Pena ajena. Y un poco propia.
Menos de una semana bastó para que el técnico Miguel el Piojo Herrera fuera testigo de algunas limitaciones del fútbol de Costa Rica.
Próspero en talento, pobre en infraestructura, voluntarioso en los intentos de superación, el balompié nacional no engaña a nadie que lo mire de cerca.
El nuevo seleccionador nacional suma revelaciones día a día, dicho sea de paso, en su comprometido e intenso inicio de labores, de estadio en estadio. Comercial: en el tiempo en que Herrera ha estado de partido en partido -siete en seis días-, otros anduvieron de lobby en lobby.
¡Pero qué pena con él!
El día de su presentación, la sección deportiva había amanecido de “pe” a “pa” con la renuncia del Saprissa a un campeonato femenino que no parece ir hacia ningún lado.
El día en que por primera vez asistió a un juego del campeonato nacional masculino, el Alajuelense - Santa Ana se detuvo durante doce minutos por deficiencias técnicas del VAR. Y no pudo resolver la jugada que estaba en discusión.
El día en que reveló sus convocados, asistió después al Santa Ana - Puntarenas y el inicio del segundo tiempo se retrasó media hora por fallas en la iluminación. De paso -mal menor-, de inmediato se trasladó al Carlos Alvarado, donde el campeón Herediano juega en una gramilla con calificación de “5,36″ en escala del 1 al 10, según sondeo realizado con 25 jugadores de Primera. ¡Y no es la peor de las canchas. ¡Qué quede claro! Otras seis recibieron notas inferiores.
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¡Qué pena con don Miguel Herrera!
Aunque pensándolo bien, nunca cae mal una dosis de realidad de buenas a primeras. Herrera tendrá a estas alturas muy pocas dudas de las diferencias entre el boyante fútbol mexicano y el aspiracional balompié costarricense. No sufrirá el desencanto paulatino de otros connotados que terminan sin adaptarse a las condiciones ticas.
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Al menos, en contraparte halló una generación de prometedores jóvenes futbolistas, reunidos en su última convocatoria. Muchachos como Santiago Van der Putten, Kenay Myrie, Sebastián Acuña, Andy Rojas y Randy Vega confluyen con un técnico al que le sobran pantalones para lanzarlos a la cancha. No todos van a romperla, como se dice en el argot futbolero, pero dejan claro que materia prima hay. Incluso, algunos convencieron al técnico en un partido y se colaron en la convocatoria de última hora.
Al ver la lista y el entusiasmo del técnico y los esfuerzos en la gestión de Osael Maroto, quiero pensar que asoma un futuro mejor.
Por ahora, como dice un amigo cuando en casa ajena le ofrecen más café y más pan: ¡Me da pena!... Pero me la aguanto.