
De los cuatro hijos de Óscar Ramírez, Andrés fue el único que se tomó el fútbol más en serio, pero hoy es testigo de las vueltas de la vida, convertido en uno de los analistas de video del Macho en Liga Deportiva Alajuelense.
Esta realidad no lo dimensionaba hace unos años, cuando se entrenaba en Belén. A pesar de que las comparaciones siempre resultan tediosas, cuando entraba a la cancha era como estar viendo a su padre.
Andrés Ramírez, de 22 años, heredó la pasión y el talento futbolístico del Macho y para nadie era un secreto que parecía destinado a seguir sus pasos.
Jugaba en la misma posición, mediocampista de vocación ofensiva, y quienes lo veían en cancha aseguraban presenciar un déjà vu. Sin embargo, un inesperado rival se interpuso en su camino y en la cancha: la pandemia.
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En un relato íntimo y conmovedor, Andrés Ramírez se confesó con La Nación y compartió cómo el abrupto freno a su prometedora carrera juvenil lo llevó a una difícil pero sincera decisión: abandonar el sueño de ser futbolista profesional.
“Somos cuatro hermanos, de esos cuatro soy el único que me gustó el fútbol como tal, soy el único al que le llamó más la atención, que llegó a jugar, que estuve en equipos, pero bueno, a mí me cayó la pandemia, justamente cuando iba a hacer alto rendimiento”, relató Andrés Ramírez.

El confinamiento y la suspensión de toda actividad deportiva tuvieron un impacto en él, porque sentía que ya nada era igual y que quizás, la vida le traería alguna sorpresa.
Jamás sospechó en ese instante que para agosto de 2024 sería clave para que Óscar Ramírez aceptara la propuesta del presidente rojinegro Joseph Joseph para trabajar en el Centro de Alto Rendimiento (CAR) puliendo a los cachorros de liga menor.
Mucho menos que en Semana Santa, el Macho aceptara dirigir al primer equipo de Alajuelense tras la destitución de Alexandre Guimaraes, y que le pediría a él que lo acompañara dentro del cuerpo técnico como analista de video.
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Hoy, Andrés Ramírez sabe que tomó la decisión correcta en aquel momento.
“Fue un año de paro, sin gimnasio, ni fútbol, ni entrenamiento, ni nada. Siento que eso me desmotivó mucho. Me quitó mucho esa pasión de querer seguir jugando, y la verdad, me di por vencido.
”No quise seguir, porque cuando volvimos, alguna gente estaba en Segunda y ellos sí tenían el ritmo. Sinceramente, yo me sentía muy acabado, con ese año de retraso, que me pasó mucha factura. Me desmotivé, y no me dio como para seguir”, contó Andrés Ramírez.
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Él tenía muy claro el panorama y por eso lo dijo: “No quiero seguir jugando fútbol”. Pero esa noticia no fue nada fácil de digerir para Óscar Ramírez.
Porque era el padre viendo a su hijo renunciar a una pasión que compartían, máxime que él le notaba que sí tenía características importantes.
Sin embargo, también cayó en cuenta de que Andrés realmente le hablaba muy en serio, y su reacción como padre prevaleció sobre su anhelo como exfutbolista.
“Él no se dio por vencido la primera vez que le dije y lo que me respondió fue que fuera, que lo intentara, que echara para adelante y que ahí veíamos qué pasaba; pero llegó el punto de que hasta casi llorando le dije que no. Es que no tenía esas ganas de decir, voy a ir a entrenar, sino que era como una obligación”, apuntó Andrés.
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Eso le hizo ver al Macho de que efectivamente su hijo tenía su decisión tomada. En el fondo, el padre, el exfutbolista y el técnico lo que sentía era un profundo temor por otros casos que había visto a lo largo del tiempo.
Porque el Macho fue testigo de cómo jóvenes futbolistas con talento luego se arrepentían de decisiones apresuradas. Y no quería ver a Andrés más adelante con ese remordimiento de que por qué no siguió.
“Luego me lo hizo saber, y me dijo: ‘Bueno, yo acepto su decisión, ya usted la tomó, pero no lo quiero ver después arrepintiéndose, no lo quiero ver después diciéndome cómo no fui, cómo yo no estuve ahí, y esto y lo otro’. Porque él sabía que a varios jugadores les pasó, y él no quería que yo fuera uno de esos”, relató.
Andrés sigue en el fútbol, pero no como futbolista
La sabiduría paternal de Óscar Ramírez ofreció a Andrés una perspectiva valiosa sobre la responsabilidad personal en la toma de decisiones.
Lejos de ser un final, la decisión de Andrés abrió un nuevo capítulo en su relación con el fútbol, curiosamente, de la mano de su padre.

“Él me dio esa forma de verlo, y la verdad es que si lo tomé muy bien. Ahí no se acaba la vida, hay que seguir, y hay que encontrar otros lados, y bueno, vea qué casualidad, ya no fue como jugador, pero ahora estamos como cuerpo técnico”, citó.
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Aunque la cancha ya no lo vea como protagonista con el balón en los pies, Andrés Ramírez, aquel joven mediocampista que jugaba “igual que papi, como tipo 10, o mixto, o por la banda”, sigue ligado al deporte que tanto ama, aprendiendo de su mayor referente, ahora desde una nueva trinchera, en su querido Alajuelense.
La pandemia le arrebató un sueño a Andrés, pero le abrió una puerta inesperada, demostrando que, en el fútbol y en la vida, los caminos a veces toman giros inesperados, pero siempre ofrecen nuevas oportunidades.

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