
Las expresiones de sorpresa, los abrazos interminables, las caras de alegría y hasta las lágrimas de nostalgia se entrelazaron en una noche mágica, donde la historia cobró vida y las leyendas del fútbol costarricense tomaron su lugar en el Olimpo del balompié tico.
En una velada histórica, el Auditorio Nacional del Museo de los Niños fue el escenario de la celebración de los 35 años del debut de Costa Rica en la Copa del Mundo de Italia 90, un hecho inédito que quedó grabado en la memoria de todos los costarricenses, más allá de su afinidad por el fútbol.
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Como niños, hombres mayores, con las canas que evidencian el paso del tiempo, se emocionaron y sus ojos brillaron al ver ingresar a cada uno de los ídolos que recordaban por sus hazañas en la televisión.

Como era de esperarse, el capitán de aquella Selección Nacional, Róger Flores Solano, fue el primero en llegar, esperando a sus compañeros, quienes poco a poco ingresaron al recinto del Museo de los Niños junto a sus esposas, hijos y nietos.
Bora Milutinovic, entrenador de aquel grupo, fue uno de los invitados que más llamó la atención y el centro de abrazos y felicitaciones.
Sonrisas pícaras, miradas tiernas y esos abrazos de hermanos que llevan mucho tiempo sin verse fueron los protagonistas de un ambiente festivo, lleno de nostalgia y recuerdos imborrables, parte esencial de la historia del fútbol nacional.
“Podemos tener 20 años sin vernos, pero con el primer saludo, el primer abrazo, vienen los recuerdos de aquellas largas concentraciones. Somos una gran familia, así nos sentimos, y el vernos después de tanto tiempo nos da una gran alegría”, confesó el exdelantero José Jaikel, quien militó en Saprissa y Herediano.

Entre música historia y recuerdos
Uno a uno fueron llegando los artífices de la hazaña: Rónald Marín, Giovanni Jara, Luis Gabelo Conejo, Germán Chavarría, Hernán Medford, Héctor Marchena… y así desfilaron, no sin antes saludarse afectuosamente, como hermanos que se reencuentran tras años de distancia.
Sin duda, uno de los más esperados y aclamados de la noche fue Juan Arnoldo Cayasso, autor del gol histórico que, 35 años después, sigue erizando la piel con las inolvidables narraciones de Manuel Antonio Pilo Obando, Mario McGregor y Leonel Jiménez.
También estuvieron presentes en la gala ídolos que, aunque no fueron convocados para la Copa del Mundo, demostraron hidalguía al haber formado parte del proceso eliminatorio. Fueron excluidos de la lista final, pero su aporte resultó fundamental en la clasificación.
Evaristo Coronado, el Caballero del Fútbol, y Marco Antonio Rojas, ambos ídolos del Saprissa, asistieron, así como el primer entrenador de ese proceso, Gustavo de Simone. Para la historia quedó la imagen de Evaristo abrazando a Bora Milutinovic, en una clara demostración de que no había rencores y que el fútbol siempre será un vínculo que une a las personas.
Durante la gala, los goles de Juan Cayasso ante Escocia, el tanto de Hernán Medford frente a Suecia y las atajadas de Luis Gabelo Conejo volvieron a revivirse y aplaudirse, en una señal inequívoca de que aquel grupo de jugadores que trabajaron y entrenaron con entrega, cambiaron para siempre la historia del fútbol costarricense y hoy son inmortales del balompié nacional.
La Gala no podía estar completa sin la interpretación de las canciones Agárrense de las manos, del cantautor William Fallas, y Lo daremos todo, interpretada por el Grupo Gaviota, un himno a la perseverancia y al deseo de triunfar de un puñado de futbolistas que Costa Rica no olvidará.