
En política internacional, no siempre gana quien tiene la razón, sino quien consigue instalar una idea. Las palabras del presidente Donald Trump calificando a San José de Costa Rica como una de las cuatro ciudades “más inseguras del mundo”, no solo encendieron titulares; encendieron un debate incómodo sobre el peso de la reputación en la economía global.
Trump sabe, y lo ha usado en su carrera política, que una frase sencilla, repetida y cargada de dramatismo puede viajar más rápido que cualquier informe estadístico. En la era digital, la percepción se mueve a velocidad de tuit, mientras los datos oficiales caminan como expedientes polvorientos en un ministerio. Y lo peligroso de una percepción es que no necesita ser exacta para ser efectiva.
Turismo: la vulnerabilidad de la imagen idílica
Costa Rica ha sido, durante décadas, la joya ecológica de Centroamérica. Un país sin ejército, con selvas exuberantes y un marketing que ha hecho del “pura vida” un eslogan global. Pero el turismo es un mercado que vive de emociones, no de balances criminales. Basta con que un destino aparezca asociado a la palabra “inseguridad” para que un viajero indeciso haga clic en otro mapa.
El impacto puede ser inmediato en rutas aéreas, reservas hoteleras y operaciones de turoperadores internacionales. Pensemos en el turista promedio de Estados Unidos, principal origen de visitantes para Costa Rica: si su percepción de San José pasa de “exótico y amigable” a “riesgoso”, el itinerario podría desviarse hacia Cancún, Santa Marta o República Dominicana. La ironía es que, muchas veces, esos destinos tienen índices delictivos iguales o peores, pero su “marca” no carga con una acusación mediática reciente.
Inversión extranjera: el capital y sus miedos
En el terreno de la inversión, la seguridad es un valor intangible pero decisivo. Los capitales se comportan como aves migratorias: buscan climas favorables y huyen de las tormentas. Aunque la frase de Trump pueda carecer de respaldo estadístico sólido, los comités de inversión no trabajan solo con datos duros; también leen titulares, escuchan discursos y ponderan riesgos reputacionales.
Una ciudad que recibe el sello de “insegura” por parte de una figura con proyección global entra, automáticamente, en el apartado de “riesgo país” en los análisis corporativos. Esto no significa que dejen de llegar inversiones, pero sí que se eleva el costo de convencer a potenciales socios y de garantizar seguros, logística y protección de activos.
Comercio y ‘marca país’
El impacto en la comercialización de productos no es tan inmediato como en el turismo, pero puede ser más profundo. La “marca país” es ese perfume invisible que envuelve cada exportación: no es lo mismo vender café etiquetado con la imagen de un paraíso verde y seguro que con la sombra de la violencia urbana.
En un mercado global saturado de opciones –desde piñas hasta dispositivos médicos– la confianza en el origen importa. Aunque un comprador en Europa o Asia difícilmente cancele un contrato por un comentario presidencial, sí podría inclinarse en el futuro hacia un proveedor que transmita estabilidad.
Precedentes históricos
La historia ofrece ejemplos abundantes de cómo una declaración de un líder extranjero puede alterar el destino económico de una ciudad o país.
En 2009, cuando Hillary Clinton habló de la “inseguridad crónica” de Tegucigalpa, Honduras sufrió una caída abrupta del turismo y un estancamiento en proyectos de inversión. Más atrás, en 1992, la advertencia del Departamento de Estado de EE. UU. sobre altos niveles de criminalidad en Medellín contribuyó a retrasar, por años, su recuperación económica, incluso cuando la violencia ya estaba en descenso.
En todos los casos, la lección es clara: revertir una percepción negativa exige campañas de diplomacia pública, datos verificables y, sobre todo, una narrativa coherente que viaje tan rápido como la acusación original.
El campo de batalla: la percepción global
El verdadero desafío para Costa Rica no será rebatir a Trump con cifras (aunque sea necesario), sino ganar la batalla de la percepción. Aquí se combinan la diplomacia, el marketing y la comunicación estratégica. Se trata de reforzar la narrativa de un país seguro, innovador y abierto al mundo, sin caer en la negación ingenua de que los problemas de seguridad no existen.
Porque, en el tablero internacional, no hay nada más peligroso que dejar que otros cuenten su historia. Y si no la cuenta usted, lo hará alguien más… quizá con un micrófono dorado y un tono alarmista.
Dionisio Rojas González es director de Cefolog de Costa Rica.