Con la fe que desde el cielo los verán, los familiares de fanáticos brumosos que no vieron campeonizar al Club Sport Cartaginés, los hicieron parte de una gesta que también les pertenece. El anhelo de toda una vida se cumplió y sin importar que no lo vieron, sus parientes han llegado estos días a dejarles en sus tumbas de Cartago y Paraíso, banderas del equipo y flores con sus colores azul y blanco, entre otras manifestaciones.

Es más, es común ver hoy en día, una semana después de conseguir el cetro, a personas con el escudo del conjunto de la Vieja Metrópoli por horas de horas al lado de las fosas “contándole” a esos acérrimos blanquiazules que el equipo de sus amores, al que fueron a ver cientos de veces, por el que lloraron y festejaron, finalmente logró el ansiado título de campeón nacional de fútbol.
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Entre los relatos de esos dolientes que ahora derraman lágrimas de felicidad, va incluido ese desahogo que trasmiten a quienes descansan en paz sobre el fin de las burlas, el que ya se desterró al legendario muñeco y que nadie se acuerda de la mal llamada “cartagada”, término que muchos usaron para reirse de los tropiezos del Cartaginés.
Obviamente hay mucha nostalgia, entre el llanto también un poco de tristeza, pero principalmente porque ese brumoso que ya no está se marchó sin la satisfacción de dar la vuelta olímpica con los suyos. De igual manera, también es una especie de punto final para un capítulo de pasión, porque para todos esos creyentes en la vida eterna queda la satisfacción de que en el cielo también hay festejos.

En el cementerio de Paraíso, una bandera luce en el portón de entrada, mientras que en el cementerio general de Cartago, los pasillos están repletos de los colores del equipo y por momentos uno se deja llevar y hasta piensa que se escucha el “azul, azul…”
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“Mi papá cumplió el domingo 19 años que Dios se lo llevó y mi esposo era un aficionado de esos fieles y hace nueve años que ya no está, así que estaba disfrutando por ellos que no vieron ese sueño realizarse y por ellos también fuimos a donde la Negrita a agradecer. Los que somos de la provincia sabemos lo que se siente en este momento y es indescriptible”, comentó Ana Montero Navarro.
Esta ferviente amante de los brumosos detalló: “Al ver el gran resultado que tuvimos y que llegó ese campeonato con el que tanto soñábamos, mi hermana, mi madre y yo fuimos a darle gracias a la Virgencita. En la provincia se vive una alegría muy sana, muy bonita y muy contagiosa, pero lo mejor es que todo ha sido en paz y dan ganas de vivir todo esto. Entramos de rodillas en agradecimiento y para ponernos siempre al amparo de ella”.

Sentimiento más allá del fútbol
El que campeonizara el Cartaginés, trascendió lo meramente futbolístico ya que la fe también resaltó, como el pasado viernes en la noche, cuando el equipo brumoso, dirigentes y aficionados se postraron frente a la Patrona de Costa Rica, la Virgen de Los Ángeles, para ofrecerle el trofeo alcanzado.
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Es más, desde el mismo jueves se vivió una peregrinación hacia la Basílica y cientos de fieles llegaron a cumplir promesas, entraron de rodillas, lloraron y, sin duda alguna, agradecieron. Tal vez sea imposible de entender para otras aficiones, pero los blanquiazules tiene una pasión distinta.
Jonathan Arce, Vicepresidente Municipal de Cartago, ha celebrado como el que más: “Sólo los brumosos sabemos lo que significa este campeonato y participamos de esa alegría con muchos familiares amigos y vecinos que se quedaron con la ilusión de verlo campeón”.

Agregó que “hoy cada gesto de alegría vale mucho para nosotros, ser brumoso de corazón se lleva en el alma”.
Incluso, el propio presidente del conjunto centenario, Leonardo Vargas, confesó que en su intimidad se quiebra y ha llorado al ver los cementerios llenos de banderas, los hijos consolando a sus padres y a esos fervientes brumosos de 60, 70, 80 y más de 90 años que cargaron por tanto tiempo con la tristeza de no ver a su amado club levantar la copa.
Es más, Vargas es uno de los que desearía tener a seres queridos en vida para demostrarles que sí se pudo, que ninguna de las leyendas que se crearon eran ciertas y que ya se liberaron de todo.
“Pese a que tengo un rostro que no me ayuda y piensan que soy muy bravo, no es así, soy una persona muy sentimental y en mi intimidad ver todo esto me quiebra. Incluso, lo pone a pensar a uno en muchas cosas, porque perdí a mis padres en los últimos dos años y eran muy cartagos, nunca vieron esto y me hubiera encantado tenerlos y que vivieran esto. Igual, vi lo que se vivió en el asilo de ancianos y mucho de lo que pasaron familias en sus casas el día de la final. Esto que sentimos es algo muy nuestro, muy de los cartagos y los que no tienen este sentimiento, no lo entienden”, comentó el jerarca.
Cartaginés y su afición montaron una fiesta épica que parece no tener fin, pero la celebración no se queda solo en la tierra, trasciende el más allá y sus fanáticos están seguros de que miles desde el cielo también sacaron sus banderas y son parte de este acontecimiento con tintes mágicos.
