‘Que un ministro quiera hacer borrón y cuenta nueva es la peor improvisación’, dice coordinadora del Estado de la Educación / Coordinadora de Estado de la Educación señala el peor error del actual gobierno en ese campo
La educación costarricense atraviesa un deterioro sostenido por lo menos desde hace una década; como resultado, nuestros estudiantes de primaria y secundaria no saben interpretar textos sencillos ni resolver operaciones matemáticas básicas. Lejos quedaron los años en que el país figuraba como un ejemplo en la región, y si no se atiende el problema, se podría poner peor.
Aún así, no todo está perdido: como ya tenemos el diagnóstico, es posible articular soluciones. Isabel Román, coordinadora de investigación en educación del Programa Estado de la Nación (PEN), considera que Costa Rica todavía está a tiempo de “subir una grada” y recuperar la calidad en el modelo educativo, en lugar de seguir siendo un país donde sus jóvenes temen asistir a clases por las alertas de tiroteos.
Y como estamos en el inicio de la campaña electoral, la investigadora también expuso a Revista Dominical cuáles deberían ser los ejes en que los candidatos presidenciales asuman compromisos, para fortalecer la educación.
Independientemente de quién resulte electo en febrero del próximo año, ¿qué ruta considera que debería seguir el nuevo gobierno para atender la crisis educativa en Costa Rica?
Esta es la peor crisis que hemos tenido en los últimos 40 años y, bueno, es producto de los rezagos históricos que hemos venido arrastrando y del apagón educativo que experimentamos entre el 2018 y 2022. Un tercer factor que se ha unido a estas causas es una gestión errática y sin rumbo que hemos tenido entre 2022 y 2025.
“Los aprendizajes de nuestros niños, niñas y adolescentes, hoy por hoy, están muy por debajo de lo esperado en los estándares nacionales e internacionales. Hay que salir ya de la crisis, lo hemos venido postergando por muchos años. Esperábamos que este nuevo gobierno nos brindara una rampa de salida; lamentablemente, no tuvimos una ruta clara y para el próximo gobierno es sin duda su principal reto.
“El informe (PEN) apunta a una serie de ejes estratégicos que si el futuro gobierno, independientemente de cuál sea, retomara esos ejes, nos permitiría salir de la crisis. Porque hoy no es salir de la crisis por salir, es salir de la crisis subiendo una grada como país en materia de calidad educativa”.
LEA MÁS: Cuatro acciones puntuales del gobierno empeoraron educación en Costa Rica
¿Cuáles serían esos pilares fundamentales, de cuando hablamos de ‘reconstruir’ la educación en Costa Rica? ¿Cómo debería lucir ese proceso de ‘subir una grada’ en la práctica?
Necesitamos que esa ruta sea clara, con metas específicas y con parámetros para medir cuánto vamos avanzando. El informe propone seis grandes ejes estratégicos que tienen que ver con la inversión en educación, mejorar los aprendizajes de los estudiantes, mejorar los mecanismos de evaluación del país, mejorar la rectoría del sector, mejorar a nivel local la gestión de los centros educativos y, finalmente, un tema clave para el país es aumentar el logro universitario en la población.
“Son seis puntos estratégicos, porque cuando uno tiene muchos objetivos, todo es importante y nada es importante. Los consideramos estratégicos para mover la aguja”.
Frente a desafíos como la implementación de la inteligencia artificial, la transformación digital y los cambios en la demanda laboral, ¿cómo debe lucir una modernización sostenible del sistema educativo?
Es parte de que tenemos un doble desafío: por un lado, salir de la crisis y atender los efectos que esa crisis ha provocado en la población; y en segundo lugar, hacerle frente a los desafíos del futuro. Ese futuro que ya llegó, que plantea nuevas demandas en materia de competitividad frente a un contexto internacional bastante convulso, en un país donde lo único que tenemos es nuestra gente.
“La educación siempre ha sido la principal herramienta o la principal palanca que un país como Costa Rica, tan pequeño y que lo único que tiene es su gente, para atender esos desafíos que tiene hacia adelante. Este doble desafío que hoy tenemos amerita y necesita un enorme esfuerzo nacional de volver a recolocar a la educación en el centro de nuestro contrato social.
“La educación es quizás la inversión que más retornos genera en una sociedad, tanto a las personas como a las sociedades, para combatir la desigualdad, para combatir la pobreza, para combatir la violencia”.
La educación es el principal mecanismo de reducción de las desigualdades a futuro y de superación de la reproducción intergeneracional de la pobreza, por los círculos virtuosos que genera entre educación, movilidad social y mejores ingresos".
Recientemente, el Ministerio de Educación Pública (MEP) anunció que prohibirá el uso de los celulares en las clases a partir de 2026 y varios profesores también han testificado que el estudiantado no presta atención por usar los dispositivos. ¿Considera que esta medida es adecuada para mejorar la atención y el aprendizaje dentro de las aulas?
“Los países de la OECD (Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico) cuando se ha puesto esta discusión sobre tema de los celulares, lo que se ha hablado es que se haga un uso controlado. No su eliminación de las aulas, sino un uso totalmente controlado por parte de los docentes para convertir ese elemento de distracción en un recurso más educativo en las aulas. Esto, sin embargo, requiere ciertas condiciones y la principal es que nuestros docentes tengan competencias digitales avanzadas, que es lo que no tenemos.
“Hicimos un estudio en el Estado de la Educación y encontrábamos que en la pandemia solo un 20% de los docentes tenían altas competencias digitales. ¿Esto qué significa? Que saben utilizar la tecnología para trabajar con sus estudiantes y potenciar las habilidades del pensamiento superior, resolución de problemas, investigar todo lo que se puede hacer con las tecnologías, pero para eso necesitamos docentes capacitados, que es justamente lo que no se ha hecho en los últimos años.
LEA MÁS: MEP plantea cambios en reglas de conducta: estudiantes perderían el año por estas faltas
Se podría hablar entonces de que sí, hacen falta capacitaciones tecnológicas para los docentes, pero, ¿también debería pensarse en un tipo de reglamento para regular el uso de estos dispositivos en las aulas?
Claro, en los países de la OECD, cuando se ha regulado el uso del celular, es porque ya en todas las aulas hay computadoras y conectividad de banda ancha. No estamos nosotros ahí. No todas las aulas tienen computadoras, no todas las aulas tienen una conectividad de banda ancha y no todos los docentes tienen competencias digitales avanzadas.
“Cuando esas condiciones no se dan y para muchos estudiantes la única posibilidad de acceder a la tecnología es su celular, al final lo que estamos haciendo es profundizando las desigualdades. Porque entonces no tienen computadora en las aulas, ni tienen computadora en sus casas y el celular, que es su única herramienta, está prohibido. Ahí hay que tener cuidado, en el sentido de no profundizar las desigualdades”.

Otro aspecto del que casi no se habla es el estrés que viven los profesores. Revista Dominical ha documentado que incluso algunos han intentado quitarse la vida por la presión. ¿Cómo se debería abordar esta crisis de salud mental en el magisterio y qué apoyos concretos deberían ofrecerse?
Todas las investigaciones internacionales nos señalan que la calidad de los sistemas educativos pasa por la calidad y el bienestar de los docentes. Cuando esas dos condiciones no se dan, obviamente es muy difícil pensar en mejoras de la calidad de nuestro sistema educativo.
“Después de la pandemia, todos quedamos muy afectados. No solamente los estudiantes, también los padres de familia y los docentes. De alguna manera la pandemia nos cambió la conversación pedagógica: qué enseñar, cómo enseñar y para qué enseñar. Y claro, no todos los docentes estaban preparados para el cambio tecnológico, tuvieron demasiadas demandas y no necesariamente tuvieron toda la capacitación y el acompañamiento. Esa es una de las más grandes deudas que tenemos.
“Hoy lo que necesitamos es brindarle ese apoyo, ese acompañamiento a los docentes y no solamente la capacitación en términos de alfabetización emocional, que por cierto nos falta a todos en el sistema educativo, sino también en términos de generar espacios lúdicos, espacios para la lectura, porque tenemos una gran parte de docentes que no lee.
“¿Cómo vamos a resolver los problemas de nuestros jóvenes que teniendo 15 años leen como si estuvieran en tercer grado, si nuestros docentes no leen? Se pueden generar clubes de lectura y también encuentros con las familias y los estudiantes de otras formas, donde la integración social se pueda dar”.
LEA MÁS: Educación para adultos pierde 8.000 estudiantes por año en Costa Rica
Otro tema es que la inseguridad ya llegó a las aulas, con casos de amenazas de tiroteos dentro y fuera de colegios, que años atrás no ocurrían. ¿Qué medidas, entonces, considera urgentes para proteger a la comunidad educativa y garantizar que los centros sigan siendo espacios seguros?
Cuando vemos un tiroteo, lo primero que se habla es que se apliquen los protocolos, y esa medida está muy bien y hay que hacerla, pero no nos va a resolver el tema de cómo proteger a los centros educativos. Para eso es muy importante las redes locales de apoyo.
“Se trata de las instituciones que están en las comunidades, como los Ebais, las iglesias, la municipalidad, las asociaciones de desarrollo comunal, las ONGs, todo ese tejido social. Cuando hicimos un análisis para entender qué pasaba con los centros educativos en las localidades en las zonas de mayor pobreza y vulnerabilidad social, encontramos que esas redes son muy débiles o inexistentes.
“Por ejemplo, en Limón 01, que es un circuito principal del centro de Limón, no encontramos ninguna red de apoyo (...). Si hay un mayor involucramiento de esas organizaciones con los centros educativos, podemos mejorar también la calidad de la educación y ser más vigilantes de lo que está ocurriendo en los centros educativos, no solamente en términos de la violencia, sino también en términos académicos”.
LEA MÁS: Cuatro años más de improvisación en la educación serían fatales

Se amerita un trabajo en equipo de las organizaciones y otras instituciones públicas con las escuelas y los colegios...
Sí, y lo paradójico es que en la política educativa desde 2017 aparece esto de fortalecer las redes locales de apoyo a los centros educativos, pero no se ha cumplido. No se han generado las condiciones, porque esto no va a ocurrir de la noche a la mañana. Requiere acompañamiento, que los centros educativos aprendan a trabajar con las comunidades.
“Muchas veces nuestro sistema educativo ha sido históricamente muy centralista, viéndose hacia dentro, pero no viéndose hacia afuera. Tanto es así que, por ejemplo, los sábados y los domingos tenemos a los centros educativos cerrados, cuando podrían ser un espacio para que nuestros jóvenes vayan ahí a jugar basket o fútbol, pero nuestra visión es cerrarlos hasta el lunes. Es el sistema educativo mirándose hacia dentro, que necesitamos mire hacia fuera.
“El otro tema es que hay que fortalecer mucho el liderazgo colaborativo. Aquí todo el mundo se echa las culpas. Los docentes dicen que es problema del ministerio arriba porque les ponen muchos trámites; las familias dicen que es un problema de los docentes; los docentes dicen ‘no, es problema de las familias que no apoyan’; y los estudiantes, bueno, van contra el mundo.
“El asunto no es reclamándonos y pasándonos la bola, sino más bien generando trabajo colaborativo. Así lo han hecho los países desarrollados, fomentar mucho lo que se llama el liderazgo pedagógico distribuido. Todos nos responsabilizamos de alguna manera y trabajamos juntos para mejorar los resultados educativos”.
No queremos un país con un bajo equilibrio de desarrollo, es decir, un país que genera mano de obra mal educada, que tiene bajos niveles de productividad y que está condenado a tener a bajos salarios y empleos informales de mala calidad, sin derechos básicos como salarios mínimos y seguridad social".
Casi en paralelo, presenciamos casos de estudiantes intoxicándose con bebidas alcohólicas o sustancias inhalables dentro de las escuelas y colegios. ¿Cómo se pueden mitigar este tipo de conductas?
Educación, educación y más educación. No hay más. Necesitamos recuperar programas como los que hemos tenido en el pasado de educar a los jóvenes en términos de las implicaciones que tienen las drogas. Esto es tan importante como que nuestros jóvenes reciban educación sexual. ¿Cómo queremos evitar la violencia, las agresiones, y generar mayor tolerancia y respeto a la diversidad si restringimos este tipo de programas sin mayor evaluación?.
“Lo importante es generar nuevas alternativas y fortalecerlas con más enfoques de educación para la paz, no eliminando otras cosas que han demostrado ser efectivas e importantes. El tema es cómo le estamos dando, o no, herramientas a nuestros jóvenes y niños para que realmente ellos puedan ser protagonistas y no simplemente depositarios de información”.
En esa misma línea, si se quieren reducir los embarazos infantiles o en la adolescencia, no fue prudente eliminar el programa de sexualidad y afectividad.
Totalmente, eso fue un error. Es un retroceso claro de nuestra política que nosotros hemos denominado malas decisiones, erráticas, que no ofrecieron una alternativa mejor en momentos en que, por ejemplo, hoy por hoy la violencia asociada a todo el tema del narcotráfico le cobra un serio precio a las mujeres.
“Niñas y jóvenes se ven envueltas en el tema del narcotráfico donde se suma la capa de violencia. Se suman una serie de temas que podríamos estar realmente combatiendo con este tipo de programas”.
LEA MÁS: La absurda eliminación del Programa de Sexualidad y Afectividad del MEP
Empezamos hablando del papel del gobierno en la educación, y es que este sector, junto al MEP, suelen ser objeto de politización. ¿Qué valoración hace usted de esta situación y cuáles son las consecuencias de que las decisiones educativas estén atravesadas por intereses políticos coyunturales?
Cuando se fijó el 8% del Producto Interno Bruto (PIB) para educación, que no fue una ocurrencia como algunas personas sin conocimiento o ignorancia lo han señalado, se hizo porque veníamos de una lección muy dura que aprendimos en el siglo pasado, cuando se nos cayó la inversión en educación, perdimos una generación y nos costó muchos años recuperarnos; aún hoy seguimos arrastrando los efectos de aquel momento. La intención fue que el país contara con una meta nacional y con una definición de hacia dónde quería avanzar para no estar expuesto a un gobierno de turno que venga a improvisar o que sean simplemente irresponsables, en términos del uso de los recursos.
“Estamos repitiendo el error histórico que cometimos en el siglo pasado. Lo que necesitamos es definir una ruta clara con metas específicas, costeada con parámetros de logro, no cheques en blanco. Por ejemplo, una meta que podemos establecer es que tengamos un 50% de logro universitario.
“Hoy solo tenemos un 31% de las personas entre 18 y 34 años que tiene el logro universitario. En la OECD ese porcentaje es de 46%. Tenemos una brecha muy grande y si no hacemos nada, calculamos que esa brecha puede prácticamente duplicarse en los próximos años. Ningún país desarrollado mejora su competitividad ni su desarrollo humano con una población con bajo logro universitario. Lo que el informe propone es que en 10 años nos pongamos la meta de tener un 50% de población con logro universitario. ¿Es ambiciosa? Sí, sí lo es, pero este país necesita metas ambiciosas.
“También hemos estado dando tumbos en materia de evaluación. Quitamos el bachillerato, después pusimos las pruebas faro, después otras que se han aplicado en los dos últimos años que han sido de mala calidad, y que además van a cambiar otra vez. En 2026 va de nuevo la bolita, juega de nuevo.
“Otra mala decisión fue que el gobierno pasado dejó un plan de nivelación y este gobierno llegó y lo quitó. Está bien, puede hacerlo, pero no sin una alternativa mejor (...). Las pruebas se hacen y el ministro es el que manda en esa dirección. Si a un ministro no le gusta el resultado de las pruebas, puede empezar a hacer curvas. En ninguna empresa la auditoría está sujeta a la dirección, a la gerencia.
“¿Por qué no nos proponemos que a la vuelta de 10 años estemos en los niveles tres o cuatro de las pruebas PISA (Programa Internacional para la Evaluación de Estudiantes)? Como lo hicieron muchos países de la OCDE cuando la primera vez que participaron les fue como un trapo. Alemania, por ejemplo, le fue fatal, pero se propusieron que en 10 años iban a mejorar. Eso implicó una política de largo plazo, de largo aliento que trascendiera los gobiernos de turno".
LEA MÁS: El triste estado de nuestra educación
Claro, y es que después de la crisis de los años 80, Costa Rica tardó dos o tres décadas en recuperarse. Esta vez no sabemos cuánto tardaremos en reponernos. ¿Está el país a tiempo y en capacidad de atender tantas falencias?
Lo primero es que no será rápido, pero lo segundo es que no es imposible. Así como tenemos problemas, tenemos grandes fortalezas. Siempre y cuando definamos objetivos claros hacia dónde queremos ir, se puede hacer.
“Tenemos un sistema educativo con una red pública a la que asiste la mayor parte de nuestros niños, niñas y adolescentes, que además está presente en todos los rincones del país. Tenemos docentes que la mayor parte están altamente calificados y se ha hecho una reforma curricular extensísima en los últimos 20 años. Eso de que venga un ministro y que quiera hacer borrón y cuenta nueva es la peor improvisación y la peor negación del trabajo que se ha venido haciendo en los últimos años. ¿Qué es lo que hay que hacer? Aplicar los programas en las aulas.
“Teníamos, por ejemplo, un gran programa del MEP con la Fundación Omar Dengo en materia de informática educativa, que era pionero en América Latina por el enfoque. No es solamente darle las computadoras a los chicos, es que realmente les enseñemos a usarlas como herramientas para promover las habilidades superiores del pensamiento, comprensión lectora, resolución de problemas, trabajo colaborativo. Teníamos una alianza de más de 30 años que la tiramos por el tubo.
“Aquí hay una gran responsabilidad de los candidatos en la próxima contienda electoral, a que se comprometan a dar una discusión de altura en materia educativa. No necesitamos que nos cuenten cuentos ni nos toquen flautas. Ya sabemos los problemas que tenemos, hay información para tomar decisiones y lo que necesitamos es una clara decisión política de que efectivamente vamos a volver a poner a la educación en el centro de nuestro contrato social.
“Ya tenemos generaciones impactadas que han salido al mercado laboral y tienen serias restricciones en términos de sus capacidades, ahí hay una enorme urgencia de reconstruir con mucha responsabilidad. La educación es nuestra principal herramienta para que tengamos altas tasas de retorno. La sociedad del mañana la construimos hoy. Y si no tenemos claro eso, al final lo que estamos haciendo es hipotecando el futuro de las generaciones de hoy, pero también de las generaciones venideras”.
Un pueblo sin educación es la peor amenaza para una democracia, porque puede ser fácilmente engañado por los discursos populistas que venden cantos de sirena a una población que reclama soluciones rápidas a problemas cada vez más complejos".