Las aves rapaces son animales imponentes, armados con largas garras, picos ganchudos, enormes alas y una mirada penetrante, son criaturas perfectamente adaptadas para perforar y desgarrar la carne. No por nada la palabra “rapaz” deriva del latín rapere, que significa robar, arrebatar, tomar por la fuerza.
Ahora imagine a 60 mil de estas criaturas surcando los cielos en un solo día, mientras usted, desde una torre más alta que la copa de los árboles, las observa en su migración desde el hemisferio norte hacia el sur. A su lado, un biólogo especializado le ayuda a identificar cada especie, sus características, y cómo se diferencia un gavilán de Swainson de un halcón montés dorsigrís, como el de la siguiente fotografía.

Actualmente, miles de aves están en pleno viaje hacia el sur del planeta, motivadas por la llegada del otoño, preludio del invierno, y la disminución de las temperaturas en el norte del continente. Serán muchos días y kilómetros antes de llegar a su incierto destino.
Aunque en muchas ocasiones las aves rapaces no son las primeras en volar al sur, basta con que sus potenciales presas dejen los territorios norteños para ellas también partir. Al final de cuentas, los depredadores van a donde vaya su alimento, por crudo que suene.
Costa Rica, por su privilegiada ubicación, es un lugar idóneo para observar esta kilométrica travesía. Algunas aves llegarán hasta Brasil o incluso Argentina, mientras otras podrían quedarse en suelo nacional.
Si le sonó bien la idea de ser testigo en primera fila desde la copa de los árboles, Revista Dominical le ofrece un consejo que es bueno y además, es gratuito: visite el Refugio Lapa Verde en Sarapiquí este sábado 18 de octubre.
Con un viaje de menos de dos horas desde la capital, usted y su familia podrán disfrutar del II Festival Internacional de Aves Rapaces Migratorias, que como parte del evento Casa Abierta ofrecerá tours a la torre de observación de aves rapaces, actividades infantiles, mascaradas, shows de magia, concursos de artesanías y hasta un concierto de cierre, todo esto con entrada gratuita.

Esta área protegida de naturaleza privada, propiedad de la Fundación Ecovida, tiene como objetivo la conservación de 1.825 hectáreas de bosque tropical muy húmedo. En este corredor verde, además de los tours de observación de aves, los visitantes pueden acampar y recorrer senderos, así como aprender de los especialistas que administran el parque, con afinidades tan diversas como las aves de presa o la herpetología.
Randall Montoya, biólogo del Refugio Lapa Verde, es un apasionado por las aves rapaces. Para él, el fenómeno de la migración es espectacular por la cantidad de animales que surcan los cielos ticos. Además, hay un interés cultural intrínseco del ser humano por este tipo de animales, desde el antiguo Egipto o las poblaciones precolombinas se registraban representaciones artísticas de los imponentes depredadores del aire.

“Son especies admiradas, pero también, al ser depredadores tope, son muy vulnerables en temas de conservación. La mayoría de especies de rapaces están en declive, y eso nos preocupa.
Montoya también es coordinador del Festival Internacional de Aves Rapaces Migratorias. Aunque su pasión son los animales que desde el cielo buscan su siguiente presa, destacó a RD la gran cantidad de especies que se encuentran en Lapa Verde.
“Para esta época hay tres especies de aves muy abundantes que van a estar pasando: el zopilote cabeza roja (llamado así por su testa lampiña que deja ver la piel colorada), el gavilán de alas anchas, y el gavilán de Swainson.


“En cuanto a mamíferos, es posible ver guatusas, sainos y tolomucos, tenemos muchos registros de ocelotes, pumas y dantas con cámaras trampa. Respecto a los anfibios y reptiles, podemos ver una especie icónica, la ranita de ojos rojos, y también la ranita blue jeans, son frecuentes y fáciles de observar. Tenemos más de 69 especies de reptiles, y por supuesto nuestra ave insignia, la lapa verde, y la lapa roja. Colibríes, el zopilote rey, y muchas especies más”, detalló Montoya.
En total, el Refugio Lapa Verde tiene 64 especies de abejas, 46 de anfibios, 382 de aves, 97 de libélulas, 57 de murciélagos y 42 de mamíferos medianos y grandes.


La caminata por frescos senderos con destino a la torre de visualización de aves es suave, apta para casi todos los públicos. En la ruta se cruza un pequeño lago artificial que es hogar de ranas, sapos, lagartos y pájaros.
Según explicó Randall Montoya, la migración de aves comenzó desde agosto, pero el punto culmen llega en octubre. Precisamente por eso se escogió el tercer fin de semana de este mes para realizar el festival.
Curiosamente, esta fecha calza con la temporada baja del turismo en la zona, por tanto, es posible encontrar precios más bajos y hasta promociones. En la actualidad, la Cámara de Turismo y la Municipalidad de Sarapiquí impulsan el Ecofest, un festival que impulsa las promociones para motivar el turismo en esta época del año.

El trabajo del Refugio Lapa Verde no es solo la atracción turística, también cuentan con programas de investigación biológica, por ejemplo, uno centrado en las abejas nativas y su relación con las plantas.
Asimismo, en el área educativa, los biólogos visitan escuelas aledañas para generar vínculos positivos entre los niños y la vida silvestre, de manera que protejan la flora y fauna y sean agentes de cambio para erradicar algunas de las mayores problemáticas: la tala y la caza.

Mientras tanto, en las instalaciones del refugio cuentan con el “Aula Verde”, un espacio donde imparten cursos y talleres para todo público en áreas temáticas como: botánica, herpetofauna (anfibios y reptiles), aves y abejas nativas. Este programa cuenta con las Becas Lapa Verde, para promover talentos en formación, ya sean estudiantes o personas voluntarias.
La visita a Sarapiquí es relativamente rápida, en apenas un día puede llegar a la zona, hacer una actividad de aventura como rafting o canopy, y visitar el Refugio Lapa Verde. Al final de la tarde podrá retornar a su hogar tras vivir un fin de semana fuera de lo común, con diversión y aprendizaje, y sin gastar demasiado.