haya que aplicar en la educación del pequeño.
Curiosamente la vida de Fede también se ha desarrollado entre escenarios, luces y micrófonos, ya que como su papá es músico, desde muy pequeño asistía a los conciertos.
Fede: “Me gusta ir a los conciertos, me gusta verlo en el escenario”.
Alfonso: “¿Hago mucho feo, mae?”.
Fede, tajante: “Sí”.
El día a día de este hogar es bastante intenso desde muy tempranas horas de la mañana, cuando Alfonso entra a trabajar y poco tiempo después Fede se levanta para ir a estudiar. Desayunan juntos y el padre hace algo que aprendió en el camino de la mano de su hijo: peinar un cabello largo.
Fede tiene una cabellera digna de cualquier rockstar. “Es un aprendizaje chiva en todos los sentidos porque ninguno de los dos sabe lo que está haciendo. Estuvimos batallando como dos años sin saber que hay sprays que quitan los nudos. Aprender a peinarlo fue algo muy chiva, por ejemplo”, explicó Alfonso.
Después de clases, de hacer tareas o estudiar (que ya Fede lo hace solo, para orgullo de su papá), hay espacio para disfrutar. En este apartamento de varones les gusta mucho ver televisión; también habían intentado practicar el patinaje, pero la lluvia se los ha impedido. Algunas veces tocan música juntos porque Fede tiene su propia guitarra eléctrica y Alfonso le hace segunda con su chelo.
“He aprendido poquito a tocar, no soy muy apasionado pero mi papá me ha enseñado. De vez en cuando escuchamos música o tocamos, no sé cómo nuestros vecinos aún no nos han callado”, reveló Fede entre risas.
“Mucha de nuestra relación se basa en rockcito y mucho amor, así es nuestra vida. Me salió súper tarrero y eso es una vara súper linda”, agregó orgulloso Alfonso.
Lo que se hereda no se hurta
Fede es bien rockero, ama el queso y a su corta edad tiene un sentido del humor ácido, igual que su papá.
“A veces parece que los dos tenemos 10 años. Vacilamos con chistes tontos de papá que son malísimos. Ha sido muy chiva crecer juntos y ver cómo empezamos y cómo estamos ahora”, narró el artista.
Son aventureros, les gusta pasear (de hecho son bastante callejeros, reconocen) e irse de viaje en carro a descubrir nuevos lugares.
Ambos tienen gustos parecidos también en cuanto a deportes como las artes marciales, pero también hay actitudes en las que se diferencian. Por ejemplo, Fede es un niño muy tranquilo, todo lo contrario a como era Alfonso en su infancia, pues asegura era como un terremoto.
En esta familia de dos el respeto y la educación son importantes, valores que Alfonso ha tratado de inculcar en su hijo. “Él ya es un mae grande y entiende bien. Cuando hay un regaño yo trato de hacerlo entrar en razón y desarrollar esa parte racional que entienda que hay consecuencias por los actos”, explicó el papá.
En este camino de crecimiento y aprendizaje juntos, Alfonso reveló que hay algo muy difícil para él y con lo que lidia constantemente. Con la voz entrecortada por la emoción y algunas lágrimas asomándose en sus ojos el músico reconoció que se preocupa mucho por hacer un buen trabajo como padre.
“Sin duda me ha costado mucho esa ansiedad de pensar si estoy haciéndolo bien o no. Me da mucho miedo. Yo trato, pero a veces siento que no lo logro. Creo que es muy normal en los papás”, dijo.
Sin embargo, también valora que el sentido paternal le ha ayudado a llevar el reto. “Yo soy papá desde que este mae estaba en la panza, siempre estuve muy metido con él, siempre he estado presente. Es mi vida”, concluyó.