Conviene reflexionar de vez en cuando respecto del caballito llamado democracia sobre el que andamos todavía. Bueno, para nomenclaturas locas, estamos servidos: en nuestro San José cabe hasta una carnicería con ese nombre.
Y me pongo a cavilar. Hace pocos días (el 9/7/22), Eduardo Ulibarri comenzó un artículo con un recuento recapitulativo de los “pecados” contra la democracia, por esos febriles fantoches. Larga me la fiáis, en “el país de los lagos y volcanes”, como para mantener la etiqueta de “democracia”.
Definitivamente, a esos del norte ya se les perdió la brújula. ¿Se estarán norteando con un modelo asiático, también de larga, qué digo, eterna duración? Volví a hojear y ojear la biografía de Sandino, de Sergio Ramírez. También nosotros digamos “adiós muchachos”: sandinismo, vocablo muy digno, antaño; mísero membrete manipulado, ahora.
Héroe auténtico era Augusto César, bajando de las montañas de Segovia, confiado en la palabra, entre hombres de pelo en pecho, ¡matado a traición por Somoza! Ahora, en apariencia en otro contexto ideológico, pero con la misma arma tenebrosa, el pseudorrevolucionario deja morir a la auténtica guerrillera que lo liberó.
Pero sigamos norteándonos, al sur: allá, hasta el auténtico sentimiento religioso se sigue manipulando: la perversa pareja, pensando perpetuarse en el poder, todo lo manipula, todo lo manosea. Aferrados años ha, no a la democracia sino a su potestad perversa, primero pusieron en evidencia a los hermanos Cardenal en sendos ministerios: Fernando, en Educación; Ernesto, en Cultura. Fichas honestas en sí, pero manipulables para diabólico imagemaking.
Después, aprovecharon que el cardenal Obando Bravo (manipulador, con esa espúrea partícula “y” entre las dos partes) tenía cosillas que esconder, a su vez resultó manipulado. Ese binomio infame maquiavélicamente logró tenerlo a su lado. Religión y revolución, ¿son términos intercambiables?
Desde que las protestas contra el gobierno pseudodemocrático estallaron en el 2018, los obispos, por refugiar a manifestantes, son acusados de terroristas y golpistas. A inicios de junio de este año, un sacerdote fue declarado culpable por lesiones psicológicas y físicas.
Luego vino el capítulo de las monjitas: el dúo decretó sí o sí expulsar a docena y media de misioneras de la orden creada por la madre Teresa de Calcuta. La mayoría, extranjeras entregadas a la patria universal de valores. ¿Desde cuándo la caridad va por nación?
Flemáticos, la felonía de falsedades en el poder aplicó otro truco jurídico. ¡Vaya recompensa por una labor de 34 años dedicados a atender una guardería, un hogar para niñas víctimas de abuso o abandonadas y un asilo de ancianos! Bienvenidas, mujeres de bien, a continuar su apostolado al sur del río San Juan: mucha tarea les queda también por aquí.
Sigue, pues, el volteo veloz en sistemática ruptura con las instancias religiosas de la denominación que sea. Leo que detuvieron a otro sacerdote. No hay libertad ni democracia religiosa allende el San Juan. Abandono del sandinismo original, voltereta criminal.
El gran Dante Alighieri nos lo sigue advirtiendo: a los traidores se les reservó el noveno círculo del infierno, el último, el peor. En el cuarto anillo inferior, no por casualidad llamado Judeca, por Judas, va un rincón reservado a los que traicionan a sus benefactores.
Perdición perpetua les espera también a los traidores tropicales: “Ustedes que allá entran, dejen toda esperanza”. Que alguien pierda su norte, por desgracia ocurre con alguna frecuencia, pero que una pareja de malvados pierda la chaveta y destruya todo un país no puede tener perdón.
El autor es educador.
