
Las conferencias de prensa posteriores a un partido están llenas de preguntas y respuestas salidas de un guion prefabricado. Es como ver un capítulo del Chavo, ya uno se sabe los diálogos. Pero hay una excusa que se está poniendo de moda, que afecta al fútbol de Costa Rica y que desbanca a las demás como el estribillo favorito en el bando derrotado: “Perdimos por detallitos”.
De acuerdo con este argumento, durante el encuentro todo salió casi perfecto, una magistral sinfonía, pero el resultado se echó a perder por simples descuidos. Todos lo están repitiendo: desde el modesto club que se llevó una paliza hasta el equipo grande que dejó ir el resultado en el último minuto.
Lo dice el futbolista sudoroso que atiende la entrevista flash; lo comenta el entrenador atribulado en conferencia de prensa, y lo cantan los jugadores en la fila india de la zona mixta. A todos los llegó el mismo memo: culpen a los “detallitos”.
Estos lugares comunes van cambiando con los años. En la década de los 90, la muletilla era “Hay que seguir trabajando”, una confesión de humildad que perdió sentido después del jugador que la repitió por vez número 200.000. Luego apareció el clásico “Solo nos faltó el gol”, una variante precursora de los “detallitos”.
Resulta que si les faltó el gol, básicamente todo les faltó: este deporte consiste en anotar goles. Es como si en el baloncesto dijeran “Solo nos faltó encestar canastas” o en el atletismo “Solo me faltó correr rápido”.
En los años 80, el preámbulo de los futbolistas al inicio de cada entrevista era un simpático “Primero que todo un saludo a la afición”. Los periodistas, que también preguntan con un libreto en la mano, solían abrir el diálogo empleando una consulta reincidente: “¿Cómo vio el partido?“. Hasta que una vez el histórico Juan Cayasso, harto de la pregunta descosida por tanto uso, desarmó al comunicador con una lógica demoledora: ”Yo no vi el partido, yo lo jugué“.
LEA MÁS: Despido de Hernán Medford en Herediano y ‘fichaje’ de Jafet Soto no fue como la mayoría cree
Ahora lo que se acostumbra es echarle la culpa de todos los males a los “detallitos”. Sin embargo, perder por un error en la marca en tiempo de descuento no es un “detallito”. Es un gazapo imperdonable que estropea todo lo que se hizo el resto del partido. Y si es algo que se había trabajado en los entrenamientos, o que se conversó en la charla técnica, el fallo adquiere otras dimensiones.
Lo mismo el portero que deja escurrir la pelota como si tuviera jabón en las manos. O el delantero que patea hacia la valla publicitaria y no hacia el marco que tiene a pocos metros. O las malas decisiones del técnico.
Aludir a un insignificante detalle minimiza lo que en realidad está pasando. Da a entender que el equipo es una máquina aceitada, capaz de competir en la Champions, donde solo hay pequeños ajustes por realizar. Es muy conveniente para el entrenador, porque no es lo mismo rendir cuentas por tres derrotas seguidas que por “detallitos”. Lo mismo para el delantero que no hace goles o el portero de los guantes de mantequilla: todo es menos grave si se le añade la consabida palabra.
No debe ser fácil sentarse en una conferencia de prensa a poner la cara después de perder un juego, mientras los aficionados salen del estadio furiosos, otros se desahogan en la carnicería de las redes sociales y TDMás alista el meme de la puerta de salida. Tiene sentido poner la llave maya con las respuestas precocidas, para salir del trance mientras la directiva está deliberando en el salón de a la par. Pero en el fondo, el entrenador sabe que no perdieron por “detallitos”, sino porque el plantel no le alcanza, porque los veteranos están muy veteranos y los jóvenes están muy jóvenes, porque el refuerzo extranjero resultó ser un paquetazo o porque su pizarra se quedó sin ideas.