Que los árbitros lo protejan, como protegen a cualquier otro. Que lo expulsen cada vez que lo amerite, como manden los reglamentos. Que se le critiquen los errores, ni más ni menos que a los restantes jugadores de Saprissa, Alajuelense y Herediano. Urge proteger a Manfred Ugalde del exceso de protección.
A punto de encarar la Concachampions y con una ‘requeteanunciada’ aunque incierta salida como legionario, lo mejor que puede hacer el fútbol tico por el ‘Sapri muchacho’ es tratarlo sin condescendencia ni chineos en exceso. El día de mañana no vamos a pedirle al árbitro internacional que considere sus escasos 17 años como si se tratara del niño entre adultos en la mejenga familiar.
El defensor del Montreal Impact tendrá con él tanta consideración como con Christian Bolaños. El árbitro le mostrará la tarjeta como si la patada hubiese sido de Michael Barrantes. Y yo, juzgaré sus acciones, como las de Johan Venegas.
Nunca he digerido muy bien eso de “¡hay que proteger al jugador habilidoso!”. ¿Y al que no es habilidoso? ¿Que le den hasta por debajo de la lengua? Una falta es tan grave contra el escurridizo como sobre el rudo de la tosca herramienta. Bastaría con ‘protejamos al futbolista’.
Más me cuesta imaginar un reglamento disciplinario aplicable a novatos, otro a jugadores maduros y, finalmente, uno para veteranos. La inexperiencia puede ser (sin duda lo es) un atenuante en el debate, pero jamás en el reglamento, por más que uno espere más sapiencia en el futbolista curtido.
‘Lo han expulsado como si fuera un veterano’, lamenta Wálter Centeno. Por dicha, diría yo.
El talentoso muchacho le debe a sus castigos dos lecciones de esas que nadie aprende por cabeza ajena. Hoy, no me cabe duda, está un poco mejor preparado que hace un mes para no perder la calma. Mañana posiblemente detenga en la punta la lengua el par de palabrotas después de ver la tarjeta roja en un juegos de alta tensión.
Nótese que estoy llamando de ‘alta tensión’ el clásico nacional, el juego que ha deparado las dos sanciones a Manfred Ugalde, una por el seudo mordisco a Junior Diaz y, recientemente, por darle el pelotazo a Alex López después del pitazo del árbitro. Si realmente estamos ante el diamante al que algunos piden proteger —ojalá—, un clásico será el menos tenso de los partidos tensos: lo veremos en eliminatorias olímpicas, en eliminatorias mundialistas, en Copas del Mundo...
Prometedor atacante, no al nivel de Rolando Fonseca o Froylán Ledezma en sus inicios, pero sí prometedor, Ugalde es una esperanza de consolidación pendiente. Se mueve entre defensas, hace buenas diagonales, elude sin balón a los rivales como pocos atacantes en el fútbol nacional. Aún podría mejorar la definición frente al marco. Tampoco le caería mal un poco de fuerza que compense su talla, otro tanto de maña y bastante experiencia. ¿Más protección? Si lo queremos eternamente en el fútbol nacional, adelante, protejamos a Manfred Ugalde.