El Pacífico central lo componen los cantones puntarenenses de Puntarenas, Esparza, Montes de Oro, Quepos, Garabito y Parrita, así como los alajuelenses Orotina y San Mateo.
En los años noventa la literatura académica situaba esta región como la segunda en el país en industria y servicios. Con nostalgia, se repasa la extensa lista de industrias y empresas que aún hace 25 años se alojaban en la zona y ya no están, a consecuencia de ello hay desempleo y desesperanza.
El Pacífico central posee riquezas naturales incomparables. Tiene en su territorio 9 parques nacionales, 6 reservas biológicas, 26 refugios de vida silvestre, 7 humedales y 2 reservas naturales absolutas.
Puntarenas y Esparza, principalmente, y Quepos, en menor grado, gracias a sus puertos de desembarque, desde el siglo antepasado gozan de gran movimiento comercial hacia las economías interna y externa.
Durante la mayor parte del siglo XIX, Puntarenas fue el punto de embarque y comercio internacional del país. En lenguaje popular, fue el ombligo de Costa Rica. Esparza hizo lo propio con el puerto de Caldera. Este último sigue siendo uno de los tres más importantes del Pacífico centroamericano.
En la región había aduanas, líneas ferroviarias que la conectaban con el centro de la nación y oficinas de Gobierno, y era punto clave para legaciones diplomáticas de Estados Unidos y las principales potencias europeas.
¿Cuándo perdió protagonismo económico, porque aún de los setenta a los noventa era el “balneario nacional” y punto turístico predilecto de los pobladores del centro? ¿Cuáles fueron los puntos de inflexión?
Existe coincidencia en que el Pacífico central cuenta con los recursos y el potencial suficientes para ofrecer un producto turístico de calidad; sin embargo, debido a la falta de conocimientos, capacidad empresarial e infraestructura, y a su logística deficiente no ha sabido aprovechar al máximo sus riquezas naturales.
La pesca merece otro artículo, sin duda. Debe realizarse la modernización del sector, la transformación en las artes y la sostenibilidad del recurso, así como la transformación de muchos pescadores en guías de turismo, dado su conocimiento del golfo.
El turismo es uno de los sectores que más contribuye a la “democracia económica”, pues tiene una derrama económica muy eficiente en la sociedad; no obstante, entraña riesgos: en tiempos de crisis, es susceptible de desaceleración.
No olvidemos la crisis del año 2008 y los años posteriores, así como la más reciente, originada por la pandemia, durante la cual el turismo es una de las actividades más afectadas. Como aprendizaje, la región debe diversificarse y no depender de una o dos actividades.
El Valle Central está colapsado a causa del enorme desorden vial, potenciado por la escasa o nula planificación urbana y desorden logístico, lo que lleva a preguntarse: ¿Cuánto ahorraría una empresa exportadora, de manufactura o servicios, que se instale en la región y evite todo el proceso logístico desde la GAM? ¿Podríamos imaginar Intel o una gran zona franca en Puntarenas?
Es necesario que los gobiernos locales con visión regional (no por separado), el sector empresarial y la academia se pronuncien y señalen la estrategia adecuada para que el nuevo gobierno, al que apoyó un 60% del electorado en la segunda ronda, vuelque sus ojos a la zona. Merecemos la oportunidad.
El autor es decano de la UTN y presidente del Concejo Municipal de Esparza.