La muerte súbita es siempre un evento trágico y desgarrador, y no discrimina edad. Lamentablemente, en el 50% de los casos, es la primera manifestación de una enfermedad desconocida.
Las causas que llevan a este evento fatal se agrupan según la edad. Por arriba de los 35 años, es la enfermedad coronaria o infartos. En los más jóvenes, la principal causa son las enfermedades congénitas y, entre ellas, las más frecuentes son las enfermedades del músculo cardíaco, las que predisponen a arritmias mortales.
La incidencia de muerte súbita en nuestro país no está claramente definida, pero si nos basamos en los números que se manejan a escala mundial, podríamos decir que ocurre aproximadamente entre 1 y 2 por cada mil personas al año.
Las actividades competitivas confieren un riesgo adicional de muerte súbita en personas portadores de las enfermedades mencionadas. Este hecho debería incentivar a tomar mayores precauciones en competencias.
Hay medidas que son imprescindibles para prevenir desgracias como la ocurrida el domingo anterior, cuando el exjugador de fútbol y atleta de alto rendimiento de 32 años, Gabriel Badilla, falleció a punto de llegar a la meta.
Todos los fines de semana en nuestro país tienen lugar carreras y el único requisito para participar es inscribirse. Muchos de los participantes no saben en realidad cómo está su salud.
Aunque es responsabilidad de cada cual asegurarse de que se encuentra en condición para realizar dichos esfuerzos, existen estrategias para incentivar esta práctica y para tener un ambiente más seguro en estas actividades, por ejemplo, un requisito podría ser tener una valoración médica reciente como ya se hace en otros países.
Más del 90% de las muertes súbitas se deben a causas cardíacas y, en su gran mayoría, por arritmias mortales.
Estas arritmias se tratan con un desfibrilador automático externo (DEA) y cuanto más rápido se actúe, mayor probabilidad tiene la persona de vivir. El desfibrilador es un dispositivo que descarga energía al corazón y tiene la capacidad de reinstaurarle el ritmo normal, previniendo la muerte.
Es imprescindible que se cuente con un DEA y personal capacitado en cada una de estas actividades. Así se salvarían vidas. Como ejemplo de la importancia de este dispositivo, la FIFA exige desde el 2012 que exista un DEA en todos sus juegos.
Si bien es cierto no es posible evitar la totalidad de las muertes, podemos disminuir el número considerablemente. No esperemos a que se sumen más tragedias como esta para tomar cartas en el asunto. Insto a los organizadores de estas actividades deportivas a poner en práctica estas medidas, y a los participantes, a exigirlas en las competencias. Es hora de cambiar de mentalidad y hacer deporte más responsablemente.
La autora es médica residente de cardiología en la Universidad de Costa Rica.