El Octavo informe estado de la educación reveló que la educación experimenta un apagón. Los medios nos lo recuerdan a diario, aderezando el plato del día con algún desafortunado episodio que obliga al jerarca a dejar el puesto, un problema legal o interpretativo que obstaculiza el desarrollo tecnológico en la educación o los sobreprecios en los alimentos vendidos a los comedores escolares.
A lo anterior se suma el efecto devastador de la huelga del 2018, cuya sombra acompaña a los estudiantes desde entonces. Por mandato constitucional, el gasto público en educación no será inferior al 8% del producto interno bruto, lo cual no ha logrado evitar el deterioro cada vez más palpable de la educación.
Pasamos de lo que el informe llama inercia antes de la pandemia a retroceso luego de esta. Yo, en cambio, lo calificaría de efecto espiral en la educación.
Los objetivos son cada vez más difusos, porque las acciones plagadas de desaciertos causan un repetitivo e incesante movimiento circular, que en cada vuelta nos aleja más de ellos.
Hace algunos días, en estas mismas páginas, se citó el poema Caminante no hay camino, del escritor Antonio Machado, para recordarnos “la senda que nunca se ha de volver a pisar” y la miopía de quienes piensan que se llega al futuro resolviendo los problemas del pasado.
La mirada al pasado es útil para plantearse lo que otros hicieron bien, entenderlo y, ¿por qué no?, adoptarlo con la vista puesta en el futuro. Finlandia, por ejemplo, apostó en la década de los noventa por un cambio de paradigma en la educación para cerrar la brecha social, y se centró en cuatro aspectos básicos. Lo primero fue establecer la obligatoriedad de la primaria y la educación media.
El segundo fue proporcionar a cada estudiante educación de calidad, independientemente de la institución. Para ello, erradicó las segregaciones de estudiantes y profesores entre buenas y malas escuelas, y entre instituciones públicas y privadas.
El tercero fue la mitigación de las desigualdades en el aprendizaje de los estudiantes, mediante servicios y programas especializados, disponibles desde las etapas tempranas de la educación, en especial para migrantes.
El cuarto fue exigir en la preparación académica de los profesores una maestría obtenida en alguna universidad de investigación del país, con el objeto de garantizar profesores y directores bien preparados en todas las escuelas.
Materiales educativos, alimentación saludable para los estudiantes y atención médica y odontológica en las escuelas son gratis. Con los años, el trabajo en pos de una mejor educación desembocó en igualdad de oportunidades para todos, independientemente del nivel socioeconómico en el que se hubiera crecido.
Finlandia lo hizo, además, con los ojos puestos en el futuro. En el Parlamento, desde el 2000, el Comité para el Futuro es permanente y rinde un informe sobre la materia a cada gobierno.
La visión constante del mañana es compartida por la academia, que destina recursos a la promoción de un futuro sostenible, económicamente eficiente, socialmente seguro y justo y culturalmente representativo.
Es tarde para que los niños costarricenses comiencen a convivir con nuevas ideas, que les ayuden a entender el mundo aceleradamente cambiante donde habitan.
Lo es, más aún, para que por lo menos tengan ciclos lectivos completos y robustos, que les brinden herramientas y destrezas suficientes para sostener la senda del desarrollo nacional.
Tenemos una deuda con los niños y muchachos que colman las aulas, quienes en los últimos tres años perdieron entre un 70 y un 80% de un curso lectivo regular.
Nuestros soldados están en las escuelas. La defensa de la democracia descansa en los ciudadanos formados en las aulas, capaces de identificar y desechar los oportunismos de los populistas. Que el apagón no se prolongue al punto que no podamos reaccionar cuando ya lo mejor de nosotros se haya alejado irreversiblemente dentro de la espiral.
El autor es abogado.