Los tiempos que corren predicen una realidad: se avecinan las vacas flacas. Toca ajustarse el cinturón. El retorno a los valores “tradicionales” es un hecho. Los valores de la sobriedad y la austeridad.
“Ha llegado el momento de la sobriedad”, afirma la socióloga Dominique Méda en Le Monde. Es hora de “construir finalmente una Europa fuerte: democrática, autónoma y sobria”. Ya en la prensa francesa se habla de una nueva tendencia —necesidad— social: la de la sobriété.
La injustificable e inhumana invasión de Ucrania por parte de Rusia ha hecho subir aún más el precio del gas natural. En su comparecencia el 9 de marzo ante el Parlamento Europeo, Josep Borrell, alto representante de la Unión para Asuntos Exteriores y Política de Seguridad, fue contundente en su aviso: se avecina una época difícil.
“Reduzcan el gas en sus casas, disminuyan la dependencia de quien ataca a Ucrania y comprometámonos más en una defensa colectiva”, solicitó.
Sociólogos, ecologistas y estudiosos plantean la vuelta al concepto de la “economía de la escasez”. Una invitación a prescindir de lo superfluo, poner freno al consumismo y lentificar los estilos de vida para hacer frente, asimismo, al cambio climático. Una guerra económica en los hogares.
No es novedoso el concepto de sobriedad —moderación, austeridad, frugalidad—. Es una idea que se encuentra en la base de las principales tradiciones filosóficas a lo largo de la historia.
La corriente filosófica y estética del minimalismo es hoy el secreto de la buena vida: “Si consumimos menos, nos sentiremos mejor; si tenemos menos, viviremos más felices”.
Parece una novela de ficción en una sociedad sumida en el consumismo. Expertos afirman que la austeridad no debería ser una actitud pasajera, sino un cambio permanente para tratar de construir un nuevo equilibrio que fortalezca la justicia social, el bien común y un futuro digno para todos.
Los ciudadanos de a pie hemos tenido que ajustarnos la faja en nuestras casas y en nuestras empresas. Ya veníamos identificándonos con los principios de disciplina presupuestaria, racionalidad, austeridad, ahorro, transparencia, rendición de cuentas, eficacia y eficiencia en el uso de los recursos que hemos producido.
Ley de vida, ley de supervivencia para no pocos. Las preguntas son si el gobierno se ha identificado plenamente con estos principios en el uso de los recursos públicos que se le han confiado; si ha usado de forma eficiente, eficaz y transparente los bienes que recibe de la sociedad; si ha hecho planes de austeridad y ahorro, planes de honradez en la administración de los recursos económicos de carácter público; si brinda economías en los presupuestos anuales para generar ahorros y reducir el gasto en diferentes áreas para así incrementar los recursos destinados a rubros prioritarios y sustantivos, como lo son la educación, la salud y la infraestructura; si cumple los principios de economía, eficacia, eficiencia y transparencia.
Necesitamos una nueva política: la política de la austeridad. Política basada en la reducción del gasto público. No solo los hogares y las empresas debemos recortar nuestros presupuestos.
Llegó la hora de tomar las medidas que sean necesarias, de honrar los discursos. Es hora de ganar también el pulso a la corrupción que no está interesada en la autonomía e independencia política, económica y cultural del país.
También llegó la hora del amor y el respeto al trabajo, al espíritu emprendedor y al sentido de solidaridad y corresponsabilidad social.
La autora es administradora de negocios.
“Corten el gas en sus casas, disminuyan la dependencia de quien ataca a Ucrania y comprometámonos más en una defensa colectiva”. Borrell pide a los europeos que bajen la calefacción https://t.co/pjLCXHgWqw
— EL PAÍS (@el_pais) March 9, 2022