Recordando mi adolescencia, me transporto a esas tardes cuando en mi casa “la hora del café” solía ser un evento familiar y social de suma relevancia. En nuestra mesa nunca faltaban el pan de bollitos (la famosa piña de pan), el queso crema, la mantequilla y, por supuesto, la taza de café. ☕
No sé si fue la presión social, pero al llegar a mis catorce años, decidí darle una oportunidad al café y ese primer sorbo me resultó desagradable (imagínenme arrugando la cara) 😬. Sin embargo, la curiosidad me llevó a reconsiderarlo, y gracias a la leche Pinito y a una generosa dosis de azúcar, conseguí que aquel café de percolador se tornara “aceptable”.
Así es como el café ingresó tímidamente a mi vida, como una bebida social que solo conseguía saborear cuando lo acompañaba de un montón de leche y azúcar.
Al terminar el colegio, comencé a trabajar y a estudiar en la universidad, lo que hizo que mis días se tornaran más agitados. Esta bebida ya no era solo una parte de “la hora del café”, sino que se convirtió en algo esencial para mantener mi ritmo acelerado entre el trabajo diurno y las clases nocturnas. ☕💼📚
El café del percolador de la oficina era mi amarga salvación, aunque su sabor se asemejara más al “petróleo”.
Sin embargo, un día todo cambió. El percolador de la oficina se dañó, y me vi en la universidad sin mi dosis de “petróleo”. Mi cuerpo ya no podía resistir más. Tomé la decisión, en ese momento extraña para mí, de comprar una taza de café en un puesto de Britt. Me sentí extraño, pagar por algo que no me gustaba tanto y me parecía excesivamente caro. ☕💰
Finalmente, compré esa taza de cartón caliente con una tapa de plástico y un pequeño palito de madera. Le añadí dos sobres de azúcar y me dirigí a clases.
Sentado en mi pupitre, di un sorbo, y para mi asombro, el sabor era magnífico. Sabía a café, olía a café, pero tenía una suavidad y un gusto delicioso. Ese no era como el fuerte de mi casa ni el “petróleo” de la oficina; fue una revelación, un café que sabía muy bien. 😋
En ese instante, me di cuenta de que el café era mucho más que una simple bebida social o una solución para aguantar el día. Era una deliciosa experiencia en sí misma.
Desde entonces esta bebida se convirtió en una pasión para mí. Empecé a explorar diferentes tipos y métodos de preparación. No podía creer que durante tantos años hubiera perdido la oportunidad de disfrutar de un sabor tan exquisito. Compartía con mi familia y colegas que había café que sabía “rico”, pero la mayoría seguía aferrada a Café Rey o Volio (menciono estas porque eran las más populares en ese entonces).
Mi vida cambió aún más cuando comencé a frecuentar diferentes cafeterías. Cada visita se convirtió en una experiencia enriquecedora, donde descubría cómo el café variaba en sabor según su origen, su altitud y su método de preparación. Era un mundo fascinante por explorar.
Con el tiempo, di un paso más allá y decidí disfrutar del café sin azúcar. Para mi sorpresa, el sabor se intensificó de manera significativa. Lo recomiendo ampliamente.
Ahora el café es una parte esencial de mi vida. Me encantaría tomarlo y disfrutarlo más veces durante el día, pero entiendo que debo moderarme si quiero dormir en la noche. ☕😴
Siempre que alguien dice que no le gusta el café, no puedo evitar sugerirles que quizás no han probado un buen café. Les invito a darle una oportunidad y descubrir los placeres que esta bebida oscura y aparentemente simple tiene para ofrecer. ☕😊
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