
La “nueva normalidad” es una expresión que se asigna a las nuevas condiciones en diferentes áreas de la vida en sociedad, en especial cuando el cambio ha sido notorio y esas nuevas condiciones se vuelven cotidianas.
Las nuevas normalidades pueden verse en muchos ámbitos: en tecnología, comunicación y publicidad, por ejemplo. También pueden aplicarse a la salud, la educación y la seguridad. Algunas son producto de avances científicos; otras, provocadas por políticas públicas positivas, y en casos negativos, por ineptitud administrativa o fines oscuros.
Así, por ejemplo, cuando los niveles de inseguridad son altos y crecientes, con el paso de unos años pueden llegar a verse como una nueva normalidad. Por ejemplo, considerar normal que el número de asesinatos se acerque a 1.000 en 2025, cuando el tráfico de drogas aumenta y los allanamientos relacionados son prácticamente diarios.
De la misma forma, puede llegar a verse como normal que los estudiantes de colegio se gradúen sin saber redactar frases simples o párrafos coherentes con puntos y comas. Puede llegar a considerarse normal que tampoco logren entender lo que leen, o que no dominen la lógica de las matemáticas.
Los ticos empiezan a ver como normales las listas de espera en la CCSS que, pese a tantas promesas, siguen costando vidas. Y la lista de ejemplos es amplia.
Si somos capaces de ver y reconocer que Costa Rica sufre un acentuado deterioro en muchas áreas, deberíamos reaccionar. Y el primer paso es negarnos a esa nueva normalidad.
Yo, personalmente, me niego, pero se requiere que la sociedad también lo piense y actúe en consecuencia.
Y es que, en el tanto las personas pierdan memoria de cuando la Caja no tenía listas de espera de plazos tan prolongados, o se olviden de cuando los estudiantes formados en la educación pública se graduaban con conocimientos y destrezas que les permitían competir en el mercado laboral, o no recuerden los tiempos en que la criminalidad del país era baja, en esa misma medida aceptarán como normal la desmejora del sistema.
Esa capacidad de establecer comparaciones con el pasado se pierde no solo por las brechas generacionales, sino también porque muchos, invadidos por un sentimiento de impotencia, prefieren obviar los problemas y refugiarse en el fútbol, los memes o la frivolidad de las redes sociales; en cualquier cosa que las distraiga de ese sentimiento de no poder resolver.
Es hora de contrarrestar ese sentimiento de impotencia y adquirir conciencia de la difícil situación que enfrenta Costa Rica. Hora de dejar de ver como normales muchas de las tragedias que sufre nuestro país. Y hora de ir a votar en las próximas elecciones para encauzar a Costa Rica por otro camino.
adolfo.lizano@gmail.com
Adolfo Lizano González es abogado e ingeniero agrónomo.