El domingo anterior, a eso de las 9: 30 p. m., recibí un mensaje en el buzón interno de mi perfil en Facebook. Un aficionado del Saprissa, que en otras ocasiones me escribía para insultarme, me decía: ‘Usted no me cae bien, pero es el periodista que puede hacer público algo que no está correcto en el equipo que yo sigo desde niño’.
El usuario me comentó que la administración del cuadro morado había sacado del estadio, a pocos minutos de finalizar la primera parte del juego ante Sporting, a un amigo suyo sin motivo alguno. Sin explicación alguna, le indicaron: usted está vetado y por eso debe salir del estadio.
Mi pregunta de inmediato fue: ¿pertenece a la “barra y se comportó mal”?, ¿se dio de golpes con otra persona?, ¿lanzó los zapatos o algo a la cancha?
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No, nada de eso. Estaba en el Club Morado –el lugar VIP de La Cueva–, por invitación de otro amigo, y solo lo sacaron.
Pedí el contacto con el afectado, lo llamé a su celular para conocer detalles y me contó lo sucedido y le indiqué que conversaría con las autoridades correspondientes, porque sabía que existía el derecho de admisión y quizás eso cobija al Saprissa para tomar esa decisión tan incomprensible.
Resulta que al hacer las consultas, nos topamos con la noticia, porque esa era la verdadera noticia, que los comercios tienen la potestad de apegarse al derecho de admisión, pero que existe un debido proceso en el que el usuario o consumidor tiene sus derechos.
En materia de fútbol, si un aficionado ingresa al campo e increpa o golpea a otra persona, hay poco por explicarle sobre el por qué de un posible veto, por ejemplo. También, el dueño de un local o estadio, debe tener una política de derecho de admisión, colocada en algún lugar accesible (sitio web, redes sociales o en el mismo inmueble) para que los usuarios sepan cuáles son los puntos a los que se deben apegar y así evitar un inconveniente.
De Orlando Piedra conocía muy poco. Me dice que administra un perfil llamado La Voz Saprissista y que su sobrenombre es Muñeco, pero yo, ni idea de él y sus publicaciones.
Revisando un poco, resulta que es un hincha que lleva el morado y blanco en la médula. Pero cuando se trata de cuestionar al equipo o la administración lo hace sin remordimientos.
Él busca la respuesta del por qué lo vetaron de manera indefinida, como le respondió el jefe de prensa del cuadro de Tibás, Patricio Altamirano. No tiene antecedentes de mal comportamiento en el estadio, no tiene un parte policial que le manche su historial por algún hecho de violencia mientras transcurre un partido de fútbol. Nada de eso.
¿Lo vetan por haber cuestionado en su momento a la administración del club cuando los fichajes no eran los mejores? ¿O cuando no clasificó a una semifinal? ¿O por qué La Cueva tiene un aforo reducido al 50% a la espera de unas mejoras que debe realizar?
Si esto es así, Saprissa estaría sumando el tercer capítulo vergonzoso ante la libertad con la que gozamos las personas que convivimos en este país para expresar nuestra opinión.
La Nación también había dado a conocer que el periodista de Teletica, Miguel Calderón, fue invitado a salir de una atención de prensa que daría el gerente deportivo, Ángel Catalina. Eso pasó hace dos meses.
Una decisión que tomó Catalina porque días antes Calderón conversó a modo de entrevista con él y no le gustaron las preguntas que él comunicador hizo.
El segundo hecho bochornoso ante la libertad de expresarse sucedió el pasado 18 de setiembre, cuando el técnico Jeaustin Campos, en la conferencia de prensa tras el juego ante Herediano que terminó 1-1, le hizo ver, en vivo, que los comentarios durante el juego debería hacerlos el ex futbolista Claudio Ciccia y no los periodistas.
“Ahí en tu empresa, que le dejen los comentarios a Claudio (Ciccia) que lo hace muy bien, los demás que informen, nada más”, disparó Campos, tras escuchar un comentario del periodista Jorge Martínez sobre el cómo se desempeñó el partido.
Estos tres hechos, en un lapso no mayor a tres meses, desnudan a un Saprissa lejano a lo que son sus valores. La estirpe dirigencial que por años caracterizó a lo que es la S, un equipo acostumbrado a las críticas cuando las cosas no salen bien y donde el respeto siempre imperó.
No quisiera pensar que ahora, donde el equipo juega bien, donde tuvieron una fase regular con un mejor desempeño en comparación a las últimas ediciones, les da el aval para tratar de sacar algunos clavos pendientes con algunos sectores.