
Los seguidores de Rodrigo Chaves, los beligerantes, aquellos que manifiestan su apoyo y lo defienden a él y a su gobierno en las redes sociales, los que participan en marchas o manifestaciones de protesta, exhiben un comportamiento fanático semejante al de las barras organizadas en un estadio de futbol, el cual verbalizan con insultos, groserías y obscenidades contra los adversarios.
Ante situaciones y hechos irrefutables, emulan a su ídolo –y a su incondicional y fiel escudera– con un discurso carente de argumentos, pero pletórico de descalificaciones, ofensas, falsedades y posverdades.
Lo paradójico es que siendo la causa principal de su simpatía por Chaves el desencanto y el enojo con los partidos políticos que han gobernado en las últimas décadas por la corrupción denunciada en sus administraciones, ahora, cuando se denuncian presuntos actos corruptos de altos jerarcas del actual gobierno, no solo vuelven a ver hacia otro lado, sino que los defienden a ultranza.
Sus valores éticos son acomodadizos y contradictorios, siempre severos contra los actos corruptos de gobiernos anteriores pero permisivos con los denunciados en la actualidad. Duros con las faltas éticas de los adversarios, a los que no les perdonan ni el más mínimo desliz, pero tolerantes con los de sus simpatías, a los cuales les disimulan pecados mayores.
Su fanatismo es tal que, siguiendo la línea discursiva de Chaves, atacan la institucionalidad encargada de la investigación y el juzgamiento de posibles actos ilegales o corruptos, las mismas instituciones que alababan y aplaudían cuando hacían su trabajo en casos de corrupción acaecidos en otras administraciones. Por cierto, son instancias a las que este gobierno les ha negado recursos materiales y legales para el mejor cumplimiento de sus obligaciones.
Es lamentable que, en respuesta a las contundentes evidencias de una estructura paralela de financiamiento de la campaña presidencial de Chaves, acto ilegal tipificado en el Código Electoral y penado con cárcel, se dediquen a atacar al Tribunal Supremo de Elecciones (TSE) y al Ministerio Público.
Asimismo, es sorprendente que apoyen incondicionalmente a la expresidenta ejecutiva de la Caja Costarricense de Seguro Social (CCSS), investigada por el Caso Barrenador y, aún peor, que aplaudan la decisión del presidente de nombrarla como ministra para darle inmunidad, actitud que contrasta con la de otros gobernantes, los cuales ante cuestionamientos de algún alto funcionario procedían, generalmente, a solicitarle la renuncia o a destituirlo.
Las reacciones de los fanáticos chavistas por los recientes allanamientos y detenciones en el marco del Caso Pista Oscura, que investiga presuntas irregularidades en la contratación para la reparación de la pista del aeropuerto Daniel Oduber, en Liberia, son una muestra más de su ética selectiva.
Ante este caso, que involucra a jerarcas y exjerarcas del actual gobierno e inclusive al propio Rodrigo Chaves, la actitud es la misma: si son de los “míos”, son buenos; descarto, sin oír razones ni evidencias, su culpabilidad, y ataco con fiereza, otra vez, a la Fiscalía y al Organismo de Investigación Judicial (OIJ).
Pero su fanatismo también les impide admitir el fracaso del gobierno y el incumplimiento de las promesas de campaña, así como reconocer que Chaves no pudo comerse ninguna bronca y que, para justificarse, se ha dedicado a repartir culpas a diestra y siniestra: un día, a la Contraloría General de la República; el otro, a la Asamblea Legislativa, sin faltar el Poder Judicial, y siempre, a los gobiernos anteriores.
Para ellos, haciendo eco de las cadenas de televisión de los domingos, hoy el país es más seguro que nunca, los narcotraficantes solo se matan entre ellos y no hay muertes colaterales de personas o niños inocentes; ya se acabaron las listas de espera en la CCSS y las inversiones en infraestructura, incluido el hospital de Cartago, han sido una prioridad; la invisible Ruta de la Educación va viento en popa, con más computadoras en las escuelas y con la asignación presupuestaria del 8% del PIB; el arroz y los medicamentos son más baratos y las becas Avancemos se han incrementado para beneficiar a estudiantes y hogares en pobreza.
El fanatismo reduce la capacidad crítica, la habilidad de analizar información objetivamente y de llegar a conclusiones fundamentadas; además, puede generar intolerancia, polarización y hasta violencia. Un fanático no atiende razones, evidencias ni realidades, y es fácilmente manipulable.
En las actuales circunstancias del país, con el discurso polarizador, con los mensajes de odio, con sus ataques a la institucionalidad y a la división de poderes, con las insinuaciones de sublevación de Chaves, como la del miércoles en que expresó: “Les advierto, en 1948 el pueblo se alzó. Yo no estoy diciendo que lo vaya a hacer ahora, pero no le jalen el rabo a la ternera, no le jalen el rabo a la ternera”, el peligro de que sus fanáticos actúen en consecuencia es inminente.
La mayoría democrática y amante de la paz debemos estar atentos para contrarrestar cualquier intento de alterar nuestra convivencia social y política.
luisparisc@yahoo.com
Luis París Chaverri es exembajador.