Cuando Isabel II del Reino Unido recibió hace unos años al profesor James Arthur, director del Centro para la Formación del Carácter y Virtudes de la Universidad de Birmingham, le preguntó si la virtud podía medirse. Él le contestó: “La virtud no se mide, su majestad, se reconoce”.
Las encuestas entre los educadores dan como resultado mucho pesimismo por el hecho de que tratan de promover virtudes, y se centran en ello, pero no hacen lo fundamental, que es cultivar la virtud en su propio trabajo y ambiente.
La gran reforma de la educación de Costa Rica es la necesaria educación moral de los ciudadanos y los estudiantes. Es una cuestión central si queremos eliminar la corrupción. Teodoro Roosevelt decía que educar a una persona en la mente y no en la moral es educar una amenaza para la sociedad.
La educación del carácter trata de generar una cultura, un clima, que es lo que necesitamos. De manera que se multiplique en cada aula y en cada institución educativa un cambio. No importa cuán modesto sea el centro educativo, lo esencial es que en cada uno el director viva las virtudes y trace una hoja de ruta anual en este sentido con sus colegas para hacerla vida.
El deporte es uno de los fenómenos fundamentales, que con un lenguaje comprensible para todos comunica valores muy profundos y puede ser vehículo de elevados ideales humanos y espirituales cuando se practica con pleno respeto de las reglas.
Muchos dirán que en materia de virtudes no es posible poner de acuerdo a nadie por la diversidad de pensamiento, pero el autor Thomas Lickona, autor del libro Educar en el carácter, afirma que existe un terreno ético común, incluso en el mar inmenso de la diversidad.
Algunos delegan la tarea en cada profesor, pero la realidad es que debe existir un plan de trabajo en cada escuela y colegio para volver a colocar las virtudes fundamentales en la cabeza, en el aula y en las familias.
Educadoras como Kristen Pelse y Amy Johnston, de Misuri, aseguran que el esfuerzo dedicado a transformar la cultura de sus comunidades, incidiendo en la educación del carácter, ha producido buenos resultados académicos.
La Universidad de Misuri fundó una academia de liderazgo, encabezada por Marvin Berkowitz y Melinda Bier, que se ha multiplicado en varios países, donde enseñan valores de manera constante.
En Indonesia, un programa similar comenzó a operar en el 2010 enfocado en una sociedad moral, ética, civilizada y rica culturalmente. El ministro de Educación de Singapur dice que el sistema educativo debe “nutrir a los ciudadanos del buen carácter, de modo que tengan la resolución moral de afrontar un futuro incierto y un fuerte sentido de responsabilidad para contribuir al éxito de Singapur”.
Los Emiratos Árabes Unidos exigen a todas las escuelas públicas y privadas que sigan programas de educación moral centralizados, explícitamente secular y con un enfoque humanista; igualmente, existen iniciativas sobre virtudes en México y Colombia.
Cada vez son más los países que incluyen los valores en sus programa educativos. Para Costa Rica, podría ser el primer paso para rescatar el país de la droga y la corrupción.
El autor es diplomático.
