Con pocos días de diferencia han fallecido dos figuras latinoamericanas relevantes; Jorge Mario Bergoglio (papa Francisco) y José Mujica; uno, máximo representante de la Iglesia católica y el otro, exguerrillero, expresidiario, expresidente de Uruguay y pensador político destacado. Evidentes diferencias entre ambos, fundamentalmente en lo religioso, uno creyente y el otro no; pero a su vez con grandes coincidencias prácticas, en particular en su lucha por la equidad, contra la miseria y la búsqueda de oportunidades para todos, desde los puestos de relevancia que les tocó ejercer en su momento.
Particularmente de Mujica quisiera destacar dos aspectos: sus reflexiones en torno al ambiente y en torno a la política, que en él constantemente se entremezclaban, así en uno de sus discursos señaló que “el desafío que hay por delante es colosal y el gran reto no es ecológico sino político”, porque el ser humano no gobierna las fuerzas que ha desatado, sino que estas lo están gobernando.
Fue, en este sentido, un crítico de los modelos de desarrollo y de consumo que se están imponiendo en el mundo: por un lado, la opulencia, el consumismo y el despilfarro y, por otro, grandes sectores sumidos en la pobreza. En sus discursos, que se volvían reflexiones para sí mismo, se preguntaba si es posible la solidaridad en un mundo de una competencia tan despiadada. Y aquí trascendía el espacio de lo meramente político y se volvía filósofo, porque insistía en que a la vida venimos para ser felices (por eso citaba con frecuencia a Epicuro, los estoicos y otros pensadores), y no puede ser que dejemos escapar la vida porque todo se reduce al trabajo como un plus, que es lo que impone la sociedad de consumo. En este sentido, afirmaba, siguiendo al estoicismo, que “pobre no es el que tiene poco, sino verdaderamente pobre es el que necesita infinitamente mucho y desea y desea cada vez más”.
Lo que él atacaba era el hiperconsumo, ya que este agrede al planeta porque se produce mucho pero dura poco, y el mundo necesita gobernar el mercado, no que el mercado nos gobierne. Y no era un simple decir; es que su vida sencilla, sin ostentación, donando su pensión de expresidente, viviendo con lo necesario dentro de su chacra, así lo demuestra.

La verdadera causa de la crisis ambiental, afirmaba Mujica, es el modelo de civilización que hemos venido implementando. Por eso, debemos revisar nuestra forma de vivir, toda una auténtica postura ética, porque para él, el tesoro más importante que se tiene cuando se lucha por el ambiente posee una conexión directa con la felicidad humana.
Siendo ideológicamente de izquierda, fue crítico de los extremos, de izquierda o de derecha; reconoció el fracaso teórico de algunos de los postulados marxistas, al igual que posiciones libertarias que reducen todo a una ecuación económica; asumió la democracia como el mejor sistema y afirmó que, con la desaparición de los partidos políticos tradicionales, ha surgido una propuesta política reducida que asume que lo va a resolver todo y eso es pretensioso y peligroso.
Asimismo, insistió en que en política es necesaria la rotación y fue crítico de gobernantes como Daniel Ortega y Nicolás Maduro, que pretenden perpetuarse en el poder.
Fue profundamente respetuoso de sus adversarios políticos. Consideraba que en política no hay enemigos, sino adversarios. No hay que olvidar que estuvo encarcelado por más de una década; sin embargo, supo perdonar los años de cárcel, aprendió a escuchar y a participar activamente en la política de su país, teniendo como propósito y objetivo fundamental, que esta debe aspirar al bien común, porque solo así se legitima la acción política.
En el ocaso de su vida asumió con sabiduría su ancianidad. Así se manifiesta en algunas entrevistas concedidas a CNN: “Cuando somos viejos, vemos más lejos, pero caminamos más corto”, “soy un anciano que está cerca de emprender la retirada de donde no se vuelve”, “venimos de la nada y vamos a la nada… ojalá me equivoque… pero no creo”. La figura de Mujica deja un legado de sabiduría y reflexión, de transparencia y honestidad. Descanse en paz, filósofo de la política Latinoamérica.
Carlos Alberto Rodríguez Ramírez es filósofo y profesor jubilado de la Universidad de Costa Rica (UCR).