¿Se imagina dedicarse casi 40 años de su vida a recorrer el cauce del río Pacuare, entre Turrialba y Siquirres? Recorrer constantemente la selva virgen de la cordillera de Talamanca, pasar de la vertiente Pacífico a la vertiente Caribe mientras sortea los rápidos y disfruta de las etapas más apacibles de este indómito ambiente... Así vive don Roberto García desde 1986.
Don Roberto forma parte de las primeras “camadas” de guías de rafting costarricenses, todo ellos influidos por Michael Kane, un ciudadano estadounidense que, según García, es el padre de este deporte de aventura en Costa Rica. Visitó el país en 1978 y, poco después, hizo las primeras exploraciones en balsa de los ríos Reventazón y Pacuare.

“Michael Kane puso un anuncio en el periódico buscando cinco ticos que hablaran inglés para mandarlos a California a hacerse guías. Esos cinco ticos eran amigos míos, yo hacía surf con ellos en Tamarindo. Pero en el 85 me los encontré en Turrialba y hablamos de que el futuro ya no era el surf, era el kayak. Empezamos a andar en kayak y en el 86 empecé a bajar el río como guía en balsa”, rememoró don Roberto.

Después de trabajar 10 años para Kane, García compró su primera balsa y decidió fundar su propia empresa: Tico’s River Aventure. Cuando se independizó, don Roberto rompió el paradigma de que solo los extranjeros podían dedicarse a “operar los ríos”, como él lo dice.
La práctica no ha cambiado mucho: las medidas de seguridad son las mismas. En los 80 era un deporte mucho menos practicado y con menos afluencia turística. Los 90 fueron la “época de oro” del rafting en Costa Rica, aunque la mayoría de compañías eran estadounidenses.

“Es muy fácil montar un negocio; lo que cuesta es sostenerlo. Hemos tenido buenas y malas épocas, y la pandemia, pero aquí estamos sobreviviendo. Todavía la mayor parte del rafting la manejan compañías extranjeras. Somos poquitos los que nos hemos independizado, pero uno de los primeros que le puso una balsa a la par a los ‘yanquis’ fui yo”, aseveró el empresario.
Don Roberto reconoce que la construcción de represas en el río Reventazón fue un duro golpe para el negocio, ya que ese y el Pacuare eran las dos atracciones más visitadas en Turrialba.

“Cuando el ICE hizo la primera represa, con el proyecto Angostura en 1998, la gente dejó de llegar. Aquí era el único lugar donde se podía hacer rafting. Después de eso empezaron a aparecer empresas en Quepos, Manuel Antonio, La Fortuna... Hicieron otra represa en 2016 y el Reventazón murió totalmente. Pero todavía nos queda el Pacuare y un poquito el Pejibaye”, dijo García.
LEA MÁS: Jóvenes exguerrilleros de FARC exploran en Costa Rica cómo sobrevivir en negocio del ‘rafting’
De cualquier forma, este aventurero de 61 años no tiene dudas de que el Pacuare es el río más bonito del país para hacer rafting. Mientras doma los rápidos, lo acompaña su hijo Isaac Roberto García, quien sigue el tour en un kayak mientras fotografía.

“El paisaje del Pacuare es el más bonito, bosque primario por 27 km, que la National Geographic lo tiene declarado entre los cinco más lindos del mundo, por eso es tan famoso. En otros ríos, como el Sarapiquí, es bonito pero usted ve casas a los lados, no hay tanto bosque primario. En el Pacuare, cuando usted entra al cañón, la única forma de salir es por el río en un tour de 4 horas incluyendo la parada a comer. Bajamos de una altitud de 400 metros en Turrialba, hasta 127 metros en Siquirres”, explicó el guía.
Don Roberto asegura que navegar el río lo hace sentirse más joven: seguirá remontando los rápidos hasta que su salud se lo permita. Si a usted le interesa vivir esta experiencia, él recomienda ir listos para mojarse y le recuerda que “el que no rema, no come”. Para más información puede visitar la página web ticoriver.com o escribirle a don Roberto al teléfono 7060-3610.
LEA MÁS: ‘Rafting’ en el Pacuare salva al río y al bosque





