
Costa Rica está en peligro. Y no lo digo con dramatismo; lo digo con dolor y la responsabilidad de alguien joven que rehúsa ver cómo nos roban el país en silencio.
Estamos siendo testigos de un deterioro acelerado de nuestra democracia liderado por un presidente –Rodrigo Chaves– y sus adeptos, quienes no gobiernan: imponen. Atacan a quien piensa diferente, se burlan del diálogo, desprecian la crítica y se alimentan del conflicto, el miedo y la desinformación.
Chaves no está construyendo un país mejor. Está destruyendo, poco a poco, las bases que sostienen nuestra libertad: el respeto institucional, la transparencia, la prensa libre y la voz del pueblo. Y si seguimos callados, si seguimos viéndolo como “normal”, vamos directo a una dictadura.
Este gobierno ha atacado todo lo que le incomoda: medios de comunicación, organizaciones sociales, opositores, universidades públicas. Y no porque estén mal, sino porque piensan. Porque se atreven a cuestionar. Porque no le rinden pleitesía. Las universidades no son el problema, son uno de los pocos espacios donde todavía se defiende la verdad y el pensamiento crítico. Pero a este gobierno le estorban.
Y mientras tanto, gran parte del país sigue dormido. Muchos han dejado de creer en la política. Y créanme, yo también estoy cansado de ver corrupción, de escuchar promesas vacías. Pero rendirse ahora sería un error. Porque cuando dejamos de participar, los abusadores se acomodan. Porque cuando no votamos, ellos ganan por default.
El voto no es solo un derecho, es una herramienta de defensa. Y la información es nuestra mejor arma. No basta con quejarse en redes sociales. Hay que leer, escuchar, contrastar. Hay que hablar con nuestras familias, amigos, compañeros. Hay que despertar.
Este país no se va a salvar solo. Nadie va a venir a rescatarnos. Nos toca a nosotros –a todas las personas que amamos esta tierra– alzar la voz, defenderla, y actuar. Si seguimos por este camino, vamos a despertar un día y descubrir que ya no queda democracia que defender.
Costa Rica merece algo mejor. Pero ese “mejor” no va a llegar si nos quedamos de brazos cruzados.
Informarse es resistencia. Votar con conciencia es rebelión. Participar es nuestra única salida. Porque si no lo hacemos nosotros, ¿quién? Y si no lo hacemos ahora, ¿cuándo?
santiagorz@maristasalajuela.org
Santiago Ramírez Zamora es estudiante de décimo año del Colegio Marista.