Con gran habilidad, Jafet Soto y Agustín Lleida, gerentes deportivos de Herediano y Alajuelense, respectivamente, han capturado la atención mediática, merced a la polémica estéril que alimentan desde que iniciamos el 2020. El herediano lleva la iniciativa, pero el erizo no se queda atrás al replicar y agregar su propio arsenal. Si uno analiza el costo económico de tantas publicaciones en la prensa escrita, radiofónica y televisiva, cae en la cuenta de que ambos personajes se las saben todas, ya que se publicitan gratuitamente en beneficio únicamente de ellos dos, porque el gran perdedor es el fútbol.
Así las cosas, la rivalidad entre florenses y rojinegros sigue en el candelero. Es una final que al parecer no termina, a pesar de que los rojiamarillos ya están roncos de entonar el We are the champions. Quizás, de semejante bochinche se podría derivar algo positivo. Por ejemplo, que la Fedefútbol y su apéndice, la Unafut, se amarren los pantalones, establezcan orden, autoridad y, sobre todo, informen en detalle acerca de los orígenes y estados financieros de sus 12 afiliados que comienzan hoy a escribir la historia del nuevo campeonato nacional. Para colmo de males, como una noticia cliché al inicio de cada certamen, la Caja Costarricense de Seguro Social ha revelado la morosidad de nueve de los 12 clubes con la seguridad social, una obligación cívica impostergable.
Las recriminaciones entre los gerentes han recrudecido en gran medida por la indecisión y permisividad de los presidentes de ambos clubes, con el agravante de que los señalamientos lesionan cada vez más la honorabilidad de unos y otros. Hasta la xenofobia ha hecho su aparición. En síntesis, estamos en presencia de un decadente espectáculo que no hace más que alimentar el morbo y la violencia en las redes sociales que, como sabemos, encienden como gasolina en la hoguera. Justo hoy que empieza a rodar de nuevo el balón, Soto y Lleida deberían sentarse a conversar, resolver civilizadamente sus diferencias y en caso de que no lleguen a puntos de encuentro, acudir a los tribunales de justicia, donde la verdad tendría que salir a la luz.