Elena Congost no deja de demostrar lo que es ser una verdadera campeona. La atleta paralímpica catalana, medallista en Londres y Río, reveló en una emotiva entrevista que fue diagnosticada con cáncer. Lo hizo en el programa Esport Club.
“Estoy viviendo otro tipo de carrera porque estoy en un momento complicado de salud. A veces hablamos del cáncer como un tabú, pero es bastante habitual. Toca apartarse un poco, cuidarse, mirar hacia adelante y seguir”, expresó con serenidad Elena Congost.

Del podio al golpe más duro
Apenas hace unos meses, Elena era noticia por otra razón: la descalificación más injusta de los Juegos Paralímpicos de París 2024. Había ganado el bronce en maratón, pero fue eliminada por soltar brevemente la cuerda que la unía a su guía, quien sufría calambres a metros de la meta. El gesto humano de intentar sostenerlo para que no cayera le costó la medalla.
“Me gustaría que todo el mundo sepa que no me descalificaron por hacer trampas, sino por ser persona. Fue un instinto: ayudar a alguien que se está cayendo”, dijo Elena entre lágrimas al conocer el fallo.
La imagen de Congost tirando de su guía exhausto, a solo 10 metros de la meta, dio la vuelta al mundo. La siguiente atleta llegó más de tres minutos después, pero el reglamento fue implacable: según el artículo 7.9, guía y atleta no pueden soltarse en ningún momento.

Una batalla más: la más personal
Después de esa amarga experiencia, Elena estaba lista para volver a entrenar junto a su nuevo guía, Roger Sans. Pero hace un mes recibió otro golpe: le detectaron un tumor.
Lejos de ocultarlo, decidió hacerlo público para romper con los estigmas y dar ejemplo una vez más. “Por mucho que cuidemos la alimentación, la nutrición y el descanso al máximo, no estamos exentos de que estas cosas nos pasen. Pero sí podemos decidir cómo enfrentarlas, y yo lo haré con fuerza, empuje y el apoyo de todos los que me rodean”, declaró Elena.
Un ejemplo de valentía. Congost fue campeona paralímpica de maratón en Río 2016 y ganó plata en los 1.500 metros en Londres 2012. Pero su legado va más allá de las medallas: es un símbolo de humanidad, empatía y lucha constante. Ahora inicia una nueva carrera. Más silenciosa. Más íntima. Pero con la misma fuerza.