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Dentro de esa colección de 31 subcampeonatos que contabiliza Liga Deportiva Alajuelense, esta vez pasó algo distinto.
En medio de la decepción, la tristeza y la frustación por perder la gran final contra Herediano, el equipo hizo algo diferente con respecto lo sucedido en las últimas finales en las que no logró su objetivo.
En torneos pasados, solamente salían los capitanes de la Liga a retirar la copa y las medallas de subcampeones, principalmente por cuestiones de seguridad.
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Lo anterior se dio en los últimos intentos en los que los rojinegros estuvieron muy cerca y quedaron muy lejos del título nacional.
Pero en el Estadio Carlos Alvarado, con dificultades para caminar por su lesión en la pantorrilla y hasta apoyado en otros compañeros para poder movilizarse, Celso Borges lideró a todo el equipo, que en esta ocasión sí salió a la tarima principal.
Evidentemente, con un nudo en la garganta, prácticamente nadie quería hablar. O quizás sí, pero es que se limitó el acceso a buscar declaraciones por completo.
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De hecho, solo a los medios con derechos de transmisión se les concedió el privilegio de ingresar a un toldo cercano para intentarlo, porque a los demás integrantes de la prensa que quisieran tener reacciones de la Liga no se les permitió estar en ese punto.
Ahí fue donde el presidente del club, Joseph Joseph, concedió unas palabras. El sentido común dictaba que lo más prudente era que atendiera nada más ahí, a quienes quisieran tener una reacción de él, en un momento difícil.
Sin embargo, la Unafut insistió en que en ese acceso solo podían ingresar los medios con derechos de transmisión y que después, Alajuelense iría al sector donde estaban todos los demás integrantes de la prensa. Algo que evidentemente no pasó.
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Ante eso, a Liga le solicitaron que al menos Joseph Joseph otra vez fuera a hablar, esta vez a los medios sin derechos, pero que lo hiciera en el centro, donde estaban las cámaras, frente a la tarima. Algo que tampoco tenía lógica.
El presidente de Alajuelense habló de nuevo, pero en una esquina, a un lado de la cancha, para repetir lo que ya había dicho antes.
Poco a poco los jugadores e integrantes del cuerpo técnico del León empezaron a marcharse, cabizbajos, y sin decir nada.
Unos se refugian en el silencio, pero quizás alguien hubiese preferido desahogarse o soltar algo de la procesión que llevaba por centro, como Creichel Pérez, el único que se acercó y tan solo dijo: “Habíamos hablado que ellos eran fuertes en balón parado, y lo aprovecharon”.
A pesar de que a lo largo de todo el torneo juego a juego siempre hay conferencias de prensa con los directores técnicos, el día en el que se corona al campeón, eso no existe.
Así a como se habla en las victorias, debería ser lo mismo en las derrotas. Y no es culpa del equipo en sí, sino que así está estipulado por la organización, por alguna razón desconocida.
Y quienes se quedan sin explicaciones son nada más ni nada menos que los aficionados, con muchas dudas y sin respuestas que ayuden a digerir, o al menos a entender, por qué se dio una derrota en una gran final.
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