
Aquellos recuerdos de niño, cuando iba a coger café en la finca de su abuela Aurora Chinchilla, en San Antonio de Escazú, impulsaron al montañista Warner Rojas a sembrar café e impulsar su propia marca.
Warner confesó que con las cajuelas que cogía al recorrer los trillos de la finca, obtenía el dinero para los útiles escolares y algo mśd para las vacaciones. Ahora su misión será cuidar el cafetal para honrar la memoria de su abuela y darle forma a un nuevo emprendimiento.
En los patios de sus tíos y en una hectárea de su propiedad, desde hace cinco años se dio a la tarea de preparar el terreno y, tras conversar con unos amigos y recibir algunos consejos, tomó la decisión de sembrar la variedad de café denominada Geisha, muy común en Panamá, así como la ‘Borbón’, que es la que tenía su abuela y de la cual aprendió los secretos del café.
“Siempre me ha gustado el café y por esa razón siempre llevé café a las expediciones, para tomar y regalar a los amigos. Nuestro café tiene fama mundial, y las personas saben que el café de nuestro país es sinónimo de calidad. Es por esa razón que me decidí a tener mi propia marca de café, “7 Cimas Café de Altura”, el cual nombré en honor a las siete cimas de los cerros de Escazú, donde vivo”, explicó Rojas.
Warner Rojas, el primer costarricense y hasta ahora único en escalar la cima del Monte Everest, en mayo de 2012, comentó que él está a cargo de toda la elaboración del café. Desde el cuidado de las plantas, su siembra, el deshierbe de los trillos, la poda de las matas, el arranque de la maleza, hasta su recolección. Lo aprendió desde niño y le enseñó a ganarse la vida y lo difícil que es el trabajo en el campo.
De acuerdo con el montañista, en la década de los 80 muchos escazuceños abandonaron la siembra de café y la cambiaron por la de legumbres, por lo que siempre anheló volver a los cafetales que tantos buenos recuerdos le traen.

Warner Rojas seca su café al estilo tradicional
Warner describió la elaboración de su café como muy tradicional, con la cual el sabor es muy diferente al producido en otros lugares y resaltó que es un café de altura que está a más de 1400 metros sobre el nivel del mar, y eso le da un plus a su producto.
“El café no lo lavo. Lo guardo en su bellota y lo pongo a secar al sol en una cama africana o zaranda durante varios días. Normalmente, se hace en un planché de cemento. Como el clima en Escazú es más frío y en el patio de mi casa le pega poco sol, tomé la decisión de llevarlo a Guanacaste, donde tengo una propiedad, y allí aprovecho para secarlo mejor’, aseguró Rojas.
Cuando el grano está seco, Warner lo lleva a una tostadora en Escazú. El montañista pide que sea en un tueste oscuro para que su producto tenga un mejor sabor. Una parte la muele y otra la empaca en grano y la envía a diferentes amigos a Italia, Estados Unidos e incluso Nepal, pues en estos países prefieren molerlo, de acuerdo a su gusto y el método de preparación.
‘Al secar el café en su cáscara, el sabor es diferente, es más dulce porque no se le lavan los azúcares naturales de la fruta. También este es café solo maduro, no se mezcla con fruto verde. Es un trabajo arduo, pero vale la pena y además tenemos un café de calidad’, afirmó Rojas.
El montañista agregó que no utiliza herbicidas en el cafetal y el abono es orgánico para proteger el ambiente. El deshierbe de la maleza es manual y siempre está al tanto del crecimiento de las matas, lo cual lo llena de mucho orgullo.
‘El año pasado que fui al Everest, la producción bajó un poco. Soy la persona que le da mantenimiento al cafetal, y es un trabajo de mucha dedicación. La verdad es interesante ver crecer las matas, pero no es un trabajo fácil. Aún son pocas las bolsas de café que producimos, pero esperamos con el tiempo poder aumentar la producción y hasta poder exportarlo’, manifestó Rojas.”