Fútbol Nacional

Opinión: Pequeño planeta de gajos

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Roy Rogers montaba en su caballo. Se echaba atrás el sombrero y recorría a todo galope la callecita de piedra y el parquecito de la iglesia de ladrillo, rumbo a la pulpería La Pascua, en San Francisco de Goicoechea. Ataba las riendas del brioso corcel de palo de escoba en el abrevadero, y entregaba la lista y la libreta de fiado, en la que don Herminio apuntaba el pan, la jalea de guayaba y las onzas de café. El jinete volvía a montar y regresaba con el mandado y su botín de feria de confites de mantequilla, mientras el pulpero de la camisa blanca lo miraba alejarse a través de los anteojos que el buen hombre sostenía, asombroso artilugio, en la punta de su nariz.








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