La revista Rolling Stone sentenció en 2023 que TikTok sacó Betty la fea y Grey’s Anatomy de los cajones del olvido. Pequeños cortos de tres minutos publicados por algunas cuentas resultaron suficientes para reavivar la nostalgia y el interés por estas series que marcaron los años 90, e incluso otras más recientes que simplemente habían quedado fuera del radar.
Así, TikTok —plataforma cuyo uso se ha disparado y que utilliza al menos 45 % de la población adulta en Costa Rica— no solo dicta bailes y tendencias virales, sino que también reinventa la forma de ver televisión: fragmentada, veloz, frágil y, al mismo tiempo profunda, capaz de tejer puentes entre el universo de las plataformas. Es un curioso cruce entre el mundo tradicional de la pantalla en una sala doméstica, y el dinámico y efímero de las redes sociales.
Alrededor de la mundana práctica de deslizar el dedo por la pantalla, se despliega entonces un ecosistema complejo. Ignacio Siles y Luciana Valerio, investigadores del Centro de Investigación en Comunicación de la Universidad de Costa Rica (Cicom), se tropezaron con esta tendencia mientras trabajaban en otros proyectos de investigación, y decidieron detenerse a analizar el fenómeno con más detenimiento.
Recién publicaron el estudio From Feed to Flow: Watching Television on TikTok [“Del feed al flujo: Ver televisión en TikTok”]. Su aporte académico busca entender cómo se viven las relaciones con los algoritmos: qué hacen con nosotros, pero, sobre todo, qué hacemos nosotros con ellos.
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Aunque el contenido televisivo desempeña un papel secundario en la TikTok, en comparación con la variedad de contenidos disponibles, no pasa desapercibido en las pantallas de quienes a diario acuden a ella.
“Es literalmente como ver la televisión; estás desplazándote y de repente aparece una película, una película que probablemente nunca habría elegido ver por mi cuenta”, cuenta en el estudio Carlos, un estudiante universitario de 21 años.
El algoritmo de TikTok es poderoso. De hecho, es percibido por los propios usuarios como uno de los más complacientes; es una extraña sinergia entre la mente humana y la computadora. ¿La “Matrix”? Tal vez.
La app sugiere fragmentos de series y películas en patrones y periodos que pueden extenderse durante semanas y eso permite a los usuarios anticipar qué esperar de la aplicación cada vez que ingresan en busca de entretenimiento.
“Empecé a ver clips de series y películas sin ningún contexto, pero clips muy interesantes. Así que iba al perfil [del usuario] para seguir viendo clips. Luego, inevitablemente, el algoritmo seguía mostrándome más clips de esa misma serie”, contó a los investigadores Miguel, un joven de 23 años.
“Me meto de lleno, me pierdo. No entiendo cómo me absorbe tanto ver este tipo de vídeos”, añade.
Aunque el algoritmo sin duda es poderoso, sería limitado pensar que los usuarios no tienen alguna responsabilidad en otorgarle ese poder. De hecho, se requiere una dinámica muy activa para configurarlo y ver televisión según sus propios gustos. De alguna forma, la inteligencia del algoritmo está sujeta a las acciones del usuario: dar ‘me gusta’, seguir los perfiles que suben videos, realizar búsquedas dentro de la aplicación y guardar los contenidos.
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De esta forma, esa maquinaria que no podemos ver, identifica nuestros gustos y continúa mostrando contenido relevante en pantalla. Es difícil que desilusione porque reitera lo que ya consumimos.
“Puedes confiar en el algoritmo. Si no quiero ver un episodio, me lo salto, pero probablemente vea algo que me guste más tarde”, cuenta Kaira, estudiante de 24 años.
Quizá, además, ver televisión en TikTok responde a una cuestión generacional: la inmediatez y la atención fugaz. Ya todo está ahí, y eso es gratificante. Se evita el momento incómodo de sentarse en el sillón, tomar el control y pensar “¿qué quiero ver hoy?“. La respuesta, muchas veces, ya la tiene el algoritmo y la responsabilidad, de alguna forma, recae sobre él.
Sin embargo, el atractivo de TikTok para ver tele va más allá del ahorro energético que pueda implicar: se trata, sobre todo, del tiempo y el nivel de atención que exige. Los usuarios perciben que ver una serie en una plataforma de streaming o en una pantalla más grande requiere una mayor inversión de tiempo y concentración. Prestar atención en ese contexto supone un esfuerzo extra que TikTok no demanda, aunque sí exige un poco más esmero que otros contenidos virales dentro de la misma plataforma.

Esta diferencia en la demanda de atención convierte a TikTok en una alternativa más accesible para quienes buscan entretenimiento sin comprometer demasiado su cerebro. A la vez, el consumo de tele en TikTok trasciende otra barrera más: implica participar, comentar, compartir, formar parte de una conversación colectiva con usuarios de todo el mundo, en tiempo real. Eso, supera la frontera de la televisión, e incluso de las propias plataformas de streaming.
En la sección de comentarios de cada video convergen opiniones, recomendaciones, datos como el nombre de la película y detalles relevantes de los personajes, que hacen de la interacción más profunda. De alguna forma, engancha y ofrece justo la información que un usuario necesita.
¿Desaparecerá la tele?
Cada vez que surge una nueva tecnología, una tendencia o una forma distinta de consumo, una de las preguntas que más resuena es: ¿qué desaparecerá por esto? Sacar conclusiones apresuradas puede inducirnos al error, y es ahí donde la investigación académica cobra especial relevancia.
Sin duda, el consumo televisivo se ha transformado… y no únicamente por TikTok. Sentarse a ver televisión hoy es radicalmente distinto a como era hace 20 años: se ha convertido en una práctica fluida, en la que conviven múltiples dispositivos y plataformas.
Cada vez es menos común encontrar a alguien que utilice la televisión por cable como principal fuente de entretenimiento. Sin embargo, eso no significa que la televisión esté desapareciendo.
Para Ignacio Siles, esta nueva forma de ver tele no representa una amenaza, sino un complemento. De hecho, es común que el consumo de fragmentos de películas o series en TikTok termine llevando a los usuarios a buscar el contenido completo en plataformas de streaming. Quizá, en sus pantallas, aparece contenido que nunca habrían elegido ver en Netflix por su cuenta, pero después de ver un par de clips, terminan convencidos de que quieren acceder al contenido completo.
“La lección más interesante es que las personas construyen recorridos o trayectorias de consumo de cultura mucho más variados de lo que uno supone. Hay una serie de cadenas, de plataformas, de redes de plataformas complejas a la hora de ver la televisión hoy en día”, afirma Siles.
Hoy, las fronteras entre plataformas se diluyen y las tendencias de consumo de contenido continúan mutando con el surgimiento de nuevas tecnologías. Redes que creíamos conocer —como TikTok— sorprenden con nuevas formas de consumir contenidos y operan con otras plataformas para crear un complejo ecosistema de medios, capaz de reavivar el interés por contenido que creíamos muerto.