Juan Luis Hernández Fuertes se ganó un lugar en la historia del fútbol costarricense a punta de polémicas y pleitos infinitos. Pero también fue campeón en 1993 con Herediano, se convirtió en una leyenda del Cartaginés, dirigió a la Selección Nacional y hasta encabezó un pequeño “Aztecazo” ante México que se recuerda poco.
Con 76 años de edad, es el mandamás del equipo Orión de Linafa, donde actualmente protagoniza un duro enfrentamiento contra sus dirigentes. Es la polémica número 1.000 de su carrera (la cifra es un estimado).
En esta entrevista con La Nación, el técnico que llegó a Costa Rica en 1986 hace un repaso de su estado de salud, su carrera y esa manía de nunca dejar de pelear. Incluyendo la vez que mandó a un tipo al foso del estadio Fello Meza con un derechazo a lo Yokasta.
- Juan Luis, ¿cómo está su salud?
- Bueno, ahí para variar seguimos peleando. Los cánceres se equivocaron de paciente, entonces el famoso cáncer de colon, de extrema gravedad, me costó 10 años, pero le gané. Y el cáncer de próstata que fueron dos, tras dos intervenciones también le gané. Sigo peleando con el cáncer de piel, que llevo ya cinco intervenciones por eso.
“¿Y el Parkinson? Pues el Parkinson vive conmigo, el Parkinson y yo somos amigos. Si yo estoy bien, el Parkinson está mal y si yo estoy mal, el Parkinson está bien. En consecuencia el Parkinson es cuestión de actitud.
- ¿Se le está agravando el Parkinson?
- Tiene unas secuelas impresionantes. Por ejemplo, los dolores son intensos, son insoportables, pero un médico cirujano amigo mío me dio la mejor receta, y es que me olvide de ellos, entonces me olvido de los dolores.
- ¿A qué se dedica actualmente?
- Me dieron la incapacidad sin revisión desde el 2014 por los cánceres. Tengo el equipo de fútbol Orión, fui candidato a la alcaldía de Cartago y peleo en el fútbol.
- ¿Los años y las enfermedades no lo hicieron dejar de pelear?
- No, porque la genética no te traiciona, a estas alturas de la vida es muy difícil que uno por un cheque se baje los pantalones. Mi familia dice ‘Papá, quédate tranquilo’; hombre, para que yo me quede tranquilo me tienen que poner una lápida. He sido vehemente, confrontativo, pero búsqueme usted a mí actos de delincuencia.
- ¿Alguna vez se le fue la mano con sus polémicas?
- Pues cuando se me ha ido la mano, gané en los tribunales, porque he tenido la suerte o el conocimiento o la capacidad de que lo que digo, lo puedo demostrar.
- ¿Recuerda cuando se brincó la malla del Fello Meza para pelearse a golpes con un aficionado de Cartaginés?
- No me brinqué la malla. Eso fue por ahí de 1987, en un partido de Cartaginés ante Asodeli. Ganó Cartaginés pero desde el minuto 1 y hasta el 93, un señor detrás del banquillo me pasó insultando. Entonces yo entré al vestuario, siguió insultando, salí y fui a preguntarle cuál era el problema. Entonces como dicen aquí, me quiso “gorrear”, no tuvo suerte y yo se lo devolví (el golpe). Lamentablemente para él cayó en el foso del estadio. Fuimos a juicio y se lo gané porque no tenía derecho de injuriar o calumniar.
- ¿Usted era bueno peleando a golpes?
- Es que de joven, aparte de jugar al fútbol y ciclismo, que era mi ADN, porque yo soy de familia de ciclistas, también me entraban unas calenturas y me iba a boxear. Tengo esa escuela.

- ¿Por qué nunca dirigió a Saprisa o la Liga?
-Bueno, en la Liga ya estaba yo en el banquillo y de pronto alguien metió la cuchara y nombraron a Badú (1995). Por cierto, Badú debutó contra mí en Belén y le gané 1 a 0.
“Con Saprissa ya había negociado también. Un sábado estaba todo hecho y el domingo en un medio de comunicación nacional hicieron una gran campaña para sacarme. Me quemaron de 9 a 11. Pero yo he estado en los equipos que quiero estar”.
Usted dirigió un “mini aztecazo” con la Selección en la eliminatoria rumbo a Francia 98, que en general se recuerda poco.
- Ahí falló la dirigencia. Nosotros a la 1 p. m. estábamos en el Mundial después de empatarle a México. El Salvador jugaba en casa contra Jamaica y ya sabían el resultado; luego sacaron el resultado que necesitaban. Esos partidos decisivos debieron jugarse a la misma hora.
- Hay algo que siempre le reconocí a usted, haber sacado al goleador del equipo en 1993, por indisciplina, justo antes de la final.
- De Melo es una bellísima persona, yo tengo la mejor definición de él, todavía somos amigos y le guardo mucho cariño. Pero tenía una total dependencia (de una sustancia psicotrópica). Le hicimos un examen y no había nada que hacer, entonces hablé con los demás jugadores y nos comprometimos a sacar la final adelante. El sustituto era Pin Gómez, que no había metido un gol en todo el año, y luego nos sacamos el as bajo la manga con Rolando Corella, que metió el gol decisivo.
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- ¿Nunca le interesó escalar como dirigente, tal vez llegar a la Federación o la Unafut?
- Yo creo que en la Unafut solo se pusieron de acuerdo una vez, que fue para ponerme a mí en la Comisión de Selecciones Nacionales, porque querían un control exhaustivo. Jorge Luis Pinto era el entrenador. Pero venía un partido importante contra El Salvador (eliminatoria al Mundial 2014) y me dijeron que no hiciéramos ningún problema. Yo le dije a la Comisión que para qué íbamos a hablar después. Citamos a Pinto y le dijimos de frente que no era posible que El Salvador nos eliminara. Ganamos ese partido pero me sacaron de la comisión.
“Desde entonces he sido candidato a ministro de deporte y te puedo asegurar que tengo más atestados que ninguno. Mi profesión no es el fútbol, yo soy licenciado en educación, además también periodista. Hace unos años había un puesto relacionado con deportes en el gobierno, yo apliqué pero se perdieron tres expedientes, puse una denuncia, se suspendió el concurso y se puede imaginar cuál era el expediente que había desaparecido. Luego hicieron el concurso cuando estaba en España con la quimioterapia (actualmente, Juan Luis también cursa la carrera de derecho; según dice, es el estudiante ‘menos joven’ de la universidad).
- ¿Qué le parece como se maneja actualmente el fútbol nacional?
- Yo tengo fe, porque creo que Osael Maroto es una persona honesta, los antecedentes lo demuestran, igual que Gustavo Araya (secretario general). Creo que hay mucha gente honesta en el fútbol. Pero se encenderon todas las alarmas, estamos en aguas pantanosas (se refiere a un conflicto que mantiene con Linafa). A veces es bueno que nos pase lo que le pasó a El Salvador, que intervinieron la Federación, o como cuando los ingleses estuvieron tres o cuatro años sin jugar por culpa de los famosos hooligans. Hay cosas que no han salido a la luz.