Gerardo Picado ha hecho frente a momentos muy dolorosos, los cuales han afectado casi todos los ámbitos de su vida. Pero desde hace tres semanas se siente mejor, y en eso tienen que ver unas criaturas peludas y de nariz fría que han entrado providencialmente en su vida.
Gerardo, de 41 años, es uno de los pacientes del hospital San Juan de Dios que participa en el proyecto de psicoterapia asistida con animales, que recién se implementa en ese centro médico. A él lo eligieron por su disposición.
“Creo que me eligieron porque Dios me escogió a mí. Antes manifesté que quería ayuda con una psicóloga. Me sentía en el suelo”, dice este hombre, quien es un amante de los animales.
Él enfrenta un proceso de salud complicado. Hallaron un tumor cancerígeno en la entrada de su estómago y además de esta situación, ha tenido otros problemas con su familia, en su relación y laboralmente. La tempestad que ha estado atravesando no se soluciona solamente con terapia y acariciando a un compañero que le mueve la cola, pero Gerardo admite que gracias a esto se siente un poco aliviado.
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El proyecto
El programa de psicoterapia asistida con animales se desarrolla en la Unidad de Salud Mental y Psiquiatría del Hospital San Juan de Dios, departamento que tomará en cuenta a algunos pacientes con enfermedades cardiacas o con cáncer, entre otros padecimientos. Además, implementará la terapia asistida con perros en grupos de personas que están en proceso de cesación de fumado y con escolares de zonas vulnerables.
La ejecución de este tipo de terapia asistida con animales se realiza en alianza con Psicopet, una organización de psicólogos que cuenta con perros entrenados para participar en las diferentes sesiones.
Erica Badilla Sánchez, enfermera especialista en Salud Mental, es la coordinadora de este proyecto y destaca el valor que aporta la interacción de la persona con los animales y la convivencia armónica que se crea con ellos.
“Estas terapias asistidas con perros ayudan al manejo de ansiedad y estrés; a mejorar el autoestima, las relaciones interpersonales, la relación con ellos mismos; depresión y procesos de duelo”, cuenta la funcionaria.
El trabajo se realiza gracias a donaciones de tiempo y el préstamo de los perros participantes. Los pacientes que integran el plan son seleccionados basándose en el compromiso que asuman con las terapias, como es el caso de Gerardo Picado.
Además del trabajo con pacientes y diferentes grupos, algunos funcionarios médicos recibirán, a través de Zoom, técnicas para que pongan en práctica en sus hogares junto a sus familias y sus mascotas, con la meta de que puedan manejar el estrés y mejorar su calidad de vida.
Una paciente de salón tuvo la experiencia, hace unos días, de convivir con los perros en un espacio habilitado en el hospital.
Susana Miranda Umaña vivió una mañana diferente el 21 de abril. Por un rato, pudo salir del salón de oncología de mujeres en el que había estado internada por nueve días. Ella fue invitada a una terapia con perros e hizo clic con una simpática golden.
“Me imaginé que iba a ser así, vine por los perros. Me encantan todos los animales, me llaman mucho la atención los animalitos. Fue una distracción muy bonita. Desde que entré aquí tuve una conexión con ella, con Tica (la perrita) y ella conmigo. Se sintió cómoda conmigo. Me siento alegre, estar encerrada por una semana y dos días sin poder salir a pasillos por el tema de la pandemia es difícil y poder venir aquí a compartir con los animales es una emoción total y absoluta”, comentó Susana.
Luego de esta experiencia que tuvo la paciente, junto con otras compañeras, la enfermera comentó: “Las pacientes se sintieron relajadas y más positivas. Yo me sentí igual que ellas”, dijo Erica Badilla.
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Patas a la obra
La psicóloga Sonia González es la propietaria de Psicopet, una empresa que combina la terapia psicológica, la psicología clínica y las intervenciones asistidas con animales.
Ella ejerce su profesión hace seis años y empezó con Psicopet en el 2019. Una de las motivaciones para involucrar animales en las consultas fue su propia experiencia.
“Psicopet nace de varias situaciones. Una es por experiencia personal. En momentos complicados de mi vida, mi mascota siempre estuvo a mi lado, me apoyaba en las madrugadas. Como mi mascota me dio mucho apoyo, me di cuenta de cómo los animales nos ayudan a sentirnos mejor y a superar situaciones difíciles.
“Entonces tenía la idea de trabajar con animales. Conocí a James, un perrito que daba terapia. Yo hablé con la dueña de James. Trabajé con él y nació Psicopet”, detalla Sonia.
Además de James, que es el más popular por su cariñosa y amable personalidad, hay otras dos perras entrenadas para terapia: Alana y Kira. Sonia destaca que en Costa Rica hay más perros que cumplen la misma función.
Actualmente ella está entrenando a Molly y Blanquita para que sean mascotas que participen en sesiones de psicoterapia y ayuden al paciente a sentirse mejor. En el proyecto del San Juan de Dios han participado otras perras Golden, entre ellas Tica, que fueron entrenadas por una enfermera de salud mental.
--¿Cómo participan los perros en las sesiones?
“Con James realizamos actividad de perro manta: él se acuesta de medio lado y se le pide al paciente que ponga su cabeza sobre el pecho de James. Hacemos ejercicio de relajación. Se logra que la respiración se sincronice con la del paciente, quien se va relajando. Hemos visto buenos resultados con personas con migraña, estrés e insomnio.
“También pasa que hay pacientes a quienes les cuesta expresarse, que sienten esa pena, pero cuando están con Blanquita en los regazos se liberan. Las personas ya no sienten esa vergüenza. También se realiza con perros chiquititos y los niños se van liberando.
“Con este tipo de actividades se crea un vínculo más grande con la terapia y se adquiere más compromiso con el proceso. Hay gente que no siente ese vínculo con el proceso (de psicoterapia), pero con el perro se crea un vínculo y se ven mejores resultados”, detalla la psicóloga, quien destaca que esta opción está abierta para personas de todas las edades.
Acerca de los casos en los que los perros pueden ser partícipes, González menciona que se trabaja con ellos en situaciones de problemas conductuales y de autoestima, además para tratar depresión, ansiedad, insomnio, estrés, entre otras.
Incluso, la psicóloga menciona que durante la terapia los animales pueden ayudar a nivel físico. Dice, por ejemplo, que conoce casos en los que han ayudado a regular la presión arterial de pacientes.
El entrenamiento
Los perros que pueden ayudar en procesos de terapia deben contar con ciertas cualidades. A ellos se les realizan pruebas de sensibilidad en la que se identifica que no es agresivo ni temeroso. El can debe ser dócil y que no intente morder cuando esté rodeado de personas.
“Es importante que el perrito pueda mantenerse tranquilo cuando trabaja con una persona en crisis”, explica la psicóloga, quien cuenta que el entrenamiento de las mascotas tarda un año. Posteriormente se les realizan pruebas y son certificados. Blanquita y Molly llevan su entrenamiento en una organización llamada Creciendo Juntos. Sonia también se está certificando como experta en intervenciones asistidas con animales en ese mismo centro.
En las consultas privadas, Sonia dice que se analiza el motivo de consulta, se trazan objetivos y luego se definen actividades con los perritos. Una consulta sin animales tiene un costo de ¢32.000, mientras que la asistida con perros asciende a ¢42.000.
La experiencia
Sonia González cuenta que Gerardo Picado recibe sus sesiones cada 15 días y que este paciente, de 41 años, se ha comprometido mucho con el proceso.
Él dice que la experiencia “le ha encantado”. Ha dispuesto todo de sí para progresar.
“En estos procesos, y no solo en esta enfermedad que detectaron, sino anteriormente con lo de la pandemia, la ruptura de mi relación, quedarme sin trabajo y tener problemas en casa, yo siempre le digo que sí a todo. Voy con la mente abierta. La experiencia con los animales me ha encantado. Al inicio llegué con fe y positivismo por la energía que irradian los animales”, confía.
Gerardo dice que en estas primeras sesiones ha podido chinear en sus regazos a Blanquita y acariciar a James, y que el siguiente paso es la actividad del perro manta.
“Hasta ahora me ha tocado acariciar al perro, sentirlo, según lo que me explican al tener el animal en mis manos se crea un vínculo que permite abrirse más al diálogo, soltar emociones y estar abierto. James es el grande y hay dos perritos más. Todos son rescatados”, cuenta el profesor de matemáticas e instructor físico.
“Todo se cayó. La pandemia hizo que esté sin nada. Estaba full de lunes a domingo (con trabajo en el gimnasio). Todo se juntó. Luego en la parte médica y psicológica me dicen que la parte de enfermedades digestivas tiene que ver. Ahora tengo la esperanza de seguir adelante. Me gustan los animales y los veo todos lindos. Tengo mucha disposición. Me parece una mezcla perfecta incluir animales que dan mucho cariño. Creo en las energías y en la parte profesional”, detalla Gerardo, quien admite que se siente mejor.
“No estoy al 100%, pero al proceso con los animales le sumo las oraciones, la lectura y mi gusto por correr”.