Internet y las aplicaciones que en ella corren han revolucionado nuestra forma de relacionarnos, de opinar, de estar al día, de comunicarnos.
Skype y WhatsApp permiten hacer llamadas internacionales y videollamadas sin más costo que tener acceso a Internet.
Facebook, Instagram y las demás redes divulgan lo que cada cual quiera compartir de todo ámbito, entre ellos, personal, deportivo y político, que incluye también lo mejor del choteo tico con los llamados “memes” de selfis presidenciales.
Los tuits son el terreno ideal para las frases mordaces de quienes, como Eduardo Ulibarri, ponen a diario el dedo en la llaga frente a los problemas nacionales de gobernabilidad.
Ante la pésima señalización de las vías, Waze nos ha facilitado la vida, y nos lleva a todo destino en la forma más rápida posible.
Uber nos devolvió la dignidad de clientes, con la seguridad de saber quién conduce, cuál vehículo y que cuando este nos recoja esté limpio y recibamos un trato amable a una tarifa conveniente; la evaluación del conductor, de su forma de conducir, de su trato con el cliente al final del viaje, aseguran la permanencia de estándares de calidad en el servicio.
Airbnb nos permite escoger alojamientos espectaculares a precios cómodos, en una operación segura y confiable.
La revolución vía Internet, y desde ella, ha ampliado opciones y mejorado los servicios y las relaciones gracias al pleno ejercicio de una libertad en que cada persona opina y escoge, comenta y decide.
La autora es odontóloga