Saprissa escala hasta la cima por primera vez en el certamen. Es el líder, mérito de la constancia propia y de la irregularidad de otros. Juega, por lapsos, bien, y cuando es necesario aparece Aarón Cruz para desestimar cualquier jugada con sello de gol.
Wálter Centeno acaricia la punta por primera vez como entrenador morado, la besa y ahora la defiende. Los recursos individuales le permiten ejecutar el estilo que le gusta, pero también variar el librillo y ser consecuente con el principal capricho de todo morado: ganar y ganar.
Y a veces, cuando es necesario, la S olvida la estética e irrumpe con un juego tosco y directo, pero bien ejecutado por su artillería, capaz de subir las revoluciones de 0 a 100 y golpear a quien se le ponga en frente.
Ayer controló por muchos momentos, sufrió en otros, pero al final sacó la faena. Un triunfo de 2 por 0 que adquiere un valor múltiple después del empate de Grecia y Pérez Zeledón (2-2), que le abrió la puerta de par en par para buscar la punta del torneo.
Fue un primer periodo escaso de brillo, opaco como una tarde de invierno, con algunas pocas luces que apenas si sobrepasan las nubes. Saprissa optó por jugar... a ratos. Guadalupe también. Y en medio de la imprecisión, los chispazos salvaron el espectáculo.
Con el liderato a plena vista, Saprissa se concentró en hacer lo suyo en el arranque del partido. El balón rotó de izquierda a derecha, de derecha a izquierda, paciente, sin tanto vértigo pero algo más que lo conseguido por su rival, apagado a la espera de que despertara Arturo Campos, motor de los guadalupanos, capaz de convertir el juego soso en una propuesta fluida.
Saprissa, en cambio, apeló a la consciencia colectiva de sus jugadores para proyectarse con el toque de pie a pie, pero, en otros lapsos, para replegar y luego abrir por los costados y proyectar su ataque con una fórmula menos estética y más directa.
Pudo abrir el marcador después de un cobro de tiro de esquina de Marvin Angulo que desvió Johan Venegas, aunque también da la impresión de que Campos rozó la pelota y fue quien al final la metió a propia portería, cuando el reloj marcaba el minuto 15.
El manejo solvente de los primeros minutos disminuyó después de la primera anotación. Guadalupe retomó la premisa de abrir y tocar, con Arturo Campos como distribuidor y Jean Scott a la espera de algún balón a la espalda de los zagueros.
El dominio de los anfitriones se transformó en un mano a mano de Scott con Aarón Cruz, quien desvió la pelota y salvó el empate; repitió unos minutos más tarde, cuando repelió un fuerte remate de Campos con sello de gol.
De nuevo el arquero, de nuevo Cruz. El riesgo inminente que conlleva tener un equipo con futbolistas para cuidar la redonda es que cuando la pierde, le cuesta retroceder y sostener las embestidas rivales. Y Saprissa empezó a sufrir. Y Cruz volvió a decir presente.
Nada nuevo en la era Paté.
En el segundo periodo, Saprissa recuperó la esencia de mandar y tocar. Sin tanta profundidad pero con la certeza de que el pase debía ir al pie, sentenció a Guadalupe.
Desapareció Campos y el control de pelota le permitió a los visitantes dominar sin sufrimiento. Saprissa retomó el estilo y frenó el volumen ofensivo de los locales, que habían cerrado bien la primera mitad.
Jairo Arrieta no perdonó en el 89′. Recién había ingresado de relevo y se aprovechó del grave error de Kevin Espinoza en salida para robar la pelota, rematar fuerte a portería y perforar las redes, ante la desesperación del cancerbero Luis Torres.