Recuerde su ridículo más grande: alguna caída en público, un error que no pasó desapercibido, un momento en que le tocó hablar ante mucha gente y pifió, o cualquier situación que, por unos instantes, lo hizo querer que se lo tragara la tierra. Ahora, trate de imaginar qué hubiera sido de usted si en ese desafortunado instante alguien hubiera tenido a mano una cámara y hubiera procedido a difundir ese video por redes sociales.
Al pensarlo tan solo por unos segundos, es muy probable que usted se encuentre agradeciéndole a la vida, a Dios o a su fuerza superior de preferencia que esa cámara traicionera no hubiera existido.
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Pues bien, el caso es que algunas personas no pueden decir lo mismo; y sin quererlo se convirtieron de la noche a la mañana en el foco de las burlas y los memes de toda Costa Rica.
Si le menciono a Brayan Arana, Hermas Martínez y Jerry Lobo es probable que para usted sea lo mismo que escuchar cualquier nombre. Déjeme ayudarle: ¿Recuerda al de la canción No te vayas a Perez Zeledón, al muchacho de las pastoras y al del video de ‘¡Qué duro, Jerry!’?
Estos tres costarricenses tienen en común haber atravesado un momento de viralidad en las redes sociales. Los tres conversaron con La Nación y relataron las historias detrás de los memes, cómo lidiaron con la exposición mediática y qué fue de sus vidas tras esos incidentes.
‘No te vayas a Pérez Zeledón’, ni me grabes sin permiso
Costa Rica no se cansa de aprovechar la mínima oportunidad para corear la siguiente frase: “No te vayas a Pérez Zeledón”. Aquella canción fue publicada en 2012 sin consentimiento de su autor, quien hoy asegura no tener ningún rencor y que, de hecho, aquel momento terminó significando una gran oportunidad para su vida.
“La verdad no sé quién fue el que publicó la canción, pienso que tal vez lo hizo por querer hacerme el mal, pero más bien me hizo un favor; se lo agradezco mucho”, declaró Brayan Arana, creador del tema viral No te vayas a Pérez Zeledón.
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No hacen falta las hipocresías; todos hemos cantado esta canción hasta el hartazgo y nos hemos reído de su cantante. Sin embargo, las risas y el contexto en que surgió, opacaron una reflexión consciente sobre el respeto al consentimiento y la vulneración de la privacidad de un joven que en ese momento era menor de edad.
Arana recuerda que él se encontraba en clases de francés en el colegio diurno de Limón, cuando un camarógrafo del Grupo Extra interrumpió su lección para entrevistarlo. En ese momento, aquel muchacho de 16 años no se había enterado de la viralidad que había adquirido su canción y con susto encaró la entrevista, sin entender muy bien lo que pasaba.
“Él me preguntó que de qué trataba la historia y yo se la conté. Luego él manipuló lo que dije y quedó como si esa historia fuera verdad, pero era un invento para la canción. Hay gente que todavía cree que es verdad. Yo lo vi inapropiado y la gente me empezó a decir cosas. Me decían que yo podía demandar porque era menor de edad y no me podían hacer eso. Fue algo muy extraño”, reveló el limonense.
Asegura que su familia fue su principal sostén y que sus padres lo ayudaron a manejar la situación con serenidad, a pesar de que estaban molestos con el abordaje que recibió su hijo.
“Mis padres me ayudaron mucho, mi mamá que en paz descanse, y mi papá que está conmigo, me dieron consejos. Eso ayuda bastante, el tener un pensamiento frío y tomarse este tipo de cosas con calma. Se enojaron de que me hicieran eso siendo yo menor de edad, pero nunca lo llevaron legalmente. En ese momento Facebook estaba naciendo y no había tanta protección para los menores de edad”, comentó Arana.
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En aquel entonces, el autor de la canción sí tenía una cuenta de Facebook pero no acceso a celular o computadora. Por esta razón, nunca estuvo muy pendiente del fenómeno en que lo convirtieron en redes sociales. Según afirma, contrario a lo que muchos piensan, nunca vivió un calvario de burlas.
“Limón actúa de otra manera y se apoya entre sí. Obvio, hay personas que se burlan, como todo. Hay gente que dice que canté mal y otros que canté bien. En mi colegio me apoyaron y normal, nunca viví ningún tipo de bullying”, explicó.
Actualmente, Arana es técnico en reparación de celulares, dueño de su empresa LKTronics Limón. Además, es un apasionado de su provincia, a la cual defiende a toda costa. Destaca que uno de los puntos más positivos de su situación fue el poner el foco mediático en su tierra natal.
“Me sentía orgulloso porque mi nombre estaba en toda Costa Rica y representando a Limón. Es peor que te marquen como un ladrón y creo que hice algo positivo. En ese momento hablaban mal de la provincia, solo de asesinatos y robos. Ver que esto salió en las noticias, es algo que me quedó marcado en la mente y el corazón”, relató el técnico electrónico.
Arana dice tener un interés por crear música desde que era niño, especialmente como DJ, oficio que realiza esporádicamente y ve como un hobbie. Tras la masificación de su primer tema, no continuó creando canciones y afirma que la situación no lo afectó.
“Hay gente como Bryan Ganoza o Melissa Mora a la que tiran mucho y, para ellos, sí debe ser fuerte porque se dedican a eso. Yo que vivo de lo propio no me lo tomo a mal y lo veo nada más como algo bonito que me pasó”, expresó el empresario.
A pesar del tiempo, la gente no para de reconocerlo en la calle y de recordarle aquel episodio. De acuerdo con Arana, cuando el tiktoker Diego Garro lanzó el tema Pérez Zeledón las redes sociales revivieron su icónica canción.
“No me avergüenza ni tampoco me cansa. Más bien yo digo ‘sí, yo soy y ¿qué tiene? Estoy aquí, soy de carne y hueso y estoy a cachete’. Más bien esto me ayudó”, aseguró.
Arena recuerda que cuando salió su canción recibió llamadas de programas como El Chinamo o Intrusos de la Farándula, quienes querían contar en su show con el joven del momento. Sin embargo, rechazó estas opciones por no sentirse cómodo.
“La fama que tuve al alcance no la quise agarrar, porque era un camino equivocado. La gente me decía que agarrara plata, pero yo sabía que esa fama no era la correcta. Yo tomé la decisión de crear un negocio y cuando hago una publicación la gente me reconoce y dice: ‘Mire a ese muchacho, no se dejó vencer’”, relató con convicción el emprendedor limonense.
Al pasar de los años la vida de Brayan Arana transcurrió con normalidad. Se formó para reparar celulares, tiene un negocio propio y, adicionalmente, abrió una barbería, en la que tiene a su cargo seis trabajadores. En el plano personal se declara muy creyente en Dios, suele asistir a la iglesia y anhela seguir creciendo como persona y a nivel espiritual.
“Muchos me decían que por qué no sacaba otra canción y nunca lo hice. Si yo lo hubiera hecho no tendría el reconocimiento que tengo ahora. Hay que aprender a no quemarse en el momento y aprovechar las situaciones”, aseguró.
El guapo vendedor de pastoras
En noviembre del 2018 Hermas Martínez estaba en el vivero El Zamorano, negocio familiar de tres generaciones, trabajando como en un día normal. Llevaba tiempo tratando de posicionar a la empresa en redes sociales, subiendo mucho contenido, pero algo no terminaba de funcionar.
Fue entonces que al publicista se le ocurrió una idea que lo pondría en el ojo público: darle un rostro humano a las redes sociales del vivero. Tomó su celular y realizó una transmisión en vivo en Facebook, en la que buscaba interactuar con la gente y darles consejos sobre el cuidado de las plantas.
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Terminada la transmisión envió el video a su familia y les sugirió dejarlo de manera permanente en la página; lo cual fue bien visto por todos. Colgó el video y se fue a dormir. A la mañana siguiente encontró su cara en todos los medios posibles.
“Fue inesperado, completamente, no estás acostumbrado a que te llamen los medios y la gente. Todas las personas que me conocieron en algún momento de la vida, hasta compañeros de escuela, querían hablar conmigo. Fue raro”, comentó Martínez.
Ese video tan viral, además de las olas y olas de comentarios que elogiaban su atractivo físico, fueron un punto de inflexión para el negocio. No fue de la forma en que lo pensaba, pero logró su cometido de posicionar la marca.
“(Las pastoras) se vendieron en tiempo récord. Ya para el 1 de diciembre no teníamos ni una sola que vender. Pienso que le hizo bien a toda la industria, no solo a nuestro vivero. Siento que como vivero nuestra responsabilidad también es educar a la gente de plantas y flores”, explicó el comerciante.
El caso de Hermas Martínez es particular, pues su viralidad no estuvo ligada a una caída o un momento vergonzoso, sino a su apariencia. El fenómeno del “mae de las pastoras” tomó dimensiones enormes y los memes inundaron las redes sociales. En medio de toda esta situación, aparentemente divertida, en algunos memes pasados de tono se le sexualizó indebidamente.
“Yo salgo con camisa, vestido, no me estoy exponiendo de una forma sexual. Cada quien tiene el derecho de pensar como quiera y ¿qué puedo hacer yo para cambiar cómo piensa una persona?”, aseguró.
¿Cómo fue convertirse en ‘el vendedor guapo de pastoras’?
El comunicador, de 34 años, cataloga lo ocurrido como una casualidad muy positiva, pues la situación disparó las ventas y pudo conectar con muchísimas personas que empezaron a interesarse en él.
“Lo más bonito ha sido el contacto con la gente, los abrazos de las personas que me han querido saludar. Que la gente venga al vivero, se olvide por un momento de los problemas y se ría de algo vacilón; vale la pena”, añadió.
No obstante, la gran exposición mediática lo tomó por sorpresa y hasta lo asustó, pues afirma ser muy reservado con su vida personal. Dice que lo único que cambiaría sería el no asustarse tanto y que, incluso, en algún momento perdió un poco las ganas de salir, pero que con el tiempo lo superó.
“Tengo muy pocos amigos, soy reservado y me gusta estar callado. Mi mamá me obligó a salir de ahí desde carajillo y estuvo siempre encima mío ‘vaya pida la pizza, llame usted, haga tal vara’. Eso me ayudó mucho a abrirme, pero mi núcleo sigue siendo cerrado”, contó Martínez.
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Nunca se sintió cómodo con que lo quisieran encasillar en el “papel de guapo”. Asegura que rechazó muchas propuestas de publicidad porque no representaban sus valores ni la imagen que quiere proyectar.
“No me gusta el título de galán, porque no soy eso; soy muchísimo más que eso y estoy muy seguro de lo que soy. No me interesa figurar ni jugar de guapo, porque ni siquiera me considero eso. Soy un hombre trabajador, esforzado, que amo a mi familia y mi legado, y quiero abundancia para los míos”, confesó.
Aunque muchos comentarios en redes sociales han estado fuera de lugar, comenta que relacionándose directamente con las personas, todo ha sido muy lindo. El único momento incómodo lo vivió durante una entrevista. Según relata, cuando la reportera llegó al negocio, él no estaba presente, por lo que ella empezó a mofarse de uno de los trabajadores.
“Después me di cuenta que se estaba burlando del muchacho y a mí no me gustó. Vine aquí a dar la entrevista y la señora dijo ‘ahora voy a ser la envidia de las señoras y le voy a dar un beso’, entonces yo me alejé porque me sentí incómodo. Luego la señora borró el video porque la trataron malísimo y no la juzgo, porque según ella fue como la perspicacia de hacer la nota graciosa, pero la verdad es que fue irrespetuosa”, narró el comerciante.
La historia del vivero El Zamorano
Más que galán, la familia es el concepto que identifica a Martínez, quien se siente orgulloso del legado de sus antecesores. Esto se ve hasta en su nombre (Hermas Andre), pues es el mismo que lleva su papá (Hermas Ernesto), quien a su vez lo heredó de su abuelo (Hermas Orlando).
El primero de los Hermas fue el encargado de sembrar una familia conectada con las plantas. Hermas Orlando Martínez migró a Costa Rica desde Nicaragua, durante el siglo pasado. Ya radicado en suelo tico le surgió una beca para estudiar ingeniería agrónoma en la Escuela Agrícola Panamericana, también llamada Universidad El Zamorano, de ahí el nombre del vivero.
Su abuelo trabajó en el Ministerio de Agricultura y Ganadería y también fue vendedor de diversos productos. En una temporada en que vendía repollo y el precio de este vegetal cayó, tomó la decisión de cultivar y vender plantas ornamentales. Así dio con la propiedad en la que todavía sigue el vivero, en San Isidro de Heredia.
“Mi abuelita era muy creyente y ella siempre contaba que tito le pedía a Dios una finca plana, con buena agua, en un lugar bonito y con buena vista. Ellos creían mucho en que Dios se las dio”, relató Martínez.
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El oficio botánico fue heredado por su padre, Hermas Ernesto, quien además es administrador de empresas.
El vivero El Zamorano produce gran variedad de plantas y las vende al por mayor. Las famosas pastoras son las plantas más vendidas, sumando un total de 50.000 al año. Su mayor cliente es la cadena de supermercados Walmart y tienen entre 30 y 40 trabajadores.
“Como los cafetaleros, vendemos una vez al año fuerte, que son las pastoras. Tenemos que distribuir ese dinero para los tiempos malos. Es un negocio que se basa mucho en las temporadas. Admiro muchísimo a mi padre, que le ha tocado tiempos muy difíciles para el negocio, pero lo ha sostenido”, expresó el empresario.
Martínez se dedica mayormente al área comercial, de mercadeo y servicio al cliente de la empresa. Por otro lado, fue fotógrafo de eventos y se formó en canto operístico. Confiesa que nunca había contado su historia a los medios y que le llena de orgullo poder hacerlo. Al echar la vista atrás, lo invade la felicidad de que un chispazo le permitiera honrar la historia de una empresa familiar que se levantó a punta de esfuerzo y le alegra que su imagen esté relacionada a ella.
“A mí no me cambió nada, sigo siendo exactamente el mismo Hermas que antes, solo que ahora con más edad, más experiencia. Los años traen mucha plenitud y autoconocimiento, uno se vuelve un hombre más feliz”, declaró.
¡Qué duro, Jerry!, pero la vida sigue
A Jerry Lobo se le conoce por ser el protagonista de un video en el que sufre una estrepitosa caída en bicicleta, el cual se volvió un fenómeno viral por la frase ‘Qué duro, Jerry’, la cual sazona las imágenes y se convirtió casi en un dicho popular.
Lo que casi nadie conoce es que aquella caída no está ni cerca de ser el golpe más duro que recibió Lobo en su vida. El arquitecto de profesión conversó con ‘La Nación’ sobre la difícil historia que está detrás de su momento de viralidad.
“A veces me topaba con un comentario de alguien y quería responderle: ‘Este h... porque está hablando pestes mías si ni me conoce’. Pero bueno, la gente qué va a saber, yo creo que ni saben de qué trata esa carrera”, declaró.
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Otro dato desconocido por muchos, es que la caída sucedió cuando Lobo estaba finalizando la Ruta de los Conquistadores, una carrera de ciclismo de alta exigencia. Este arquitecto, quien desde niño es fiebre de las bicicletas de freestyle, comenzó con el ciclismo de ruta y montaña en el 2012. Su motivación inicial fue bajar de peso pues había tenido un accidente grave con un toro en una fiesta de trabajo y la recuperación lo había tenido sedentario durante unos meses.
Conforme pasaron los años se tomó más en serio el ciclismo, buscó grupos para hacer rutas y empezó a hacer este deporte parte de su rutina. Posteriormente, vio que el equipo del Ciclo San Rafael se inscribía a la Ruta de los Conquistadores y decidió unírseles.
“Yo a la ruta de los Conquistadores la veía como un reto desde que estaba en el colegio. Yo veía las noticias y decía: ‘Yo un día voy a hacer eso’, pero sabía que tenía que prepararme porque sino se sufre. Además, la inscripción es muy cara como para ir a desperdiciarla”, comentó Lobo, quien tiene un negocio de venta de artículos automotrices.
Estuvo preparándose para esta carrera desde el 2016, pero fue hasta dos años después que finalmente se sintió listo. Tres meses antes del tan esperado evento sufrió una infidelidad que lo hizo enfrentar un divorcio. Por esta razón, estuvo a punto de retirarse de la competencia, a pesar de que ya tenía la inscripción paga.
“Yo seguía entrenando pero con la cabeza en otro lado. Uno va con cólera, llorando, no exageradamente, pero se me salían lágrimas de tristeza, impotencia y todo tipo. Al final dije: ‘Voy a hacer esto para demostrar que sí puedo’”, relató.
Así llegó el primer día de la Ruta de los Conquistadores, competición que se desarrolla durante tres días en diferentes partes del país. Desde esa primera etapa tuvo que luchar contra su mente, que trató de jugarle una mala pasada.
“Yo iba dándole pero a la vez iba recordando cosas, entonces ya me dolía el pecho, ya como que me ardía el corazón. Me acordaba de mis hijos y los problemas que iban a venir después de eso. La ruta era un proyecto que quería terminar, pero no me podía concentrar”, explicó el arquitecto.
Apenas era el primer día y tuvo que lidiar con desperfectos mecánicos en su bicicleta, específicamente en la parte de los frenos, y a pesar de que existen puntos de revisión mecánica, no hubo forma de reparar su bicicleta. “Yo veía a veces que llegaba gente en un pickup, montaban a un ciclista subían y se lo llevaban. Yo eso no lo iba a hacer, tanto que entrené aquí me aguanto”, añadió.
La segunda etapa la superó sin problemas, aunque sus frenos seguían estropeados y una de las llantas terminó en mal estado. Para el tercer día, a pesar de que calibran las bicicletas, los problemas volvieron y tuvo que continuar sin frenos, debido a aquella “brujería” que lo atormentaba.
Según narra, al final de esta tercera etapa iba “haciendo pique” con unos españoles y recordó que Gerardo, su entrenador, les había advertido que en la meta siempre había sacos de arena en el suelo. No obstante, esto no fue así, y se topó con unas gradas que no supo sortear.
“Gerardo me estaba esperando en la meta y en ese momento es donde la llanta se me incrusta en la arena. Nunca se me olvida que la cervical me traqueó feísimo. Casi que me desnuco. Me logré levantar pero iba viendo estrellas del bombazo que me llevé, hasta tragué arena”, narró el vecino de Heredia.
Ese fue el recordado momento que su entrenador capturó en video y acompañó con la frase: “Qué duro, Jerry, pero bueno, es parte de”. Con gran pena y dolor en el cuello, Lobo continuó pues le faltaban unos metros para terminar la carrera.
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Posteriormente, en la noche, él y sus compañeros de equipo fueron a cenar para celebrar el hito conseguido. Entre birras y tragos, todos lo vacilaban con la caída, pero como una broma interna. En ese momento, su preparador le mostró el video y le pidió permiso para compartirlo en un grupo de Whatsapp.
“Él siempre ha sido una persona muy correcta y me dijo que si yo no quería ahí moría. Yo, internamente, estaba bravo por todo, es que de tras de cuernos palos. Le dije: ‘Mae Gerardo, haga lo que quiera’ y me dijo que entonces no. Ya luego accedí. Nunca me olvido que me dijo: ‘Vea que si envio este video se puede hacer viral’ y yo le dije que sí, que lo enviara y así lo hizo”, relató Lobo.
Al otro día, Lobo llegó por la tarde a su casa, se bañó y se fue a dormir. A la mañana siguiente, mientras se alistaba para dirigirse al trabajo, vio la gran cantidad de mensajes en su Whatsapp y se percató de que lo habían etiquetado en videos de Facebook.
“Tenía tanta vergüenza que no quería salir de mi casa ese día. Yo me quedé callado y no le dije nada a mi familia, porque para mí eso era una burla. A los días vi el video en las noticias, estaba tomando café, me lo tragué y me metí al cuarto de la vergüenza. No pude esconderme de semejante cosa”, confesó el apasionado del ciclismo.
Jerry sentía que todas las situaciones adversas se le juntaban y la vergüenza lo consumía. Claramente, no tardaron en contactarlo los medios de comunicación y marcas que lo querían para realizar anuncios publicitarios.
“Aún así yo estaba bravo, porque lo sentía un poco con burla, pero a la vez daban plata entonces acepté. A esa caída le saqué como $12.000. Siempre me dijeron que sacara camisas o tazas con la frase, pero nunca hice nada de eso porque en esos momentos estaba bravo”, reveló.
Asegura que lo más común era que lo reconocieran al andar en bicicleta y no en el resto de sus actividades diarias. Eso sí, sus amigos solían echarlo al agua y contarle a la gente que él era el protagonista del video.
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Como es un mal generalizado en nuestros tiempos, los comentarios despectivos y las burlas se empoderan en las redes sociales. No obstante, Lobo asegura que en la calle nunca le faltaron el respeto.
“Ya en vivo a la gente le da miedo, porque no crea, yo a veces estaba con cara de perro. Yo decía: ‘Ay que se ponga este de artista’. Pero la verdad es que no hay mal que por bien no venga, le saqué alguna platilla y hay gente que puso buenos comentarios”, aseguró con humor.
Hoy se siente en paz con su vida y su situación. Se toma bien los comentarios graciosos de la gente y ya no tiene problema con aquel episodio. Cada tanto alguna situación cotidiana le recuerda que “todavía no murió el ‘Qué duro, Jerry’”.
“Ya estoy más tranquilo y lo tomo bien, porque ya se solucionaron los otros problemas. Mis hijos llegan de la escuela y me enseñan: ‘Tengo estos stickers que son suyos y yo les cuento que es usted, entonces quieren una foto’”, comentó con tranquilidad el empresario.
Jerry Lobo se dedica a su negocio en Heredia y continúa andando en bicicleta. Además, una de sus pasiones es el motociclismo, actividad que realiza con bastante constancia. Como su historia lo testifica, Jerry no tiene miedo a los golpes.
“Si no es porque él tiene el teléfono y dice la frase, nada de esto hubiera pasado. Si volviera a ese momento en que me preguntó si lo podía mandar, lo acepto de nuevo, porque es parte de algo que yo quise terminar. Toda esa carrera fue una constante de problemas desde el principio, pero nunca agaché la cabeza”, afirmó.
La fábula que deja esta historia de matices cómicos y dolorosos se resume excelente en la frase del video, que podría tomarse como filosofía de vida: ante los momentos difíciles de la vida a veces hay que parar y repetirse: “Qué duro, Jerry, pero bueno, es parte de” y continuar.