Quince años atrás, con guitarra al hombro, Debi Nova aparecía frente a cámara cantando temas en spanglish que, en poco tiempo, le abrieron espacio en las listas de Billboard. Hoy, con sus seis álbumes y numerosas nominaciones a los premios Grammy –latinos y anglosajones–, es una de las artistas costarricenses con mayor conocimiento de la industria musical, con todos sus pormenores, exigencias y recompensas.
Además de aportar claridad a la escena nacional, Deborah Nowalski conversó con Revista Dominical sobre su más reciente producción: Todo puede convertirse en canción. En este álbum, vuelve a explorar nuevos territorios sonoros con vivencias que, durante más de veinte años, mantuvo guardadas; canta sobre diversas formas de violencia de género, pero desde un lugar de afirmación, y sin dejar de lado lo que acostumbra: romance y amor propio.
— Tanto para el nuevo álbum como para la vida, ¿qué ha estado escuchando, leyendo? ¿Qué la inspira, qué la mueve?
— Siempre vengo preparada para hablar del álbum y me encantan estas preguntas porque, aunque uno viene escuchando algo, es cuestión de que le pregunten para no acordarse de lo que escuchó esta mañana. Pero venía con una canción pegada de una amiga que se llama Nela, que acaba de sacar una nueva canción, una bachata muy linda. Me encanta la artista británica Lola Young, ayer estuve escuchando a la vocalista del Little Dragon; en general, me gusta escuchar muchas mujeres cantautoras. Me inspiran mucho.
“Y en este momento estoy leyendo, anoche me empecé un libro que se llama Fruto (de Daniela Rea), sobre madres e hijas. Me acabo de terminar uno que se llama Los nombres de Feliza (de Juan Gabriel Vásquez), sobre una escultora bogotana, maravilloso el libro. No retengo nombres, es algo muy curioso, pero me gusta leer mucho literatura latinoamericana”.
— Su nuevo disco nos recuerda que todo lo vivido, lo bueno, lo difícil y lo inesperado, puede transformarse en música, como un portal para sanar. Pero una cosa es componerlo y otra que el mundo lo escuche. ¿Cómo ha sido este proceso de recepción del público, de algo que escribió en la intimidad?
— Ha sido interesante, porque llegando al día del lanzamiento me sentía muy nerviosa, muy estresada, quería como que todo estuviera perfecto, que todo saliera bien y ahora que salió siento mucha paz. Siento que hice lo que mi corazón quiso y me siento muy orgullosa del trabajo.
“Siento que las canciones le van a llegar al que le tienen que llegar. Las canciones toman su rumbo, creo que tomarán el rumbo que tienen que tomar. Me siento muy en paz con eso. Pensé que iba a estar como más estresada del recibimiento, pero lo que siento es eso: mucha paz de que hice algo que me tiene muy orgullosa y muy feliz”.
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— Muchas veces se asocia a los artistas con un estilo de vida glamoroso, pero detrás de escena hay una enorme carga de trabajo, logística y dinero. ¿Cómo ha sido para usted manejar esa parte administrativa de su carrera?
— Creo que es lo que más me cuesta, y me cuesta estar en paz con eso. Pero creo que si eso no sucede, el barco se hunde. He tenido que ser muy disciplinada, sobre todo ahora que no me queda tanto tiempo como antes, porque soy mamá.
“Tengo que ser muy disciplinada para tener al menos dos horas al día para hacer trabajo creativo. Eso significa apagar el celular y ya sea sentarme en el piano o editar en la computadora, grabarme, pero si no lo hago me aplasta lo administrativo, porque sí es parte de lo que hago”.
— Es como un balance.
— Un balance, sí, y definitivamente el glamour de lo que hago, bueno, digo glamour, pero son realmente esos momentos sublimes que me alimentan. Yo lo encuentro en el estudio y en el escenario, son mis momentos de absoluto placer, gozo. Con lo demás tengo como que hablarme internamente, prepararme para saber que una cosa viene con la otra y así son, yo creo, todas las disciplinas o cualquier disciplina que uno escoja.
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— Al asumir esa dimensión empresarial de su trabajo, ¿ha crecido como persona? ¿Cree que ha aprendido de sí misma en ese proceso?
— Sí, yo creo que todo es una oportunidad de crecimiento. Una cosa muy hermosa que tiene mi carrera es que me toca trabajar con muchas personas. También es una carrera de comunicación y he tenido que aprender eso, a poder mantenerme agradecida, mantenerme con una filosofía positiva a pesar de que hay fuerzas que tal vez a veces te quieren hundir.
“Yo a veces digo, ¿para qué hago lo que hago? Porque la música no es de vida o muerte, pero tal vez sí, ¿sabés? Siempre tengo que tener muy claro mi propósito, y de ahí creo que puedo navegar y crecer, a pesar de las tempestades".
— Se podría decir, entonces, que la música es vida.
— La música es vida, claro. Para mí lo es, sin duda. Es un salvavidas. Estoy segura que para muchas personas que consumen música, ha habido una canción que les cambió la vida.
“¿Para qué hago lo que hago? La música no es de vida o muerte, pero tal vez sí, ¿sabés? (...). Me encanta poder ser una voz en este país para otras mujeres que quieran dedicarse al arte, porque no es fácil".
— También, con un posicionamiento como el suyo, siendo una artista reconocida, viene también una cuota de representatividad, sobre todo para otras mujeres. ¿Cómo convive con la idea de que hay niñas y jóvenes que la ven como un ejemplo? ¿Es un peso o responsabilidad?
— Lo veo como una responsabilidad y vuelvo al propósito. Qué lindo tener un propósito, tener responsabilidad. Me encanta poder ser una voz en este país para otras mujeres que quieran dedicarse al arte, porque no es fácil.
“Por lo menos cuando yo estaba en mis años de formación, creciendo, las mujeres que estaban haciendo cosas chivas, me inspiraban. Fueron para mí muy importantes Marta Fonseca, mi profesora de canto Miriam Jarquín. Eran un grupo de mujeres que estaban ahí, poniéndole en un mundo de hombres, más en los años 90. Me encanta poder seguir ese lineaje y ojalá vengan muchas más detrás de mí”.
— A lo largo de estos 15 años de trayectoria, ¿qué tan diferente es construir una relación con el público costarricense versus el público internacional? ¿Es más difícil llegarle a uno que al otro?
— Si nos concentramos en esa palabra a la hora de pensar en una industria musical, pues sí puede ser retador en un tipo de música como el mío, música de cantautora, que tal vez no es la música masiva que le llegue a más gente, pero no sé si eso lo podemos asociar con la palabra difícil.
— Es diferente, entonces.
— Es diferente, sí, y también creo que hay que tener muy claro qué es lo que querés. Esa ha sido como la misión para mí cuando entro al estudio. Saber que quiero hacer algo del corazón, porque me llena a mí, o saber que quiero hacer algo para que tal vez se haga más masivo mi público.
“Yo siempre he escogido el camino de hacer algo que me gusta. Después, no puedo pensar en qué es más difícil o qué es menos difícil, sino que creo que uno debe tener muy claro qué es lo que quiere y estar feliz con sus decisiones.
“Yo amo el público de Costa Rica, es el público que más he alimentado a través de los años porque soy de acá, porque mi familia está acá, porque viajo muchísimo acá y siempre que hago un concierto acá, me siento como lo más sublime, lo más lindo, porque es como dar un concierto enfrente de mi familia”.
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— Y en ese sentido, ¿qué se necesita para que más artistas locales puedan crecer y destacar profesionalmente?
— Creo que hay muchas cosas que tienen que suceder para que Costa Rica tenga una industria musical saludable. Son muchas aristas, y todo eso tiene que ir de la mano. Creo que nos faltan venues (recintos) en el país especializados en música de diferentes capacidades. Creo que las radios podrían apoyar más a los músicos nacionales, la industria también, todo lo que son marcas.
“Eso desde la parte de afuera, y creo que nosotros también tenemos que darnos más nuestro lugar. Tenemos que apoyarnos más entre nosotros porque parece mentira, pero aunque es una industria chiquitita, como que no hay tanta colaboración. Yo he visto que en otros países los artistas colaboran más entre sí. Aquí no se da tanto las colaboraciones entre artistas.
“Creo que hay muchas cosas que pueden mejorar y, sin embargo, creo que cada vez vamos haciéndonos más poderosos, más fuertes. Cada vez se ven más artistas que están firmando con disqueras afuera, entonces sí vamos por un buen camino, pero por supuesto que nos falta”.
“Las radios podrían apoyar más a los músicos nacionales, la industria también, todo lo que son marcas”.

— La verdad es que no puedo hablar a ciencia cierta, porque no conozco exactamente en qué lugar estamos en ese aspecto, pero si vos me preguntas, yo creía que algo muy sano sería que existiera un mínimo requerido para que las radios pusieran música de Costa Rica.
“Eso sería algo fácil que pondría al músico nacional en un lugar horizontal con músicos de otros países, ¿y por qué no hacerlo? Eso sería lo primero que se me viene a la cabeza y estoy segura que hay muchas otras cosas más".
— Pensando también en quienes sueñan con insertarse en la industria internacional, y entendiendo que cada artista tiene su propio lenguaje, ¿qué se debe afinar o fortalecer desde Costa Rica para lograr una propuesta musical que conecte con audiencias globales?
— Hace un par de semanas estuve en una conferencia, llamada Centroamérica Mercado Musical, que estuvo preciosa y estuvimos hablando de eso precisamente. En Costa Rica, por asunto de volumen, tal vez es un poco más retador competir en el mercado global, porque claro, si vos sos un artista al que le va muy bien en Colombia, por el volumen de Colombia, en la escala global va a tener mayor impacto. Si a vos te va muy bien en Costa Rica, pues nuestro volumen no es tan grande.
“Para competir en la escala global, hay que salir y picar piedra en otros países. Lo bueno es que hoy en día tenemos las redes sociales y las redes sociales yo no sé cómo funcionan, te digo que es un misterio, pero funcionan.
“El año pasado tuve un momento viral y me empezaron a seguir personas de Rusia y, no sé, de países extravagantes que uno no se imagina. Fue con un bolero, con dos mariachis detrás mío, y no sé por qué a ese video le fue muy bien. Es un misterio, pero bueno, obviamente hoy tenemos esa gran herramienta y deberíamos aprovecharla, por supuesto”.
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— Aunque suene cliché, pero desde su madurez artística actual, ¿qué le hubiera gustado saber cuando apenas empezaba?
— Lo primero que se me viene a la cabeza es tener claro que la música se hace por el gusto de hacerla y no porque te va a traer algo. Creo que es la primera vez en mi vida que realmente te puedo decir, estoy haciendo lo que estoy haciendo porque me produce placer en este momento, no por lo que me va a traer o porque se me van a abrir puertas aquí o allá.
“Creo que antes de este álbum, siempre tenía como esa intención, que está bien, de crecer, de ‘uy, voy a hacer esta colaboración para ojalá’. Yo sí creo que es más sano hacer las cosas por el puro placer de hacerlas”.
— Si pudiera devolver el tiempo, ¿volvería a escoger ser Debi Nova?
— Sí, a mí me encanta el camino que he podido recorrer, me siento muy bendecida, muy agradecida.
“Tal vez tomaría un par de decisiones distintas. Estaría mintiendo si dijera que todo lo que me ha pasado ha sido maravilloso. Han habido momentos superdifíciles, también en esa dificultad encuentro lo maravilloso, pero tal vez un par de cositas ahí que hubiera hecho distintas y más que todo lo que te decía antes, yo creo que desde el principio me hubiera preocupado por disfrutarlo más.
— Volviendo a Todo puede convertirse en canción, ¿cuál es el mensaje principal que le gustaría que la gente reciba cuando lo escucha?
— Como lo dice el título, todo puede convertirse en canción. Que la hagan de ellos, que esa canción sea de ellos, que esa experiencia de escuchar se convierta en lo que ellos quieran que se convierta.
“La verdad es que no tengo más intención que esa. Ojalá que no piensen mucho, que lo sientan, porque pensar no nos ayuda del todo, sino que sea algo que de verdad nos conecte con el corazón y que les inspire".
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