En el foro Impuestos y desarrollo económico, organizado por La Nación como parte de la serie denominada Desafíos del bicentenario, expuse varias realidades sobre la situación de la banca, que paso a explicar.
Para comenzar, el margen de intermediación financiera —diferencia entre las tasas activas que se cobran por los créditos y las pasivas que se pagan a los ahorrantes— no es alto y, por ello, tampoco la rentabilidad.
Algunas personas insisten en señalar lo contrario, basadas en información incorrecta u obsoleta. Según datos al 2019, el sector bancario nacional obtenía la menor rentabilidad nominal en Latinoamérica, un 6 %, mientras países como Argentina y Uruguay registraron un 36 y un 23 %, respectivamente. Incluso, ajustándola por inflación, la rentabilidad sigue estando entre las más bajas.
En cuanto a la eficiencia bancaria, medida que indica qué porcentaje de las utilidades se destina al gasto administrativo y operativo, y, por ende, cuanto más bajo, mejor es el resultado para la entidad, el Banco Nacional posee el nivel más bajo de su historia, con un resultado inferior al 60 %, por debajo del promedio de la banca nacional y en un valor muy cercano al de la internacional.
Lo anterior derrumba los mitos que nos señalan como ineficientes y destruye la tesis de que a causa de tal “ineficiencia” las entidades privadas “se aprovechan” para mantener elevadas tasas de interés activas (las que se cobran por los créditos).
Los dos bancos del Estado sufren una distorsión muy relevante, generada por las llamadas cargas parafiscales, que en promedio representan el pago de cerca del 33 % de la utilidad (en adición al 30 % del impuesto sobre la renta) para destinos específicos determinados por ley.
La situación resta competitividad y dificulta mejorar la solvencia de las entidades. Para las finanzas del gobierno, sería mejor recibir un dividendo único de la banca pública, fijado en un rango mayor que el impuesto sobre la renta, que sustituya las cargas parafiscales.
Sería ganancioso para el Gobierno Central y los bancos estatales, y beneficiaría la economía como un todo. Con esta propuesta, el gobierno tendría más ingresos y margen de decisión sobre cómo gastar los recursos de acuerdo con la prioridad nacional.
Según un ejercicio llevado a cabo por el Banco Nacional, si no tuviéramos las cargas parafiscales, las tasas activas se reducirían y, consecuentemente, el margen de intermediación en alrededor de 40 puntos base (0,4 puntos porcentuales), lo que se traduciría en una disminución muy relevante de la cuota de los créditos y posibilitaría a empresas y familias acceder al mercado crediticio con mayor profundidad.
Los encajes mínimos legales (porcentaje de los depósitos del público que debe a su vez trasladarse como reserva al Banco Central) son elevados y encarecen los costos financieros.
Proponemos rebajarlos en colones y dólares. Si, por ejemplo, en colones se disminuyera del 12 % actual al 7 %, esto se traduciría en una caída en los márgenes de, cuando menos, 70 puntos base, con lo que, sumado al efecto de la eliminación de las cargas parafiscales, el rebajo en las tasas sería de más de 100 puntos base (un 1 %).
El autor es gerente general del Banco Nacional.