
He vivido fuera de Costa Rica durante 24 años y continúo utilizando las fórmulas de cortesía que aprendí, como decir “por favor”, “gracias”, “buenos días” y “buenas noches”. Estos valores fueron transmitidos por mis padres. Me enfoco en impartir charlas científicas en las que la audiencia se sienta bien y pueda preguntar si algún tema no se entiende, sin esperar una respuesta incómoda.
En conferencias que he impartido en todos los continentes, siempre es satisfactorio cuando la audiencia hace preguntas y discutimos aspectos científicos sobre el uso de vacunas en niños y adultos. En ocasiones, no conozco la respuesta, pero esa misma noche busco la información y con humildad les envío la información por Internet.
No practico el acoso, pues considero que es inapropiado para reconocer errores o desconocimiento. Admitir cuando no se sabe algo estimula las discusiones científicas y evita las respuestas ofensivas.
Todo esto es parte de un proceso educativo que empieza desde joven y se extiende durante un periodo muy largo. No hay beneficio en responder una pregunta con agresividad. Sin embargo, si una persona formula una pregunta y el presentador responde, con humildad, que no conoce la respuesta pero que la buscará, se fomenta un ambiente de aprendizaje que incentiva la participación.
Se deben evitar las respuestas inapropiadas y sustituirlas por respuestas serenas y sobrias; esto hace que el auditorio se sienta cómodo para formular sus preguntas. La mayoría de estas consultas son inteligentes y bien pensadas.
Las buenas relaciones durante la discusión de un tema siempre son favorables y, además, estimulantes. Permiten que el presentador responda confortablemente y evitan el temor de la audiencia respecto al tipo de pregunta que puede hacer libremente.
Los ciudadanos costarricenses nos hemos caracterizado por contestar pacíficamente a los temas de respuesta difícil o desconocida. Este tipo de respuesta es propia de personas educadas capaces de respetar a quien hace consultas difíciles. Debemos mantener esta actitud, ya que demuestra que Costa Rica tiene una población educada.
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Adriano Arguedas Mohs es médico pediatra infectólogo.