Kenny Cunningham tiene 35 años y aunque su carrera está en los últimos tiempos, en sus inicios este atacante consiguió enloquecer a Alajuelense al punto que el cuadro manudo le pagó casa en el Valle Central.
Cunningham vivía en Limón, junto con su familia, pero el buen rendimiento que mostraba en divisiones menores junto con su hermano Kevin provocó que el cuadro manudo apostara por ambos para traérselos a su proyecto central.
Los Cunningham estuvieron a inicios de los 2000 vestidos de rojinegros, llegaron al conjunto manudo a reforzar una generación llena de buenos prospectos como Windell Gabriels, Bryan Ruiz, Yosimar Arias, entre otros.
Los dos caribeños contaron con Enrique Vásquez como su principal propulsor.
Cuando Kenny pisó por primera vez el estadio Morera Soto, él supo que en ese escenario jugaría al fútbol. Su ambición creció al punto de que su idea era en un año traerse a su mamá de Limón; su buen rendimiento provocó que eso sucediera con anticipación.
“Cuando yo llegué al Morera Soto tenía como 15 años y yo me visualicé jugando con Alajuela y esa fue una etapa muy bonita con Alajuela porque ganábamos todo. Yo llegué y le dije a mi mamá todavía adolescente: ‘en un año se viene a Alajuela a vivir con nosotros; al final conseguimos que nos la trajeran en seis meses”, recordó.
“Alajuelense nos dio casa y todo”, expresó.
Pese a que no se pudo consolidar como erizo, el extremo siempre ha estado agradecido con lo que le aportó la Liga como institución.
Kenny fue el invitado de esta semana del programa de La Nación, #LoQueNoSeSabe, en el que dio a conocer que él como persona no es ni parecido al jugador, ya que no es tan bravo fuera del campo.
“Me gusta defender la honestidad, lastimosamente en Costa Rica cuando uno es muy directo, honesto, aquí se señala por ser confrontativo y la gente lo ve por otro lado, pero es una cuestión que uno quiere ir de frente”, relató.
“Yo siempre trato de hacer las cosas bien, no me gusta la injusticia y cuando veo que alguien quiere sobrepasarse ahí sí me encuentran. Yo soy de carácter fuerte y así como fácilmente me ganan, también me pierden”, profundizó.
El jugador reflexionó sobre los dos momentos en su vida en que se encontró de frente con la muerte. El primero fue en Japón, cuando militó en el fútbol de ese país y una extraña bacteria lo atacó en uno de sus hombros.
Cunningham llegó a estar tan grave que vio comprometido uno de sus pulmones.
“Yo estaba aislado, no podía comunicarme con nadie, solo con el traductor. Yo recuerdo que un médico hablaba inglés, pero como me tenían en estudio pues no se entendía bien. Si un antibiótico no me funcionaba pues me llegaba al pulmón y era bien compleja la cosa... Gracias a Dios un antibiótico funcionó”, dijo.
La otra vez que sintió temor fue cuando disputó un partido con Santos en el Estadio Nacional y en un choque de cabezas con un rival en un duelo ante el Olimpia de Honduras lo dejó inconsciente en 2017.
“Lo más que recuerdo es que me elevé y en el sueño o en el transe que pasé escuchaba la voz de mi hermano y ahí me levanté en el hospital. Pero no era Kevin sino una doctora... Fue como que yo lo llamé, lo sentí”, declaró.
Kenny Cunningham actualmente milita en el Santos de Guápiles y no tiene claro cuál es el pasó que dará en la etapa madura de su andadura por el fútbol.