El mercado laboral sigue siendo sombrío. El desempleo asciende a un 11,8% y el subempleo al 9%, es decir, más de 297.000 personas sin empleo y 226.525 que trabajaron menos de un turno completo al día en el tercer trimestre del 2022.
Los indicadores están correlacionados con otros dos: un 23% de pobreza, que equivale a 399.439 hogares, y un elevado porcentaje de empleo informal (un 45,7%), lo que significa que más de 954.000 personas no están cubiertas por la seguridad social ni por otras garantías laborales.
Seguimos sin comprender la importancia de preparar la mano de obra para las oportunidades que se presentan en el mercado, por ejemplo, en zonas francas y otras actividades relacionadas con el comercio exterior, directa o indirectamente.
No nos estamos preparando tampoco para afrontar con éxito los retos que depara la cuarta revolución industrial, marcada por la convergencia de tecnologías digitales, físicas y biológicas, las cuales anticipan grandes cambios en el mundo.
Entre los cambios tecnológicos se prevén los relacionados con internet de las cosas, inteligencia artificial y robótica avanzada, que facilitan la automatización de las tareas, no solamente rutinarias, sino también algunas habituales y cognitivas. Por el impacto de la automatización sobre la oferta y la demanda laboral —cambios en las habilidades y conocimientos que se demandan y ofrecen— hay retos y oportunidades para la competitividad.
Es preciso entender qué habilidades, destrezas y conocimientos son demandados y preguntarnos si el sistema educativo y la formación técnica y profesional responden a estas nuevas exigencias y qué hacer para que quienes pierden sus empleos a causa de la nueva revolución industrial se reincorporen al trabajo rápidamente.
La tesis de licenciatura de los estudiantes de la Universidad Nacional Camilo Santa Cruz Camacho y Brayan Delgado Chaves revela que el país no está respondiendo apropiadamente a las demandas del mercado, y deja como saldo más de 35.000 oportunidades laborales sin aprovechar en las zonas francas. ¿Hasta cuándo nos daremos el lujo de no aprobar la reforma estructural necesaria para atender las necesidades de empleo de miles de compatriotas?
Camilo y Brayan, tras un minucioso análisis de la demanda de recursos humanos en las zonas francas y la oferta existente de profesionales graduados tanto en las universidades públicas como privadas, hallaron excesos de demanda sobre la oferta para el período 2016-2023 (estimaciones). Las brechas entre oferta y demanda (déficit) se encontraron principalmente en computación; en ingenierías en materiales, calidad, mecatrónica y producción; en ingenierías química, industrial y aeroespacial; y en estadística, matemática, ciencias actuariales y biotecnología.
La estimación de los estudiantes se puede considerar de límite inferior (lower bound), pues no consideraron la demanda de estos profesionales realizada por el resto de la economía (fuera de zonas francas). Por tanto, las oportunidades perdidas pueden ser más.
Si bien el nearshoring y el friendshoring son oportunidades para Costa Rica (más inversión extranjera directa y fuentes de empleo), también plantean desafíos. Las empresas no están trayendo actividades intensivas en mano de obra poco especializada, ya que pueden llevarlas a cabo fácilmente en sus propios países (reshoring) utilizando la automatización.
Así que si queremos aprovechar el nearshoring, debemos preparar a nuestra gente para ello y ejecutar la transformación del sistema educativo que ello implica.
Para la reinserción laboral de los trabajadores desplazados debido a la cuarta revolución industrial, es necesario mejorar los sistemas de capacitación y formación a fin de brindarles habilidades y conocimientos nuevos (upskilling and reskilling), como lo hace en estos momentos el proyecto Don Bosco Plus, en Cedes Don Bosco, en Alajuelita, con técnicos que perdieron el empleo y empresas interesadas en recontratar personal renovado.
Iguales esfuerzos se realizan en países de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE). En Costa Rica, el INA desempeña un papel fundamental. No hay recetas mágicas para hacer frente al desempleo y la pobreza, solo arduo trabajo y agallas para combatirlos.
El autor es economista, presidente de la Academia de Centroamérica.
