Estoy estudiando una maestría en Administración Pública y he aprendido muchísimo en poco tiempo, pero lo que más me llama la atención es la importancia que le están dando a la diversidad en los equipos de trabajo.
Lo que leemos y comentamos en clase se relaciona con la idea de cómo los equipos de trabajo necesitan de la diversidad para obtener mejores resultados, aun cuando tome un poco más de tiempo, a fin de dar espacio al intercambio de ideas y alcanzar el objetivo por consenso.
Si pensamos en la Asamblea Legislativa como un equipo de trabajo, encontramos muchos tipos de diversidad: género, edad, etnia y, sobre todo, ideologías. Gracias al multipartidismo, presenciamos un espectro de valores e ideales. En el salón legislativo, cada quien tiene una idea de lo que cree que es mejor o peor para el país y, con base en eso, se presenta a cumplir su labor.
Dicen la teoría y los estudios que los equipos diversos logran mejores resultados porque en el proceso que llevan a cabo se nutre de las distintas ideas y puntos de vista de quienes los conforman. Al tener un objetivo común, trabajan para llegar a la meta, que será, ni más ni menos, el resultado previsto.
¿Ya ven hacia dónde voy? Quizás sea utópico esperar un comportamiento como el descrito en un equipo de 57 personas. Sin embargo, últimamente me he cuestionado cuál es su papel en este primer año de legislatura, entendiendo que se les eligió para representar al pueblo y, por ende, deberían estar buscando el bienestar de la gente por encima de todo tipo de ideas de que es lo que crean es mejor o peor para el país.
La actitud más frecuente al legislar dista de cumplir con el objetivo para el cual se les elige. Costa Rica se encuentra en un momento crítico, es necesario que quienes nos gobiernan — en el sentido amplio del término— entiendan la importancia de tomar acciones afirmativas para mejorar la situación en la totalidad de los frentes.
No hay un solo campo que no esté en crisis: educativo, fiscal, ambiental, social, laboral, habitacional, etc. Sin embargo, para ser un equipo tan grande y diverso, el trabajo en el Congreso para atender la coyuntura se queda corto.
El problema de tener una entidad que siente que no debe rendir cuentas es que no se afana en pos de un objetivo o resultado. Así, se van cuatro años y quienes más deberían trabajar para dejar un país mejor terminan siendo recordados por haber sido un “estorbo”.
La idea arcaica de ocupar un puesto para estorbar al gobierno, al partido contrario y hasta a los ciudadanos nos tiene sumidos en una espiral de leyes sin sentido, discursos maratónicos, votos desinformados y la ineficiencia de quienes deberían destacar por ser más eficientes.
El contexto social en que nos encontramos requiere colaboración sin precedentes. En esencia, líderes en el trabajo, con compromiso laboral y misión, y que lleven a cabo la labor legislativa con sensibilidad y empatía. Bien que mal, se postulan para representar a un pueblo necesitado de trabajo duro, aunque algunas decisiones sean difíciles de tomar o impopulares.
¿Qué sería de la Asamblea Legislativa si por ejemplo quienes la conforman entendieran la importancia de trabajar a partir del bien común y no a partir de lo que nos divide? La realidad sería muy distinta.
A lo largo de los cuatro años, este equipo diverso, lleno de ideas y puntos de vista sobre lo que debería ser Costa Rica terminará por irse sin pena ni gloria. Perdón, sin gloria pero con mucha pena. No es lo mismo estar en un puesto y no hacer nada que activamente infligir daño a la ciudadanía necesitada de los servicios públicos. A causa de la actitud de “estorbo”, cada día que pasa sin que el Congreso se ponga a trabajar seriamente en enfrentar los desafíos del país pierde usted y pierdo yo.
Es momento de que entiendan cuál es su papel, dejen atrás las ideas arcaicas de “antagonismo ante todo” en el trabajo y empiecen a idear en conjunto posibles soluciones a los muchos desafíos nacionales.
Para la ciudadanía, es tiempo de evaluar seriamente a la Asamblea Legislativa, exigir que rindan cuentas de su labor, de sus votos y futuros proyectos en pro del pueblo que dicen representar.
La autora es abogada por la Universidad de Costa Rica, máster en Cambio Climático por el King’s College de Londres y candidata al máster en Administración Pública en la Universidad de Washington.
La ciudadanía debe pedir cuentas a la Asamblea Legislativa. (JORGE CASTILLO)