
La carrera del delantero uruguayo Luis Suárez está marcada por los escándalos y los goles, pero una vez más sus problemas de conducta amenazan con empañar su destacada trayectoria deportiva.
La última de Suárez ocurrió el domingo en la final de la Leagues Cup ante el Seattle Sounders, que el Inter Miami perdió 3-0.
Al final del compromiso -arbitrado por el costarricense Juan Gabriel Calderón- se desató una discusión entre ambos equipos y las cámaras captaron al Matador lanzándole un escupitajo a un adulto mayor que trabaja en el cuerpo técnico del Seattle.
A sus 37 años, está cumpliendo una campaña apenas aceptable en la MLS, con seis goles y 10 asistencias en 22 presentaciones.
Pero la hoja de servicios del charrúa incluye numerosos capítulos llenos de polémica.
En 2010 llegó su primer mordisco, cuando jugaba para el Ajax y tuvo una discusión con el neerlandés del PSV Otman Bakkal. Aunque el árbitro no lo incluyó en su reporte, lo sancionaron siete partidos con base en el video.
Al año siguiente se había pasado a jugar en el Liverpool. Vistiendo la camisa roja tuvo un cruce con el francés Patrice Evra, quien lo acusó de haberle dicho insultos racistas. Suárez lo negó pero igual recibió una sanción de ocho partidos. En el partido siguiente entre ambos, el suramericano le negó el saludo durante los actos protocolarios.
En el 2013 otra vez utilizó los dientes de manera indebida: mordió al serbio del Chalsea Branislav Ivanovic, una vez más el árbitro no lo vio pero las cámaras lo delantaron y terminó pagando 10 partidos.
Su escándalo más célebre llegó con la Selección de Uruguay en el Mundial de Brasil 2014, cuando mordió al italiano Giorgio Chiellini. La FIFA se le fue con todo y lo castigó cuatro meses fuera del fútbol y además nueve partidos sin jugar con su país.
Ahora Suárez queda a la espera de una sanción que, según se especula, podría ser de al menos seis encuentros. En la recta final de su carrera, el delantero charrúa insiste en ponerse el traje de villano.