Kendall Waston no dejaba de llorar, desconsolado, pero dando la cara, en una noche tan amarga como lo fue la misma eliminatoria para la Selección de Costa Rica, que hizo todos los méritos para lo que cosechó: una vergonzosa eliminación del Mundial de Estados Unidos, México y Canadá 2026.
Lo que pudo ser una fiesta de clasificación se transformó en un velorio de sueños rotos en el Estadio Nacional, porque le ocurrió a la Tricolor y también le sucedió a Honduras.
Esta eliminación de la Selección de Costa Rica del Mundial 2026 caló hondo, y en el centro del huracán de tristeza se encontraba un gigante inconsolable: Kendall Waston. Sus lágrimas no eran solo suyas; eran el reflejo del dolor de toda una nación futbolística.
Tras el pitazo final que confirmó la no clasificación, la imagen de Waston, con su imponente figura doblegada por la pena, se clavó como uno de esos rostros difíciles de olvidar.
El espigado defensor no dejaba de llorar. Al igual que muchos de sus compañeros. Pero él se desmoronó ante la realidad cruel del deporte, en lo que podría ser el final de un ciclo, de una ilusión y, de un sueño personal.
Tragando grueso y con una procesión por dentro, Waston logró expresar el torrente de dolor que sentía, en una declaración que destilaba honestidad y una profunda tristeza.
“Salgo dolido por todo. Por la no clasificación al Mundial, por todo lo que quizás no se logra obtener a nivel nacional, no solo nosotros, sino también todos los clubes que también se ven beneficiados cuando la Selección clasifica al Mundial”, expresó Waston con la voz entrecortada.
El impacto, según sus palabras, trasciende la cancha; golpea la estructura del fútbol nacional, privando a los clubes de ese impulso económico y moral que conlleva una gesta mundialista.
No olvidó la dimensión humana y profesional de la eliminación, pensando en las generaciones que vienen.
“Son procesos de muchos chicos que les iba a ayudar para sumar en su profesión y sumar experiencia”, comentó, subrayando cómo una clasificación al Mundial funciona como un motor de desarrollo y una vitrina crucial para los jóvenes talentos.
Porque este fracaso de la Selección de Costa Rica se convierte en un freno doloroso en el camino de muchos.
La reflexión más íntima de Kendall Waston giró en torno a la fugacidad del tiempo y la carrera del futbolista.
“Salgo dolido porque uno nunca sabe si fue el último partido”, pronunció.
En esa frase se encapsula la presión y la pasión con la que viven los atletas de élite, sabiendo que cada partido podría ser el último con la camiseta de la Sele, máxime que a sus 37 años integra el grupo de jugadores veteranos dentro del conjunto patrio. Esos hombres de experiencia que se sumaron al final.
A los que les tocó dar la cara, asumiendo el peso del momento, y aunque con la cabeza llena de dudas sobre el futuro, Kendall Waston dejó un mensaje claro a pesar del dolor.
“Asumo el presente, no sé si mañana tendré la oportunidad, pero obviamente hay muchas cosas en la cabeza de uno, nunca voy a renunciar eso sí, nunca voy a renunciar”, pronunció.
Esa palabra fue repetida, un ancla para no dejarse arrastrar por la decepción. Porque si hay algo que tienen esos jugadores que fueron parte de Brasil 2014, Rusia 2018 y Qatar 2022 es que aman a la Selección.
“Sí siento ese dolor por no clasificar a un Mundial y ayudar al equipo”, afirmó el defensor.
El drama de la eliminación se vivió en dos canchas: la del Estadio Nacional y la de la agonía de depender de otros resultados.
Kendall Waston relató cómo la incertidumbre llegaba hasta el propio campo de juego.
“Sinceramente no me di cuenta de qué pasaba, escuchaba los gritos del aficionado y ya sabía que en el partido de Haití contra Nicaragua, o en el de Surinam algo estaba sucediendo”, explicó.
Los murmullos se convirtieron en un grito de necesidad, una meta desesperada que se movía fuera de su control.
“Por ahí solo escuchamos que necesitamos un gol para el repechaje. Entonces estábamos buscando a la desesperada ese gol que no llegó”, recordó.
El intento final, la búsqueda frenética de una anotación salvadora que jamás llegó, hizo aún más amargo el desenlace.
“Es uno de los partidos más dolorosos, esa es la realidad, porque no clasificamos al Mundial”, sentenció Waston, resumiendo el sentir de un vestuario desolado.
Las lágrimas de Kendall Waston y el silencio en el vestuario del Estadio Nacional son la cicatriz reciente de un fracaso deportivo.
Es el dolor de un grupo de hombres que lo intentó, pero que se quedó corto, al igual que la estrategia del mexicano Miguel “Piojo” Herrera.
El adiós amargo al Mundial 2026 le duele en el alma a Kendall Waston, a sus compañeros y a la afición tica que soñaba con ver a la Tricolor en una sétima Copa del Mundo, después de Italia 90, Corea y Japón 2002, Alemania 2006, Brasil 2014, Rusia 2018 y Qatar 2022.

