No esperaba el montaje de un espectáculo de tan buena calidad como lo fue la celebración del bicentenario de nuestra independencia, actividad que tuvo lugar en el Estadio Nacional el 15 de setiembre gracias al entusiasmo, coordinación y ejecutividad de la Municipalidad de San José, con la colaboración de los canales de televisión, artistas, músicos, bailarines, directores de teatro, escritores, escenógrafos, técnicos y todo el personal de apoyo que intervino en el acontecimiento.
Música, danza y artes dramáticas en un escenario imponente y multicolor revirtieron una tarde-noche de oscuridad con presagios de tormenta, al punto que el inmejorable ambiente potenció el mensaje patriótico de los escritores, músicos, bailarines y actores que combinaron entusiasmo y alegría en la trascendental fecha patria.
Creo que no se ha dado a la Municipalidad, a los directores de escena, a los artistas en general, a los guionistas, a los músicos y bailarines y a todas las personas y organizaciones que colaboraron en el exitoso espectáculo el crédito y la gratitud que les corresponde y merecen por el profesionalismo, el afán conjunto, trabajo en equipo y sentido patriótico del nostálgico y emocionante recorrido a través nuestra historia patria.
Antes de la pandemia (en diciembres de grata memoria) la Municipalidad de San José llenaba de alegría las calles josefinas con los desfiles de caballos y sus jinetes, la presencia de juglares, músicos, bailarines y carrozas, brillantemente engalanadas, que ofrecían al pueblo y a los extranjeros la posibilidad de conocer más de cerca el ser costarricense. En esta ocasión del bicentenario en el Estadio Nacional, los trajes de época, la música y la danza, más los mensajes históricos, se conjugaron para que el espectáculo fuera, no solamente atractivo, sino también aleccionador.
La modernidad, por medio de los canales de televisión, nos permitió apreciar el gran festejo, cómodamente instalados en nuestros hogares, y nos hizo partícipes del fervor patrio. Profundamente emocionada, disfruté al máximo el gran acontecimiento.
Después de muchas temporadas ausentes de los escenarios, observar a los artistas del espectáculo, bailarines, músicos y cantantes unir esfuerzos para dar alegría, entusiasmo y pinceladas de nuestra historia tan olvidada fue realmente emocionante.
Debo confesarlo, yo me cansé de aplaudir, de corear la música, de absorber el mensaje patriótico y enaltecedor de nuestra historia y de agradecer a todas las personas y organizaciones que hicieron posible tan digna celebración. Quizás el vivo ejemplo de ese maravilloso espectáculo sirva de acicate para unirnos todos, costarricenses y visitantes, en una eclosión de amor por Costa Rica, de compromiso para hacerla más fuerte, más democrática —si cabe— y más fervorosa en sus anhelos de mejora y extensión hacia un futuro prometedor.
La autora es periodista.